Los secretos de la «otra» Ruta Quetzal
Anécdotas, peripecias y realidades sorprendentes animan la expedición por un país desconocido. Este año, ha tocado Perú
ÉRIKA MONTAÑÉS
Dos semanas en Perú dan para mucho. Es un país humilde, que sobrevive con dos soles (unos ochenta céntimos de euro) al día y en el que en medio del maremoto que causa la pobreza , te encuentras una isla de sencillez, educación y ... amabilidad harto sorprendentes. Si además encaminas tu viaje por el país al lado de 224 jóvenes, procedentes de 53 países, y una disciplina cuasi-marcial como la que se les impone en el marco de la Ruta Quetzal BBVA , entonces las anécdotas más pasmosas te esperan a la vuelta de la esquina.
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Durante el periplo en el país iberoamericano, se sucedieron esas vivencias extraordinarias que no cupieron en las crónicas diarias y que dan forma a una ruta que, desde el primer instante al último, te embriaga, te ejercita y te enseña. Son algunas como éstas:
1-. Los chavales dan lecciones constantes a los adultos de superación y de fortaleza: Yacer Ramírez , el muchacho llegado de Nicaragua, escaló a las terceras cataratas más altas del planeta con la uña del pulgar del pie metida hacia dentro, casi desgarrada. Con un coraje a prueba de bombas, no se dio por vencido, aunque ese caluroso día en la Amazonía peruana hubo más de un muchacho de los que integran la Ruta Quetzal que se «rompió». Llevaban tres días caminando: 3.000 metros de altura hasta la ciudadela fortificada de Kuélap un sábado; la bajada pedregosa y con gran desnivel, que puso a prueba a las rodillas y gemelos más entrenados, el domingo; y ese imo lunes de junio aguardaban 9 horas y 35 minutos de subida y bajada a las dos caídas de agua que forman las cataratas de Gocta, sita entre las localidades de San Pablo de Valera y Cocachimba. Muchos de los jóvenes salieron del bello enclave natural a lomos de un caballo o una mula, qeu es el medio de transporte que emplean en esta zona los residentes chachapoyas o «gente de las neblinas» de la Amazonía.
Los jóvenes se llaman «alimañas» en una canción por su higiene justita
El aprendizaje de los jóvenes en la Ruta es descomunal: no solo se empapan de los valores de una cultura diferente y conviven con decenas de jóvenes radicalmente opuestos a ellos, sino que descansan en tiendas de campaña todos los días, llevan una dieta que no acostumbran (avena para desayunar, arroz y pollo para la hora del almuerzo han sido las bases de su régimen peruano), tienen que lavarse la ropa y los enseres, aguantan con las medidas de higiene justas (de hecho, canturrean canciones en las que se llaman a sí mismos «alimañas») y soportan días agotadores en medio de brotes diarreicos y otras sintomatologías propias de las áreas que recorren. Han sido seleccionados entre los mejores estudiantes del país, a los que se les ha requerido un trabajo que verse sobre el «leit motiv» de la Ruta: este año, la travesía del obispo navarro Baltasar Martínez Compañón en la diócesis de Trujillo. Son despiertos y vivarachos, pero también son muchachos de 16 y 17 años, por lo que en su vocabulario siempre están prestas las palabras «romance», «rollito» y, la clave hoy por hoy, «Facebook» .
2-. Catástrofes naturales al paso de la Ruta: Hay cosas que no caben en la cobertura informativa de una visita a Perú. No son «noticia», pero impactan más que cualquier otro acto programado. En este país, fueron las secuelas de varios desastres naturales los que nos ocasionaron ese efecto. El fenómeno de «El Niño» arrasó en 1997-98 parte de la costa de Perú y también de Chile, pero tantos años después, sus consecuencias son aún muy visibles. Pedro Javier Campos es nuestro guía en la visita a Huanchaco y Trujillo . Dice con una naturalidad inaudita: «Nos estamos preparando para el próximo desastre, porque el fenómeno climático es cíclico y nos toca en los próximos años , en breve». Lo advierte después de recordar cómo en la ciudad donde reside, Trujillo , «el cementerio está en lo alto y, por el temporal, los esqueletos llegaron hasta la Plaza central, la de Armas» , lo que no resultó ser «una imagen muy agradable».
«Estamos preparados para otra devastación del Niño. Ya toca»
Además, lo contextualiza mientras muestra en los restos de la mayor ciudadela de barro de toda América, la de Chan Chan (que significa «Sol, Sol»), cómo la cultura moche reflejó su temor a los ciclos de «El Niño» con un mosaico de subidas y bajadas con un pez como símbolo de mal agüero. De hecho, el propio nombre de «El Niño» se debe a pescadores del puerto de Paita al norte de Perú, que observaron que las aguas del sistema de corrientes del Pacífico oriental se calentaban en la época de Navidad y los bancos de peces huían hacia el sur. Asociando esa imagen al Niño Jesús que nace en estas fechas, le dieron esa designación. Sorprende y mucho lo que nos cuentan en las playas de Huanchaco, donde el tsunami que devastó Japón el pasado 11 de marzo ha recortado parte de los arenales, ha propiciado la subida de la marea en la costa peruana del Pacífico , hasta el punto de que han visto cómo el océano se llevaba por delante comercios de todo el litoral.
3-. El autobús de prensa, una fiesta: La convivencia de medios argentinos, colombianos, mexicanos, peruanos y españoles en la Ruta Quetzal BBVA 2011 ha sido una fiesta. El autocar número 7 balbuceaba al principio y acabó por canturrear a voz en grito las canciones que popularizan con gracia los chavales a cada paso que dan. Los medios están para contar lo que ocurre, pero no dudan en ser partícipes de todo lo que se les ofrece a los chicos. El momento culmen fue cuando, ni cortos ni perezosos, los informadores se zambulleron con los marineros de Huanchaco para montar en sus sirenas de junco , los caballitos de totora, con los que pescan en esta costa peruana.
4-. Hay imprevistos que hacen la Ruta: Se salen de madre, no están programados, pero los avezados en la Quetzal casi, casi los esperan porque «forman parte de la Ruta», dicen. «Sin estos pequeños detalles no se entendería una aventura como ésta», postergan. Son circunstancias imprevisibles como que se tenga que extraer el parachoque a siete autobuses porque si no, se quedan encallados en subidas infernales en plena madrugada a zonas como Tingo, en la Amazonía peruana. Eso ocurrió, como también sucedió que en Chachapoyas la comitiva de la Quetzal tuviese que aguardar varias horas a que les cerraran una calle para que solo pasaran los autocares de la expedición. En la ciudad de Chiclayo, los mototaxistas (en Perú muchos taxis son de dos ruedas con un carromato donde se aposenta el cliente) hacen de las suyas, máxime con turistas como Antonio a quien a punta de pistola le roban el iPod, mientras hacía «jogging» en los aledaños del hotel de la organización de la Ruta.
5-. En el «lecho» de muerte: Hay otro tipo de impresiones y sensaciones difíciles de contar. No había mejor momento -era el primer día de expedición- y lugar más oportuno -precisamente, frente a una momia, la de la Dama de Cao, que era una gobernante de la cultura mochica que murió, a los 24 años, en pleno parto- para escuchar por detrás una voz que susurra: «Al volver estará más complicado. Se ha derrumbado parte de la carretera» . Y, en efecto, las infraestructuras de Perú provocaron más de un quebradero de cabeza a la organización de la Ruta, y también a los conductores, que tuvieron que sortear baches, desprendimientos y caminos hundidos. Es Perú.
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