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Cinco de los castillos más bonitos para descubrir en pequeños pueblos de Guadalajara

De Torija a Sigüenza o Molina de Aragón. Estas son algunas de las fortalezas de imprescindible visita en una ruta por esta provincia

Imagen del castillo de Sigüenza, hoy Parador Nacional paradores
Rocío Jiménez

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Guadalajara puede presumir de ser la segunda provincia de España con más castillos del país por detrás de Jaén. En total, cuenta con 198 fortalezas repartidas por su territorio, muchas de las cuales están en un estado de conservación admirable. Perfectos para realizar un viaje en el tiempo a través de la historia de estas tierras o, simplemente, para quedarse prendado por su llamativa arquitectura y el lugar en el que se levantan son estos cinco castillos.

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Imagen del castillo de Torija

Castillo de Torija

El castillo de Torija se sitúa en una zona privilegiada como cruce de caminos y tránsito natural hacia Aragón. El origen de su planta actual data del siglo XV y fue obra de la familia Mendonza. Desde finales del siglo XVI dejó de ser habitado y solo en ocasiones excepcionales fue usado para albergar a reyes como Carlos V o Felipe II y a otros visitantes ilustres. En el siglo XIX sería ocupado por las tropas francesas del general Hugo y más tarde por Juan Martín el Empecinado que lo voló dejándolo en ruinas. La restauración actual se llevó a cabo en 1962.

Esta fortaleza es de planta cuadrada con torreones esquineros de planta circular. Destaca su gran torre del homenaje que se alza en el ángulo oriental como un apéndice de la fortaleza. Ubicado en el patio de armas está el Centro de Interpretación Turística de la Provincia de Guadalajara, el cual ocupa un moderno y funcional edificio de cuatro plantas y ofrece, desde 2016, un espacio dedicado a la figura del Cid y otro al Geoparque de la Comarca de Molina-Alto Tajo. Además, en las plantas superiores de la torre del homenaje se encuentra el museo del libro 'Viaje a la Alcarria', de Camilo José Cela.

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Imagen del castillo de Sigüenza

Castillo de Sigüenza

El castillo de Sigüenza, erigido en el siglo XII en lo alto de un pronunciado cerro de esta localidad, fue usada de manera continua como residencia de los obispos hasta mediados del siglo XIX. El obispo guerrero Don Bernardo de Agén fue el primero que acometió la reforma del castillo viejo, posiblemente una fortaleza árabe anterior mucho más modesta. En el siglo XV sirvió como refugio contra las razias efectuadas por los navarros durante la guerra de los Infantes de Aragón. Durante la ocupación napoleónica el castillo abandonó su carácter de residencia obispal para ser cuartel de las tropas francesas desde 1808. El hostigamiento de Juan Martín el Empecinado les obligaría a abandonarlo momentáneamente volviendo a ocuparlo en 1811 hasta que en 1827 volvió a ser residencia de obispos. Sirvió de fortaleza en las Guerras Carlistas por última vez sufriendo grandes destrozos, una ruina que se completó en la Guerra Civil.

Finalmente, tras una exhaustiva reforma se convirtió en Parador Nacional. El patio empedrado, las habitaciones con balcones de madera, la capilla románica del siglo XIII y el comedor abovedado permiten a sus huéspedes realizar un viaje al pasado.

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Imagen del castillo de Atienza

Castillo de Atienza

Situado en la parte más alta del pueblo, este es, sin duda, el monumento más representativo de Atienza. Utilizado por los celtíberos y luego por los árabes que construyeron una fuerte alcazaba, fue reformado por los cristianos tras la Reconquista. Durante la Edad Media cambió de manos numerosas veces. Fue ocupado por Alfonso III, Almanzor y Sancho García, entre otros, para ser tomado por Alfonso I de Aragón, rey consorte de Castilla por su matrimonio con Urraca I. En tiempos de Juan II fue tomado por tropas navarro-aragonesas en la Guerra de los Infantes de Aragón. Cuando perdió su valor bélico sirvió como prisión de Estado y como vivienda para nobles. Los franceses lo saquearon durante la Guerra de la Independencia dejándolo con el aspecto actual.

De esta fortaleza que constaba en sus inicios de dos partes se conserva, principalmente, su gran torre del homenaje y la puerta de acceso con arco de medio punto ubicada junto a un torreón de planta cuadrada. En el patio se encuentran dos aljibes tallados en la roca, uno de ellos con parte de la bóveda de ladrillo que lo cubría. La torre de vigía, que se levanta sobre un promontorio rocoso natural, es visitable y desde su terraza se obtienen unas vistas espectaculares del pueblo y su entorno. A los pies del promontorio se encontraba la otra parte del castillo de la que solo se conservan las murallas que lo delimitaban.

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Imagen del castillo de Molina de Aragón

Castillo de Molina de Aragón

Situado al norte de la provincia, asentado en la falda del monte que se eleva por encima de la población y el valle del río Gallo, el castillo de Molina de Aragón es el más grande y monumental de cuantos quedan hoy en Guadalajara.

El conjunto se compone de un primer cinturón amurallado conocido como albacara o cinto construido por Manrique de Lara (primer señor de Molina) que cuenta con numerosas torres defensivas y cuyo acceso principal es la Puerta del Reloj. El interior está formado por la fortaleza propiamente dicha, con seis torres de las que se conservan restos de dos y otras cuatro en buen estado y que están comunicadas por un adarve almenado, y por un gran espacio que, en el siglo XIII, cuando la señora de Molina era Doña Blanca Alfonso, albergó un barrio entero de la villa. En este solar están también los restos de la iglesia románica de Santa María del Collado y una sima natural conocida como Cueva de la Mora.

Desde el castillo se llega también a la conocida como Torre de Aragón, una torre pentagonal de tres alturas rodeada de una muralla con almenas. Se trata de una reconstrucción del siglo XIX, aunque aquí se situaba una fortaleza árabe que a su vez se levantó sobre un castro celtíbero.

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Imagen del castillo de Zafra

Castillo de Zafra

Situado en el municipio de Campillo de Dueñas, en mitad de la Sierra de Caldereros, está el castillo de Zafra, un magnífico ejemplo de castillo roquero del siglo XII que llama la atención por su ubicación en una zona de escarpada orografía. De esta fortaleza parcialmente restaurada se pueden ver los muros que conformaron su muralla almenada y reforzada con torres en sus esquinas. En el patio de armas se conserva el aljibe y la torre del homenaje presenta una puerta gótica de arco apuntado. Se le supone un origen de fortaleza árabe por aparecer citado en el primer Fuero de Molina dado por Don Manrique de Lara. Se cree que en la Edad Media llegó a albergar hasta 500 soldados y, durante los tiempos del rey Fernando III el Santo, Gonzalo Pérez de Lara, el tercer señor de Molina, se refugió en él. Dada su inexpugnabilidad se hubo de pactar la conocida Concordia de Zafra, por la cual la actual Molina de Aragón pasaría a formar parte de la corona de Castilla a la muerte de Gonzalo perdiendo así su condición de independiente.

Esta fortaleza que en la actualidad es de propiedad privada y cuyo interior no puede visitarse apareció en la sexta temporada de Juego de Tronos como 'La torre de la Alegría'.

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