Urtasun: la cultura como panfleto

«Si partimos de una simplificación maniquea de la historia con fines didácticos vamos a parar al panfleto, y eso es lo contrario de la difusión cultural»

El director del Thyssen defiende la descolonización

Ernest Urtasun EFE

Antonio Elorza

26/06/2024 a las 04:50h.

Lo primero que se encuentra el visitante de la recién inaugurada muestra sobre la memoria colonial en el Thyssen, es una explicación que le resuelve todas las dudas sobre lo que se va a encontrar a continuación. Al parecer, tras la caída de Constantinopla, ... los europeos proyectaron su ambición sobre otros espacios y fueron a dar con lo que ellos llamaron América, pero que los pobladores originarios denominaban o denominan Abya Yala, y volcaron sobre ella su ansia de explotación, de donde procede todo lo demás, de la esclavitud y el racismo a la discriminación de género. El papel de la exposición, montada sobre fondos Thyssen, consiste en deconstruir, quitar la máscara a ese designio europeo, sirviéndose además de su instrumento privilegiado: el arte.

Todo queda ya dicho y las obras exhibidas son ilustraciones de esa supuesta verdad enteriza que el ministro y su instrumento museal nos ofrecen, trátese de unos cuadros de Franz Hals y de Kirchner, de Guardi y Delacroix, de Boucher o de Gauguin. No importa que la complejidad de esas imágenes del otro, elaboradas por distintos artistas europeos, sugieran todo menos la amalgama interpretativa que se nos ofrece, y que se resume en la farsa inicial de la supuesta denominación de América como Abya Yala, neologismo recién fabricado para el caso, como si incas, aztecas y caribes hubieran sido conscientes de una identidad común. Otra cosa es el proyecto indigenista de hoy. Por no hablar de la supuesta homogeneidad 'capitalista' de los modelos coloniales y de la adjudicación del mal para una esclavitud moderna irreversible por contraste con la clásica, que según las leyendas del museo habría sido temporal, cerrada con la manumisión. Habría que contárselo a Espartaco.

El error de base reside en la concepción de Urtasun, la oposición entre el mal, el museo como exponente de la identidad nacional, y su museo ideal, empeñado en una acción constante de lucha contra «la reproducción del orden racial y colonial», de «decolonialización» (sic). Una reconstrucción rigurosa, en nuestro caso, del pasado imperial, colonial si se quiere, comprende esos ingredientes de dominio, explotación, racismo, etc. La falsa oposición se desvanece. Ahí está la imagen que en su día yo comenté para el Museo de América, sobre el transporte de un español a lomos de indio en Perú. No hay que cerrar los ojos ante realidad alguna, pero si partimos, como en la muestra del Thyssen, de una simplificación maniquea con fines didácticos, olvidadiza de la pluralidad y de los matices ofrecidos por las obras presentadas, «decolonizando» en todo y por todo, vamos a parar al panfleto y eso es lo contrario de la difusión cultural.

Y desde luego, a la vista de una breve experiencia mía con un debate celebrado en el Museo de América, «las narrativas e imaginarios anticoloniales» surgidos desde la contracultura, tienen en ella su lugar para la protesta y para sus sugerencias. Bastante hay conque el ministro de Cultura cumpla con el deber de utilizar sus recursos para asentar la conciencia histórica de los ciudadanos españoles. Y hasta ahora, por sus declaraciones, a eso no llega, ni le interesa para su espíritu militante.

Antonio Elorza es historiador.