Ayuno intermitente
«Por las mañanas tenemos hambre de azúcar, no hambre de verdad»
Carlos Pérez y Néstor Sánchez explican en «El ayuno intermitente» como esta práctica puede ayudarnos a tener más energía en el día a día
Los autores de «El ayuno intermitente», Carlos Pérez y Néstor Sánchez
Es difícil encontrar alguien que no haya escuchado hablar del ayuno intermitente . Pero, aunque se mencione mucho, no quiere decir que se haga bien. Por ello, cada vez hay más información disponible sobre esta técnica, que consiste en ampliar la ventana de horas ... en las que no comemos, pero también existe una gran desinformación .
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Para combatir este desconocimiento, y aportar su granito de arena, los expertos en psicoinmunoneurología clínica, Carlos Pérez y Néstor Sánchez publican «El ayuno intermitente» (Ediciones Urano) , un libro en el que desmontan mitos sobre el ayuno, explican sus beneficios, enseñan las diversísimas opciones que hay y, se centran en explicar cómo, si ayunamos, conseguiremos más energía en el día a día.
Portada de «El ayuno intermitente»
Esto, explica Carlos Pérez, «es una paradoja»: pensamos que comiendo cada dos horas vamos a tener más energía, pero no es así . «Si comemos cada tan poco, hacemos digestiones permanentes. Entonces te encuentras mal energéticamente, tienes la barriga hinchada, y se crea un estado de dependencia de la comida », apunta Pérez que añade que, además, si comemos cada poco tiempo, solemos tomar productos ultraprocesados que «nos enganchan». Continúa comentando que, si practicamos el ayuno intermitente, entramos en un escenario en el que solo comemos cuando tenemos hambre de verdad, así como solo tomamos alimentos «reales» y no ultraprocesados. «Después de comer, se nos cierran los ojos solos, porque estamos haciendo la digestión, y nuestro cuerpo emplea la energía en eso. Lo mismo nos ocurre cuando comemos constantemente», puntualiza.
Por su parte, Néstor Sánchez habla sobre como nos han enseñado que nuestro cuerpo tiene reservas para 90 días , y aun así no utilizamos esa energía. «Imagina que tienes unos ahorros, pero nunca los gastas, solo utilizas tu sueldo del mes. Esto es lo mismo, nuestro cuerpo utiliza la "energía" que recibe de fuera, pierde la capacidad de utilizar las reservas con las que cuenta y, de alguna manera, se vuelve esclavo de la comida», explica y añade: «El hambre no es solo una señal de que es un buen momento para comer, sino que también, el hambre nos hace estar más despierto y agudiza nuestro ingenio.
Una de las grandes barreras a las que se «enfrenta» el ayuno intermitente es la afirmación de que el desayuno «es la comida más importante del día». Néstor Sánchez no lo niega, pero hace puntualización: «El desayuno es muy importante, la propia palabra lo dice, es el momento de comer tras un largo periodo sin hacerlo, pero eso no quiere decir que tenga que hacerse nada más levantarnos». «Es entender la fisiología del cuerpo ; este genera un contexto para tener energía cuando no hemos comido», apunta Sánchez, que resume explicando que tenemos que empezar a guiarnos por nuestro estímulo externo y antes de comer «porque toca», preguntarnos si realmente tenemos hambre . «La cosa no es saltarse el desayuno y sufrir por ello, sino crear el contexto adecuado para no comer si no tenemos hambre».
Carlos Pérez retoma la idea, explicando que es normal que, si pensamos en el desayuno, nos apetezca tomarlo. «Un café, unas galletas y unas magdalenas, engañamos a nuestro cerebro para que piense que tiene hambre, gracias a estos sabores dulces», apunta, y continúa con un ejemplo: «Si te levantas y no te comerías un plato de huevos duros, aguacate y atún, lo más seguro es que no tengas hambre de verdad. Tenemos hambre de azúcar, no hambre de verdad ». El experto pone ejemplo cuando un niño se levanta y no tiene ganas de desayunar. «Claro que puede ir al colegio, y va a tener energía durante la mañana: no hay mejor indicador de que tenemos energía como no tener hambre», dice y pone otro ejemplo: «Cuando tenemos una comida familiar muy pesada, que termina muy tarde y a la hora de cenar no tenemos hambre, no hace falta comer un yogur "para no dormir con el estómago vacío", ya tenemos energía de sobra».
Empezar a ayunar... sin ayunar
A la hora de empezar a ayunar, el primer consejo de Carlos Pérez es el no utilizar la palabra ayuno. Comenta que si alguien quiere mejorar su estilo de vida porque siente que está muy cansado, tiene dolores de estómago o, por ejemplo, sobrepeso, la idea no es decir que va a ayunar, sino crear una situación en la que no se necesite depender de la comida . «Lo que proponemos en el libro es aprender a no ser esclavos de la comida. Para que esto ocurra, como explicamos, hay que empezar por abandonar los alimentos ultraprocesados , para que se desinflamar nuestro tubo digestivo», explica. De esta manera, apunta que nuestro cerebro va a empezar a entender qué es la saciedad real. «Al empezar con ello, te vas dando cuenta de que puedes comer solo tres veces al día, y después dos. Y puedes pasar 15 horas sin comer, porque el cuerpo te lo pide así», añade.
Por último, los autores hablan sobre como, una vez introduces el ayuno en tu rutina, no tienes porqué cumplirlo a rajatabla , «aunque el cuerpo te lo va a pedir». «Una vez que aprendes lo que es comer con hambre de verdad, no hay vuelta atrás» , dice Carlos Pérez, que explica que, si un día estas en una cena con unos amigos, puedes romper tu ayuno «y no pasa nada». «No hay que dejar de hacer nada por ayunar, si un día tienes una comida con amigos, si tienes algún plan distinto, no hay problema, tienes una libertad total , lo terminas integrando en tu día a día, igual que bebes agua, por ejemplo», dice.
«Pasado un periodo de transición, no hay vuelta atrás. Esto no es como hacer dieta, cuando empiezas a ayunar, tu cuerpo te agradece con señales muy claras que lo hagas», comenta Néstor Sánchez y concluye Carlos Pérez: «Comer sin hambre te hace malvivir» .