Parkour

El oficial de la armada francesa Georges Hébert observó antes de la I Guerra Mundial cómo se movían las tribus africanas y cuán desarrolladas estaban sus habilidades motrices. En ellas se inspiró para crea un tipo de entrenamiento que denominó método natural consistente en caminar , correr, saltar, nadar, caminar a cuatro patas, escalar, lanzar, levantar, equilibrio y defensa personal . Durante las dos grandes Guerras Mundiales su método se mantuvo y consolidó hasta llegar a ser una fórmula estandarizada en el entrenamiento militar que posteriormente dio el salto a la vida civil.

Desde entonces este tipo de entrenamiento ha seguido haciéndose con diferentes interpretaciones a lo largo del mundo hasta llegar a cobrar gran popularidad en la actualidad de la mano de Sebastian Foucar y de David Belle que en la ciudad francesa de Lisses decidieron usar toda la localidad como terreno de juego ante la escasez de parques infantiles. Este es el nacimiento del parkour tal como ahora lo conocemos.

Se trata del arte del desplazamiento superando obstáculos y dificultades en el camino, tanto físicos como mentales. Puede hacerse en paisajes rurales o en el campo pero la imagen más común es la del «traceur» (nombre que recibe quien practica parkour) superando obstáculos urbanos como muros, vallas o escaleras. Más que un deporte es una filosofía de vida que no lleva implícita ningún tipo de competición. De hecho es muy importante no poner en riesgo ni la vida de quien lo practica ni la del resto de los viandantes con los que se cruzan. Para ello es imprescindible hacer los trazados adaptados al nivel y a la forma física del «traceur».

El parkour cuenta con numerosos movimientos en los que los saltos y las recepciones son grandes protagonistas, con diferentes estilos, longitudes e intensidades en los que es muy importante la distribución del peso y el equilibrio.