Una de las sacristías más bonitas de España, una joya oculta en la Catedral de Sigüenza

Y es precisamente recorriendo su peculiar entramado como se llega a la bella plaza Mayor renacentista en la que se encuentran el Palacio de los Deanes, sede actual del Ayuntamiento, una serie de casas nobles, como la del Mirador y la de la Contaduría, erigida por el cardenal Mendoza a finales del siglo XV y la fachada meridional de la Catedral, su monumento más destacado, más allá de su castillo.

Las obras de este templo, declarado Bien de Interés Cultural, dieron comienzo a mediados del siglo XII en estilo románico –al que pertenecen las portadas de la fachada principal, los pilares del crucero, algunos de la nave central y todos los muros inferiores de la iglesia– a instancias del primer obispo y señor de Sigüenza, después de la Reconquista, D. Bernardo de Agén. Prosiguieron con influencia cisterciense, que quedó reflejada en la decoración vegetal y geométrica de las arquivoltas de su triple portada, y concluyeron en estilo gótico quedando completo el edificio en el siglo XV. A este último estilo pertenecen los muros superiores, el crucero y sus rosetones, los ventanales del presbiterio y de la nave central y el nuevo claustro. Desde finales del XV al XIX la catedral se enriqueció con nuevos espacios como el claustro, la sacristía mayor y la girola y obras artísticas de gran valor de diversos estilos.

Su planta es de cruz latina y el interior consta de tres naves separadas por fuertes pilares, excepcionalmente de planta cuadrada, con columnas gemelas empotradas en sus cuatro frentes, otra de amplio transepto y capilla mayor rodeada de girola.

En su interior, un espacio llama la atención por encima del resto y ese es la Sacristía de las Cabezas, una de las obras de arte renacentistas españolas más importantes que, en ocasiones, pasa desapercibida.

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Su diseño se debe a Alonso de Covarrubias y su ejecución a diversos maestros como Francisco de Baeza, Nicolás de Durango o Martín de Vandoma. La sala cuenta con una suntuosa portada renacentista, levantada en 1573, en la que intervinieron los entalladores Juan y Pedro de Buega bajo la dirección de Juan Sanz o Sánchez del Pozo con columnas adosadas sobre altos pedestales que se completa con varias hornacinas con esculturas de apóstoles. Los batientes de las puertas de nogal contienen tallas platerescas con diversas santas, como son Santa Lucía, Santa Marta o Santa Bárbara, creadas bajo la dirección del maestro Martín de Vandoma.

Ya en el interior la estancia de planta rectangular se forma por cuatro tramos de bóvedas y arcos fajones que son sostenidos sobre columnas jónicas. Es cuando el visitante alza la vista cuando descubre su auténtico esplendor que reside en la decoración de su bóveda encañonada, la cual, de hecho, da nombre a la sala y hace que uno se sienta observado en todo momento. Así, esta está cubierta con centenares de casetones con 304 cabezas con una expresividad increíble y más de 3.000 en menor tamaño a base de rostros sobre medallones, rosas y angelotes. Muchas de estas cabezas son retratos de personajes de la época, incluyendo al Papa, al Emperador Carlos y a su mujer Isabel, a diversos canónigos, cardenales y oficiales del templo, entre otros

Hacia esta se abre la capilla del Espíritu Santo o de las reliquias por medio de una portada muy ornamentada con arco de medio punto y reja de hierro forjado de Hernando de Arenas que trabajó según el dibujo de Xamete, quien hacía dibujos por encargo para altares y monumentos. Esta estancia es de planta cuadrada con una decoración plateresca en sus paredes.

Digna de admiración es también la pintura sobre lienzo obra de Doménicos Theotocópulos, conocido mundialmente como El Greco. Esta Anunciación, que corresponde a la última fase del artista –principios del siglo XVII– es una de las más exquisitas y espirituales versiones del augusto Misterio.