Psicología
¿Por qué mentimos cuando nos preguntan si estamos mal?
La vergüenza, el miedo al rechazo o no entender qué sentimos nos frena para expresárselo a los demás
Muchas veces no explicamos que nos sentimos mal, por miedo a que los demás se preocupen demasiado
No todo el mundo tiene la misma facilidad para expresar como se siente. La vergüenza, o el miedo a no ser comprendidos y al rechazo, hacen que, aunque algo queme por dentro, no pueda compartirse con los demás. Incluso, cuando alguien pregunta directamente si nos ... encontramos bien, se puede llegar a mentir, fingir que no pasa nada .
Noticias relacionadas
Puede haber múltiples razones para que «escondamos» nuestros sentimientos. Las más habituales, indica Rafael San Román, psicólogo de la plataforma ifeel, suelen tener que ver con la necesidad para preservar nuestra privacidad (no deseamos que los demás sean conscientes de nuestro malestar), la necesidad de aparentar normalidad y la fortaleza. Dentro de la fortaleza, explica el psicólogo que se debe tener en cuenta varias cosas: «La razón puede ser que, si estamos decaídos frente a un adversario, no queremos que este conozca que estamos más vulnerables de lo normal. En otras ocasiones, igual nosotros estamos mal pero tenemos delante a alguien que está peor y entonces hacemos un esfuerzo por "aparentar" normalidad».
La dificultad de aceptar cómo nos sentimos
Las razones para no expresar cómo nos sentimos con los demás, no siempre tienen su raíz en el miedo a exponernos, sino que también en nuestro cuidado interno. Puede que nos cueste hablar de ello, porque no terminamos de aceptar cómo nos sentimos nosotros mismos . «En ocasiones no queremos compartirlo con otra persona porque no queremos que esta nos agobie», apunta San Román, que añade que también, puede ocurrir que no queremos preocupar a los demás, o «no nos podemos permitir compartir lo que nos ocurre -lo cual nos haría conectar con esa emoción- porque hay otras tareas más urgentes que atender y decidimos que es prioritario dejar a un lado lo que estamos sintiendo».
Es fácil darse cuenta que, en general, son siempre los sentimientos y emociones negativas los que generan dificultad para ser mostrados. « Las emociones positivas son expansivas y difícilmente reprimibles . Tendemos a compartirlas y deseamos hacerlo, siempre es incómodo estar muy contento por algo y no tener a nadie a quien decírselo», apunta el psicólogo, que lo resume contando que se podría decir que estas expresiones «salen solas» por su espontaneidad.
«Una de las funciones de la tristeza es informar al otro de que no estamos bien para promover que nos apoye»,
En general, es difícil mantener en secreto que estamos muy contentos, entusiasmados u orgullosos. En cambio, con las emociones negativas no ocurre lo mismo. Comenta San Román que podemos disimular con cierta facilidad que tenemos miedo , que estamos melancólicos o que algo nos ha sentado mal y estamos enfadados. «Es cierto que la rabia también es expansiva pero puede vivirse con cierta frialdad en la emoción», añade. También comenta que el miedo y la tristeza son bastante inhibitorios a nivel de comportamiento y estas emociones nos vuelven más introspectivos. «Una de las funciones de la tristeza es, mediante su expresión, informar al otro de que no estamos bien para promover que nos apoye», dice. También aborda la idea de sentir culpa, un sentimiento complicado de compartir, pues ello implica admitir que hemos cometido un error o que hemos hecho daño a alguien o a nosotros mismos.
Consejos para explicar sin miedo cómo nos sentimos
Para poder empezar a vencer estas dificultades o miedos, y poder expresar a los demás cómo nos sentimos, según Rafael San Román el primer paso es « darse un tiempo para procesar lo que está ocurriendo en nuestro interior ; ser pacientes con nosotros mismos». También debemos entender que es necesario sentirnos obligados a compartir o confesar nuestro estado de ánimo, especialmente con una persona que no nos hace sentir cómodos o nos trasmite seguridad. Asimismo, recuerda el psicólogo que es importante no sentirnos obligados a contarlo todo: «Podemos contar solo una parte y dejar para nuestro fuero interno aquello que nos resulte más incómodo o que, directamente, aún no hemos podido poner en palabras ni siquiera para nosotros mismos».
Como consejo final, recomienda que, si nos cuesta explicar lo que nos está ocurriendo, pero sentimos que nos vendría bien hacerlo, «podemos escoger a una o dos personas que sintamos que van a ser comprensivas con ese tema en concreto ». Recuerda que «no hay que gritar a los cuatro vientos ni convocar a cien personas en busca de ayuda y escucha»:, sino que, con una o dos personas que estén ahí para ayudarnos, sentiremos que tenemos ese apoyo que buscábamos.