Robert Capa, entre la verdad y el mito
El Círculo de Bellas Artes acoge la mayor retrospectiva del fotoperiodista de guerra más célebre de la historia, en la que se muestran sus imágenes en tiempos de guerra y de paz
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Madrid
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Iniciar sesiónTenía todos los mimbres para ser un mito: carismático, atractivo, valiente, divertido... Además, murió de manera trágica, joven, a los 40 años. Nació húngaro como Endre Ernö Friedmann (Budapest, 1913) y murió norteamericano como Robert Capa, pseudónimo con el que ha pasado ... a la historia.
El Círculo de Bellas Artes exhibe, hasta el 25 de enero de 2026, en la Sala Picasso, 'Robert Capa. Icons', la mayor retrospectiva del fotógrafo, considerado el fotoperiodista de guerra más célebre de la historia. El proyecto, concebido para Deauville con motivo del 80 aniversario del desembarco de Normandía, ha sido coproducido con Sold Out. Había curiosidad por ver cómo esta empresa, especializada en espectáculos de iconos de la cultura popular (Jurassic World, Harry Potter, Juego de Tronos, Marvel, David Bowie, Björk, Banksy, Pink Floyd...), abordaba una exposición como esta. No hay, afortunadamente, fuegos de artificio, ni tazas o bolsas con la cara de Capa como merchandising. Sí, una puesta en escena elegante, muy 'stendhaliana', en la que al sobrio blanco y negro de las imágenes se une el rojo de unas cartelas de metacrilato.
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Las auténticas protagonistas son las poderosas fotografías de Capa: las más famosas, pero también algunas poco conocidas. En unas vitrinas, periódicos y revistas donde publicó sus imágenes, u objetos personales, como una de sus cámaras de fotos (Leica) y su máquina de escribir (Remington 3). Como testigos, dos retratos a gran tamaño de Capa y Gerda Taro, frente a frente, en las paredes. Ella, con un cigarrillo en su mano; Capa, con el pitillo en sus labios.
Uno de los atractivos de la exposición, que reúne 250 piezas (la mayoría de los préstamos proceden de la Golda Darty Collection y los archivos de la agencia Magnum), es que se incluyen originales de época (vintages) revelados por el propio Capa. Conservan la huella del tiempo, con todas sus imperfecciones. También, podemos conocer cómo circularon esas imágenes en periódicos y revistas en los años 30, 40 y 50. En ocasiones debían recorrer miles de kilómetros. Están presentes sus reportajes más importantes realizados en dos décadas: de 1934 a 1954.
En 1947, Capa funda con Cartier-Bresson, David 'Chim' Seymour, George Rodger y William Vandivert la agencia Magnum, que cambió para siempre el mundo de la fotografía: los fotógrafos tomaron el control absoluto de sus trabajos y defendieron los derechos de autor. ¿Por qué ese nombre? Se dice que pudo ser por la botella de champán de litro y medio que se tomaron.
El recorrido de la exposición, muy 'tolstiano', está dividido en dos partes: 'Capa en la guerra' y 'Capa en la paz'. La primera revisita todo su trabajo como corresponsal de guerra. Comienza en España: Barcelona, Aragón, Madrid, Toledo, Córdoba... Hasta nuestro país llegó acompañado por Gerda Taro en 1936 al comienzo de la Guerra Civil. Imágenes icónicas, como 'Muerte de un miliciano', esa niña con el abrigo mal abrochado que huye del brazo de su madre en mayo de 1937 en Bilbao o esa otra que descansa en plena evacuación de Barcelona en enero del 36. De Madrid, imágenes de la Casa de Campo, Ciudad Universitaria o Vallecas (una casa con la fachada agujereada por los disparos y unos niños ante ella). «Esa casa fue comprada por el Ayuntamiento de Madrid. Quizás en el futuro sea un Museo Capa», dice el comisario, Michel Lefebvre, autor del libro 'Robert Capa. Las huellas de una leyenda'.
En 1998, su hermano Cornell donó al Museo Reina Sofía todas las imágenes tomadas por Capa en la Guerra Civil española (205), como adelantó ABC. Se cumplía así el sueño de devolver a España una parte importante de su historia. En total, Capa cubrió cinco conflictos bélicos: la Guerra Civil española (1936-1939), la invasión japonesa de China (1938), la II Guerra Mundial (1939-1945), la Guerra de la Independencia israelí (1948) y la Guerra de Indochina (1954). Hay ejemplos de todas ellas en la exposición. Celebérrimas, sus imágenes del Desembarco de Normandía el Día D. Cuelgan seis. En una sala se proyecta un vídeo sobre las fotografías que hizo Capa el 6 de junio de 1944, acompañando a los soldados norteamericanos, en la playa de Omaha en Normandía. En la hoja de contactos solo hay nueve fotos. Se han perdido dos. John Morris, que recibió las enviadas por Capa, explicó que las obras se quemaron en el armario de secado. Según unas investigaciones, esa tesis es imposible.
