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LIBROS

«Asistencia obligada»: Borís Yampolski y la espeluznante memoria del miedo

Acusaciones falsas, tribunales represivos. Es el clima de terror que, bajo el dictado de Stalin, promovía la Unión de Escritores Soviéticos. Boris Yampolski lo reflejó en «Asistencia obligada»

«Asistencia obligada»: Borís Yampolski y la espeluznante memoria del miedo

CÉSAR ANTONIO MOLINA

Borís Yampolski (1912-1972) fue un escritor judío soviético de la región de Kiev (Ucrania). Entre los lectores españoles es prácticamente desconocido. Periodista del régimen comunista, fue miembro del PCUS y del Instituto Gorki. Durante la Segunda Guerra Mundial trabajó como corresponsal del periódico militar «Estrella Roja» y luego de «Izvestia» . Asistió al cerco de Leningrado (San Petersburgo). A pesar de tales méritos, los servicios secretos no hicieron fácil su vida. Investigado a la marcha de su padre a Estados Unidos y a su regreso, también le complicó la vida ser coleccionista de sellos del mundo .

Sobrevivió a numerosas purgas. En la de 1937 varios de sus amigos desaparecieron. Su condición de judío tampoco le favoreció. En la novela «La feria» cuenta la historia de un judío que, después de entusiasmarse con la Revolución bolchevique y de tener un papel destacado en ella, la abandona decepcionado y vuelve a su tierra y a los orígenes familiares. Varias de sus novelas («El capote verde», «No habrá denuncia», «El forastero») vieron la luz durante los años veinte dentro del más estricto realismo socialista.

Los disidentes quedaban sin papel, sin lápices, sin tinta, sin famaDurante la posguerra vivió en Moscú en un minúsculo apartamento comunitario y su disconformidad con lo que estaba sucediendo lo condujo a la marginación y al silencio, pues gran parte de sus obras no las vio publicadas en vida. En 1968 fue amonestado por reivindicar a Platónov. De este periodo son novelas como «El muchacho de la calle de las palomas», donde habla de las tradiciones hebreas y denuncia los progromos durante la guerra civil, o «Arbat, calle restringida», cuyo protagonista es un antiguo combatiente atemorizado por el KGB. «El campamento» fue directamente censurada y publicada en Israel en 1978. Yampolski dejó escrito en «Confesión» que el miedo había sido el «leitmotiv» de su obra: «Toda mi vida he tenido miedo. De hecho, si tuviera que elegir una palabra para definir mi vida, sería ‘‘miedo”».

Condición de hormiga, de mosquito

«Asistencia obligada» es un libro aterrador en el que Yampolski refleja todas las miserias de los autores pertenecientes a la Unión de Escritores. Durante una época frecuentó a sus compañeros para ir tomando notas de cuanto escuchaba y veía para luego redactar esta especie de diario, de memorias o reflexiones sobre los estragos que causa el poder totalitario sobre los intelectuales . El mundo de la cultura al servicio de la dictadura estalinista y soviética, que, a cambio de enaltecer las bondades del régimen, repartía comida, ropa, trabajo, publicaciones, e incluso facilitaba medios para los entierros, casas de recreo y viajes a países afines.

La Unión de Escritores era una agrupación sórdida donde la delación estaba a la orden del día; sus miembros formaban los tribunales represivos. Todos se vigilaban, todos se leían para denunciarse y adquirir más méritos, la mediocridad era el denominador común. La Unión de Escritores había sido la heredera, en 1932, de la Unión de Escritores Proletarios. Dos años después se celebró el Primer Congreso de Escritores, donde se proclamó como ideario el realismo socialista. Stalin les había conminado: «Escribid la verdad, y eso será realismo socialista» .

El miedo es el "leitmotiv" de la obra de Yampolski: «Siempre he tenido miedo»Yampolski denuncia la mediocridad de los autores con carné, únicamente dedicados a la búsqueda de prebendas. Es espeluznante cuando describe una reunión en la Unión de Escritores, en los años cuarenta, durante la campaña de terror de Zhdánov , tras su violento discurso contra Ajmátova y Zoschenko . La situación que refleja es aquella a la que se llega «cuando la creación deja de ser producto de la inspiración, de un carácter creador, y debe supeditarse a –lo que ahora se ha dado en llamar– un “sistema administrativo” unificado, al igual que ocurre con la economía y todo lo demás; cuando una organización, concebida como una asociación de personalidades creativas, se convierte en un mecanismo del Estado que imparte órdenes, que exige al artista que renuncie a su conciencia individual y que cumpla las directrices de los funcionarios, que las justifican con la buena intención de poner la literatura al servicio de “los intereses del pueblo y de toda la humanidad progresista”».

Intelectuales burócratas para la socialización del artista. Control del talento y reducción del mismo al nivel medio. Reeducación, previo castigo, de todos aquellos que se han desviado. «Se te priva de la palabra, de la opinión, de la personalidad, de la resistencia y te rebajan a la condición de hormiga, de mosquito, de mosca.»

Acusaciones basadas en cartas anónimas, en delatores anónimos. Confesión pública y relegación. La Unión de Escritores como un gueto o prisión de «lujo» donde los autores únicamente se relacionan con ellos mismos y se autovigilan y autocontrolan. «Asistencia obligada», la expresión que da origen al título del libro, se refiere a lo que ponía en un carta que conminaba a una reunión urgente a puerta cerrada. Los disidentes quedaban sin papel, sin lápices, sin plumas, sin tinta, sin máquinas de escribir, sin editoriales, sin trabajo, sin fama. Así le sucedió a Yampolski. Soltero, sin hijos, malviviendo en un cuartucho, con sus obras escondidas . Mientras, los dirigentes de la Unión de Escritores llevaban una vida de lujo, el lujo de aquellos años, es decir, disponer de algo frente a aquellos a los que se les negaba todo.

Escritores pesimistas y optimistas

Un escritor con poder era una persona cuya posición, en la sociedad y la literatura, no estaba en función de su talento literario ni de las obras que hubiera escrito, sino del cargo que ocupaba. Yampolski relata las detenciones de compañeros y los tormentos a los que estaban sometidos para que confesaran. Un comisario e inquisidor como Ermilov persiguió a Mayakovski y a Platónov y se vanagloriaba de haber acabado con ellos.

Todos se vigilaban, todos se leían para denunciarseLa Unión tenía dos cruzadas fundamentales. La primera, contra el cosmopolitismo. La segunda, contra el pesimismo. Los escritores pesimistas –vivos o muertos–, nefastos para la causa proletaria , eran Dostoievski, Bulgákov, Platónov, Mandelstam o Pasternak. Los escritores optimistas, a los que había que seguir, eran, por el contrario, Ezhov, Beria o el propio Stalin.

Los textos ocultos de «Asistencia obligada» quedaron en manos de Ilyá Konstantínovski (1913-1995), un escritor rumano amigo de Yampolski y legatario de su obra. Él los ordenó, los revisó y añadió notas aclaratorias. Por eso aparece su nombre junto al del autor. Novelista, dramaturgo, traductor, Konstantínovski creó una trilogía narrativa en la que se cuenta el movimiento revolucionario comunista en su país: «Primera detención» (1960), «Regreso a Bucarest» (1963) y «Meta» (1969). Del holocausto en Polonia y Rumanía trata «La prescripción del delito» (1966).

Cuando, ya muerto Stalin, Vasili Grossman (en este libro se relata el último encuentro de Yampolski con él) fue a la Unión de Escritores para interceder por Platónov , un burócrata le dijo: «Vivimos una época en la cual la cumbre del humanismo es preocuparse por uno mismo».

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