Robert Capa: réquiem por España
Publican por primera vez en español «La muerte en ciernes», facsímil de la edición original de este mítico libro en el que el mejor fotorreportero de guerra de la Historia relata cómo fue el primer año de la Guerra Civil española
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Iniciar sesión«Para Gerda Taro , que pasó un año en el frente español, y se quedó. Madrid, diciembre de 1937. R. C.» Así reza la dedicatoria que Robert Capa estampa en el libro «Death in the Making» , publicado por Covici-Friede en ... febrero de 1938. Junto a la escueta y un tanto fría dedicatoria, un precioso retrato de la fotógrafa alemana, colega y amante de Capa. Viajaron juntos a España en el 36 para cubrir la Guerra Civil , atraídos por la causa republicana. Ella perdió la vida en julio del 37 tras sufrir un accidente en el frente de Brunete. Él, en 1954, tras pisar una mina en Indochina.
«Death in the Making» -un preciado tesoro muy difícil de encontrar, que alcanza precios astronómicos en el mercado- está considerado uno de los mejores fotolibros de la Historia. En él, un joven y arrollador Robert Capa , a sus 24 años, relata en primera persona, a través de sus fotografías (y las de dos colegas y amigos), pero también de breves textos, un valiosísimo testimonio del primer año de la Guerra Civil española. Instantáneas no sólo del frente de batalla, sino también del pueblo: cómo (sobre)vivía en medio del horror.
Incomprensiblemente, el libro no estaba publicado en español. Ahora ve la luz, editado por La Fábrica , con el título «La muerte en ciernes» (su precio, 36 euros). Diseñado por el también fotógrafo André Kertész , cuenta con un prefacio firmado por el periodista estadounidense Jay Allen , que fue corresponsal del «Chicago Daily Tribune» en España. Junto a 111 imágenes tomadas por Robert Capa, hay 24 de Gerda Taro y 13 de David Seymour, Chim . Atribuciones que se han clarificado en esta nueva edición. Cynthia Young , conservadora del Archivo Robert Capa en el International Center of Photography (ICP) de Nueva York, explica en un texto incluido en el libro que, tras diez años de investigaciones, «estamos seguros de quién tomó cada foto, salvo unas pocas excepciones».
Además, se ha mejorado la calidad de las fotografías (gracias a nuevos escaneos de copias impresas originales o de negativos que se hallan en el ICP y en otros archivos) y de los textos de la edición original, se han corregido erratas y errores (se confundió el cementerio donde fue enterrada Taro, estaban mal escritos nombres propios y de ciudades), y se ha elaborado una lista exhaustiva de las imágenes incluidas en el libro. En la primera edición no había créditos fotográficos y los títulos de las secciones y textos no se correspondían en todos los casos con las fotografías.
No es de extrañar, pues, que Cynthia Young hable de una «versión remasterizada de la edición original». Un libro, en su opinión, «con un lenguaje apasionado y poético , que más que un proyecto personal de Capa, parece un proyecto más amplio: una campaña para promover la causa republicana en Estados Unidos. Seguramente, fue objeto de una purga ». En 1953 le retiraron el pasaporte a Robert Capa por supuestas actividades antiestadounidenses.
Para la portada del libro, se escogió la celebérrima fotografía del miliciano caído en el frente de Córdoba en septiembre del 36. Una imagen que dio la vuelta al mundo y sobre la que han corrido ríos de tinta. Sin embargo, sorprende que la instantánea no aparezca en el interior del volumen. «Tal vez por imprevisión », advierte Cynthia Young, para quien esta instantánea «representa como ninguna otra de esa época l a belleza del sacrificio por una causa ». Sobre cómo se fraguó el libro, dice que posiblemente fuera durante una cena a la que acudieron Robert Capa, André Kertész y su esposa, Elizabeth, compatriotas húngaros. Para acompañar la aparición del libro en Nueva York en febrero de 1938, se celebró una exposición en junio, a la que Capa no asistió. Se hallaba en China, cubriendo otra contienda. Le enviaron un ejemplar por correo aéreo.
« España es hoy una gran mancha de sangre que los monosabios nunca podrán limpiar, ni con toda la arena del mundo», escribe en el prefacio del libro Jay Allen, que conoció a Capa en Bilbao y a Taro, más tarde, en Madrid. Capa retrata, sí, el drama de la guerra desde primera línea en el frente de batalla . Es de los que se meten hasta la cocina. Inmortaliza con su cámara una Ciudad Universitaria de Madrid donde no se oye la palabra, sino las balas silbar. «Imparten cátedra ahora el plomo de los fusiles, de las ametralladoras...»
Fotografía a un joven muerto , que yace de bruces sobre un montón de piedras. «Así terminan la mayoría de las veces las más elevadas esperanzas», escribe. Y retrata a una madre anciana que camina entre los raíles de una estación de ferrocarril. «Quizás intuyó -¿quién sabe?- que aquellas despedidas, en efecto, eran auténticas despedidas», anota Capa. Fotografía tesoros artísticos protegidos de las bombas, esperando que lleguen días mejores. En iglesias, en palacios (Liria), en las calles (la Cibeles)... Retrata a la Pasionaria , a mujeres que cosen sentadas en sacos de arena a las puertas de un refugio o huyendo cuando suenan las sirenas. Y a la tripulación del «Jaime I» , apodado «el Potemkin español». Y a los milicianos leyendo, jugando al ajedrez, escribiendo cartas... «A veces el bombardeo se retrasa y al enemigo parecen pegársele las sábanas», escribe con sorna. Enfoca con su objetivo a familias refugiadas en el metro, a las colas que hace la gente para comer en unas calles llenas de escombros, donde los niños juegan, ajenos a la muerte. «Nadie se atreve a mirar el futuro» . Palabra de Capa.
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