Muy célebres, también, 'La rapada de Chartres' (una joven acusada de colaborar con los nazis se aferra a su bebé, mientras es increpada por la muchedumbre) o la imagen del soldado americano abatido por un francotirador alemán en Leipzig en 1945. «En una guerra hay que aborrecer o querer a alguien o, como mínimo, tomar postura; si no, no aguantas lo que pasa», decía Capa. «El más sentido anhelo del corresponsal de guerra es quedarse en paro». Tenía total empatía con las víctimas, daños colaterales de los conflictos. Valerio Rocco, director del Círculo de Bellas Artes, recuerda que en la actualidad hay unos 60 conflictos armados en el mundo, incluida la invasión rusa de Ucrania y «la inaceptable masacre en Gaza».
Capa murió en Indochina, en 1954, tras pisar una mina antipersona. Desgarradora, una fotografía de Lisl Steiner en la que Julia Friedmann aparece sentada junto a la tumba de su hijo, Robert Capa, en el cementerio de Amawalk (Nueva York) en octubre de 1961.
La segunda parte de la muestra nos enseña la cara más íntima y personal del fotógrafo. 'Capa en tiempos de paz' (también en tiempos de paz había batallas que merecían ser contadas) se abre con un retrato de Ingrid Bergman, la actriz con la que Capa tuvo un romance y que le abrió las puertas de Hollywood. Retrató a amigos como Picasso, Hemingway (pegado a una botella de alcohol), Truman Capote con un perro en brazos, John Huston, Ava Gardner en el rodaje de 'La condesa descalza', Gary Cooper, Matisse... Esquiaba en Suiza, pasaba los veranos en Biarritz y Deauville, acudía a fiestas, partidas de póquer, carreras de caballos... Hacía fotos de viajes, de moda (le interesaba Christian Dior) y de cine. También en color (vemos una selección en un carrusel al final de la exposición).
Robert Capa es inagotable. Vio la luz la maleta mexicana y en 2027 se expondrán en París sus carnets de contactos. Judío, apátrida, refugiado político..., cree Lefebvre que Capa «se inventó su vida». Sus memorias, 'Ligeramente desenfocado', dice, «son literatura. Hay cosas reales y cosas inventadas. Pero sus fotografías, en general, son estupendas«. A medio camino entre realidad y ficción, entre la verdad y el mito. Para Andrea Holzherr, directora global de exposiciones de Magnum Photos, Capa fue «un gran narrador de historias».
Los misterios que esconde «la 'Gioconda' del fotoperiodismo»
Pocas fotografías han dado, y siguen dando, tanto que hablar como 'Muerte de un miliciano', de Robert Capa. La sombra de que es un 'fake' ha planeado siempre sobre ella. Se dijo que se conocía la identidad del miliciano (Francisco Borrell García), pero se supo que era una pista falsa; que estaba tomada en Cerro Muriano (Córdoba), pero el investigador José María Susperregui la situó en Espejo (Córdoba); que pudo haberla hecho Gerda Taro y no Capa; y hasta parece que todo fue montaje, pues el día que se tomó (parece que fue el 5 de septiembre de 1936) no hubo combates allí. Así consta en la cartela que acompaña a la imagen en la muestra. «Lo más probable es que los milicianos organizaran una escena bélica para Robert Capa y Gerda Taro». Los médicos afirman que no se puede caer muerto de esa manera tras un disparo.
La impresión expuesta fue hecha a partir del negativo original perdido. Publicada por vez primera en la revista 'Vu' el 23 de agosto de 1936 (está recortada por arriba), la expuesta procede del archivo de 'Life' (se aprecia más cielo). Hay impresiones originales más altas, «señal de que el negativo procede de una cámara de 6 x 6». No se hizo, pues, con una Leica. ¿No le resta valor si la foto es un montaje? «Sí, pero me encanta», advierte Michel Lefebvre. Hace unos años, dice, se subastó por 100.000 euros una copia de esta fotografía: «Es la 'Gioconda' del fotoperiodismo». Como la Mona Lisa de Leonardo, sigue siendo un misterio. La adquirió François Pinault y se expondrá el año que viene en la Bolsa de Comercio de París, que acoge su colección.
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