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Almidón resistente: la forma de comer patatas y plátanos que cuida tu microbiota

Una parte del almidón de algunos alimentos que no es digerible para las enzimas digestivas llega intacta al colon, donde es fermentado y sirve como alimento para las bacterias «buenas»

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Calentar de nuevo las patatas cocidas y enfriadas ayuda a fabricar almidón resistente.
Raquel Alcolea

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Plátanos, patatas, trigo, centeno, cebada, avena, arroz, maíz, lentejas, garbanzos, frijoles, habas, guisantes, soja o cacahuetes… ¿Sabía que estos alimentos tienen en común algo que beneficia la salud intestinal? Se trata del almidón resistente. Una sustancia que, tal como explica Amparo Gamero, profesora colaboradora ... de los Estudios de Ciencias de la Salud de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), favorece el desarrollo de bacterias beneficiosas en el intestino debido a este proceso: una parte del almidón que tienen algunas frutas, hortalizas, cereales y legumbres no es digerible para las enzimas digestivas (de ahí lo de «almidón resistente») y eso hace que llegue intacto al colon, donde es fermentado y sirve como alimento para las bacterias «buenas» del intestino. Es lo que se conoce como prebiótico que, según apunta Natàlia Calvet, tecnóloga de alimentos y coach nutricional; alimenta las bacterias beneficiosas y evita el crecimiento de las perjudiciales.

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