Escocia, doce siglos de historia en conflicto con Inglaterra

Fue este primigenio reino el que tomó el nombre de «Scotia» hace casi 12 siglos, y desde entonces las rencillas y conflictos entre ingleses y escoceses han tenido pocas épocas de descanso . De hecho, uno de los primeros objetivos de McAlpine –que pasaría a la historia como Kenneth I– fue conquistar las tierras de las Lothians, que permanecían bajo el control de los anglosajones. Aquel primer intento fue, no obstante, en vano, pero daba comienzo a las hostilidades .

Durante el siguiente siglo, el X, el proceso de expansión y consolidación de la nueva monarquía escocesa estuvo directamente condicionada por las irregulares relaciones que mantenía con los reinos ingleses del sur, con los que mantuvo importantes batallas para conquistar territorios intermedios como Northumbria. Escocia no era aún la actual Escocia , pero iba camino de ello.

A comienzos del siglo XI, las hostilidades continuaron cuando Malcolm II logró extender las fronteras de Escocia hasta las orillas del río Tweed , tras conquistar finalmente las tierras de Lothians. Solo quedaba un territorio que arrebatar, que pertenecía también a una dinastía británica, para que terminara de configurarse el Reino unificado de Escocia: Starthclyde.

Los sucesivos monarcas escoceses fueron conquistando y ampliando su territorio durante el siglo XII, hasta alcanzar la extensión actual a finales del siglo XIII. Desde entonces, e incluso después de firmarse la famosa « Acta de Unión » en 1707 –que supuso la integración del Reino de Escocia en Gran Bretaña–, las cosas no fueron muy diferentes. Ambos reinos han sido durante más de mil años vecinos difíciles con una relación basada en el resentimiento generado por las continuas guerras.

La primera intervención inglesa en los asuntos escoceses desde que Escocia alcanzó su actual dimensión se produjo en 1286, cuando Alejandro III murió sin descendencia y provocó una situación de inestabilidad en el Reino escocés. Eduardo I de Inglaterra no dudó ni un segundo en intentar aprovechar la confusión para tratar de intervenir en la política escocesa con propósitos claramente anexionistas: primero, tratando de casar a uno de sus hijos con la heredera al trono de Edimburgo; segundo, tomando partido en la lucha sucesoria que enfrentó a los dos principales linajes de la aristocracia escocesa, y tercero, invadiendo directamente Escocia y desatando largar guerras de independencia como las protagonizadas por el héroe popular William Wallace («Braveheart» en el cine ) o el Rey Robert de Bruce en el siglo XIV.

Aunque los Bruce resultaron vencedores, la ausencia de descendientes permitió que a finales del siglo XIV la nueva dinastía de los Estuardo se hiciera con la Corona y gobernara hasta 1714. A principios del siglo XVII, uno de sus reyes, Jacobo I , logró precisamente lo que ningún monarca británico fue capaz de conseguir en los siglos anteriores: ceñirse ambos tronos como Rey de Escocia e Inglaterra.

Aún así, Escocia siguió siendo un reino independiente hasta que se firmó el «Acta de Unión» en 1707. Durante estos tres últimos siglos, las rencillas entre ingleses y escoceses no han dado muchos respiros. Ni parece que los vaya a haber en un futuro reciente tras la votación del referéndum de independencia , independientemente del resultado.