Diez maneras de «echar» a los coches de las calles

Impedir la entrada de los coches que más emisiones dañinas para la salud producen fue la medida más llamativa para combatir la contaminación que anunció el Ayuntamiento de Madrid. Iba a aplicarse a partir de 2008, pero nunca la llevó a cabo. Estaba previsto que sólo los vehículos con menos emisiones pudieran circular por la Zona de Bajas Emisiones (ZEB) , que englobaba una amplia área del centro de la ciudad, desde Atocha hasta Plaza Castilla.

El único veto que actualmente tiene en vigor el Ayuntamiento de Madrid es el de no permitir la entrada a los barrios de Las Letras y Lavapiés a los vehículos de no residentes.

Algunas ciudades, como Londres, imponen tasas a los vehículos que quieren acceder al centro de la ciudad . A un mayor precio, menos coches consiguen entrar. Esta medida es rechazada por partidos como IU, que indican que sólo dejarían el coche en casa los ciudadanos que no pudieran pagar este peaje. Ni PSOE ni PP defienden el modelo londinense para intentar evitar la entrada del millón de vehículos privados que cada día accede a Madrid desde otras localidades.

En Estocolmo (Suecia), la medida de cobrar por circular en el centro se aprobó mediante un referéndum entre la población: «Primero aplicaron la medida y, seis meses después, preguntaron a sus ciudadanos si querían mantenerla. El resultado fue un sí rotundo», explica Paco Segura, de Ecologistas en Acción.

La Generalitat de Cataluña impuso en 2008 una velocidad máxima de 80 km/h en la circunvalación de Barcelona. Según datos del pasado gobierno del tripartipo, la contaminación se redujo un 11% gracias a esta medida (además de rebajar también los atascos y la mortalidad).

Actualmente, Cataluña ha pasado con el gobierno de CiU a un modelo de limitaciones «flexible»: sólo se rebaja la velocidad los días de mayor contaminación. Este modelo también es defendido por el Partido Socialista de Madrid (PSM), según declaraciones a este diario de su secretario de Medio Ambiante, Miguel Aguado.

Las ciudades también pueden limitar las velocidades en los cascos urbanos . Ecologistas en Acción propone que ningún coche pueda circular a más de 30 km/h en las zonas residenciales, una medida que se aplica ya en todas las ciudades de Austria. Madrid ha adoptado esta limitación en las áreas de prioridad residencial de los barrios de las Letras y Lavapiés.

El tráfico actúa de igual manera que el gas: tiene a expandirse si tiene espacio para ello. Por eso, reducir el viario disponible para los vehículos privados es una de las propuestas en la que coinciden todos los grupos políticos.

Madrid ha peatonalizado ya numerosas calles y plazas del centro (Fuencarral, Arenal, Ópera, etc) y ha restringido a los no residentes el acceso a algunas áreas. «Es una tendencia que están siguiendo todas las ciudades europeas y que nunca va para atrás: cuando el peatón gana una calle, esta no vuelve a ser pisada por el tráfico», explican desde Ecologistas.

El grupo municipal socialista pide al Ayuntamiento que vaya más allá y actúe sobre las avenidas que más tráfico soportan: «¿Por qué no reducir carriles en calles como la Gran Vía y dejar solo uno para el transporte público?» se pregunta Pedro Santín, concejal de Medio Ambiente del PSOE. «Madrid no se puede permitir el lujo de tener esta calle colpasada como ahora», sentencia.

Grupos ecologistas reclaman el establecimiento de carriles reservados para autobuses en toda la ciudad. Incluso la reserva de calles exclusivas para el transporte público. Supondría la extensión de la «aleta de tiburón» a todas las calles donde compartan espacio con el tráfico privado.

El carril bus-VAO (reservado para Vehículos de Alta Ocupación) es otro ejemplo de una medida que serviría para premiar a los coches que viajen llenos y penalizar a los conductores que viajan solos. Ecologistas en Acción reclama que se instaure en todas las autovías de entrada a Madrid.

En periodos de alta contaminación, algunas voces piden dejar a mitad de precio el transporte público o, directamente, que sea gratuito. De esta forma sería utilizado por muchos más usuarios los días clave (siempre que se reforzara su frecuencia de paso, indica el PSM).

Permiten combinar el trayecto en vehículo privado y en transporte público. Madrid cuenta con algunos, como el de Ciudad Universitaria, pero estaba previsto que su número aumentara.

Para complementar esta medida, el Ayuntamiento anunció en 2009 la creación de varias líneas de «autobuses lanzadera» que acercaran rápidamente a los viajeros desde estos aparcamientos hasta el centro de Madrid. Iban a abrirse hasta once líneas «exprés», pero a día de hoy sólo están operativas la E1 (Atocha-Plaza Elíptica), la E2 (Felipe II-Las Rosas) y la E3 (Felipe II-Puerta de Arganda).

El Servicio de Estacionamiento Regulado (SER) de la almendra central, muy criticado en sus inicios, parece ahora ser una de las mejores medidas contra la contaminación, al disuadir a los que vienen de fuera a no venir en coche porque no tienen sitio para aparcarlo. Los ecologistas proponen avanzar un paso más: que se reduzcan o se eliminen en algunas zonas las plazas azules, destinadas a no residentes, y se sustituyan por verdes.

Por otro lado, el Ayuntamiento premia desde el 1 de enero de este año a los vehículos eléctricos e híbridos -poco contaminantes- permitiéndoles aparcar de forma gratuita en toda la zona SER.

Algunos ayuntamientos fomentan el uso del coche compartido entre desconocidos que coinciden en su trayecto. Además de ahorrarse un buen dinero a la vez que contribuyen a causar menos contaminación.

Un ejemplo: viajar desde Fuenlabrada hasta Madrid tiene un coste de 11,1 €. En el trayecto, además, se expulsan a la atmósfera 4,62 kgs de CO2, según la página compartir.org . Si dos conductores se pusieran de acuerdo para cubrir esta distancia juntos cada día al ir a trabajar, ahorrarían unos 128 € al mes.

Incluir a todos los taxis de la comunidad dentro del Consorcio Regional de Transportes, para que su coste sea más barato, es una de las propuestas que el PSM llevará a las elecciones regionales.

Este sistema facilitaría un descuento a los poseedores del abono de transportes al coger el taxi, abarataría sus tarifas y permitiría «conseguir reflotar a un sector muy afectado por la crisis», indica Miguel Aguado.

Los ciclistas son una rara especie en las calles madrileñas: solo el 0,6% de los trayectos se hace en bici. Aún así suponen 43.818 desplazamientos cada día por la ciudad.

El Ayuntamiento presentó un proyecto de bicicletas públicas de alquiler llamado MyBici que retrasó a la próxima legislatura por la crisis. Los partidos de la oposición apoyan esta nueva forma de transporte en la ciudad y urgen a su implantación inmediata. Mientras, algunos colectivos ciudadanos organizan marchas reivindicativas cada mes ( bicicrítica ) o recorridos para acudir a trabajar en bici los viernes ( En bici por Madrid ).