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«He visto cosas que no creeríais»: 30 años de «Blade Runner»

Se cumplen tres décadas del estreno de uno de los clásicos indiscutibles del cine de ciencia-ficción (y del cine a secas)

ABC

j. c.

Hace justo tres décadas, mientras por estos lares mirábamos embobados a un rectángulo verde y estrujábamos el magro zumo de Naranjito en el Mundial 82 (si a aquella selección española le contasen las proezas de la actual, sí que tendríamos una estupenda pieza de ciencia-ficción), buena parte del mundo contemplaba un campo más amplio, fascinante y estrellado. Después de las hazañas de George Lucas , y del «Superman» de Donner, el género fantástico galopaba plácidamente en caballo blanco, pero, a pesar de que en aquellas fechas se preparaban varios pesos pesados ( «Tron» , «Star Trek II» o «E.T.» ) necesitaba un golpe de gracia y de efecto, que le impulsase hacia otra dimensión. Quizá no tan lejos como con «2001. Una odisea en el espacio» aunque, quién sabe, a veces el olmo da peras y hasta kiwis.

El primero, Scorsese

El elegido para la gloria fue Philip K. Dick , un autor de ciencia-ficción tan genial como maldito por culpa de sus arranques visionarios y paranoicos. Ya en 1969, Martin Scorsese se había fijado en uno de sus más hipnóticos y amargos textos, «¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?» , para una posible adaptación que quedó en agua de borrajas. Ocho años más tarde, Robert Jaffe hizo otra intentona enmarcada en la comedia, que horrorizó a Dick, condenando al ostracismo al proyecto. Hasta que de nuevo fue desenterrado y ofrecido a Ridley Scott , que acababa de debutar en la ciencia-ficción por la puerta grande con «Alien, el octavo pasajero» .

En un principio Scott declinó la invitación porque tenía en mente otro solomillo sci-fi de aúpa: nada menos que la adaptación de «Dune» , que años más tarde se convertiría en arenas movedizas para David Lynch . Ante el rechazo de directores como Michael Apted, Bruce Beresford y Adrian Lyne , y gracias a la enésima versión del guión que por fin contentara a todas las partes, al fin se puso en marcha la maquinaria de «Blade Runner» , no sin antes cerrar un reparto que también provocó numerosos quebraderos de cabeza (solo para el papel de Deckard se barajaron nombres como Dustin Hoffman, Tommy Lee Jones, Sean Connery, Clint Eastwood, Paul Newman, Al Pacino, Nick Nolte, Gene Hackman y hasta Arnold Schwarzenegger, descartando el favorito original de Dick, Gregory Peck, por su avanzada edad).

Dustin Hoffman, Sean Connery o Schwarzenegger sonaron para el papel protagonista

Con la alquimia de Fritz Lang en el corazón y la gabardina de Asimov y sus leyes de la robótica en el cuerpo, «Blade Runner» logró su propósito de crear un metal nuevo, cine negro futurista y humanista con una sombra de duda de fondo ( «usted puede ser un replicante» ) y una corriente interna romántica pocas veces vista en el género (16 años después en «Dark City» y poco más), aparte de una visión de Los Ángeles, 2019 (al principio iba a ser 1992, fecha con connotaciones también kubrickianas; por cierto, en el montaje se usaron tomas descartadas de «El resplandor» ), que ha trascendido y encontrado poso en los sueños urbanos actuales, como un fantasmal Times Square o un Tokio con cataratas de soledad cyberpunk (otra de las tendencias que marcó el filme).

Como lágrimas en la lluvia

Pero, ante todo, lo que ha pasado a la historia es ese monólogo, casi a la altura del sermón de la montaña , que el último replicante Roy Batty (interpretado por un Rutger Hauer que se ganó la inmortalidad al momento) le suelta a Deckard, con los solemnes acordes de Vangelis de fondo y un aguacero infinito y plateado :

«Es toda una experiencia vivir con miedo , ¿verdad?

Eso es lo que significa ser esclavo.

Yo he visto cosas que no creeríais .

Atacar naves en llamas más allá de Orión .

Brillar Rayos C en la oscuridad, cerca de la Puerta de Tannhäuser .

Todos esos instantes se perderán en el tiempo , como lágrimas en la lluvia.

Es hora de morir ».

Estrenada un 25 de junio de 1982 , apenas tres meses después de la muerte de Philip K. Dick (quien solo pudo ver un aperitivo que también le dejó hechizado), «Blade Runner» se topó en la taquilla con un enemigo reciente e imbatible: el extraterrestre canijo y con cara de tortuga de Spielberg . Por si fuera poco, la leyenda negra de las múltiples versiones del filme (hasta siete, con unicornios incluidos), que no hacían más que desvirtuar la idea original de Scott, echaron más leña a la hoguera de una película que «pasó de fiasco a clásico sin haber sido nunca un éxito» , según confesó el cineasta británico, empeñado en seguir dándole vueltas al mito (aunque al principio se planteó como una saga) con la secuela , anunciada para fechas próximas, pero ya sin Harrison Ford y, seguramente, sin el magnetismo único de una película eterna .

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