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Fuente Dé, la gloria del silencio

La tranquilidad de los Picos de Europa se sublima en esta pequeña población ajena a la prima de riesgo y al riesgo de cualquier prima

Fuente Dé, la gloria del silencio

fernando rodríguez lafuente

«Ahí arriba ningún hombre escapa a su destino» (del alpinista Anatoli Bukreev). Y el destino se convierte en el valle de Liébana en un estado de felicidad invisible perdido entre prados, valles, colinas, peñas y remontes ajeno a la prima de riesgo y al riesgo de cualquier prima. No hay excusas. Quien, de verdad, desee decir «adiós», a esa barahúnda tremenda de ruidos y tertulias, tiene un lugar que le espera: Fuente Dé en Cantabria, en el macizo central del imponente Parque Nacional Picos de Europa . La capital de la comarca es Potes, una población montañera en la que está enterrado uno de los más lúcidos y cachondos de los creadores de La Codorniz, excelente cineasta, inventor de estrellas como Sara Montiel, dibujante irónico, pero, sobre todo, alpinista, Enrique Herreros. La huella indeleble del alpinismo pesa sobre toda la región como la marca imborrable de una aventura entre el silencio y el abismo.

Potes es el lugar de partida hacia el asombro, pero antes un paseo hacia la Torre del Infantado, todo lo que aquí se ofrece a los ojos del curioso visitante es una invitación a sentir los ecos y las voces de unas calles envueltas en el misterio de una historia legendaria , pero esto es sólo el aperitivo que uno degusta antes de emprender el viaje hasta el infinito: Fuente Dé, el circo del glacial, Peña Remoña (2.227 m.), El Cable (1834 m.), Cueto Redondo (1.999 m.), la travesía hacia las Vegas de Sotres por el valle de las Moñetas, los invernales de Berruga, los caballos lebaniegos en cualquier lugar, la fuente, el origen, el nacimiento del río Deva, el río de los salmones y el que delimita en su desembocadura, allá por Unquera, donde «las corbatas», las comunidades de Asturias y Cantabria. Qué lugar Liébana. Nadie puede pasar por el descomunal desfiladero de la Hermida, acceso enigmático, poderoso, extraño y cautivador -ya escribió Pérez Galdós: «Llaman a esto garganta; debiera llamársele el esófago de la Hermida, porque al pasarlo se siente uno tragado por la tierra»- sin parar en la pequeña, y conmovedora, iglesia de Santa María de Beleña, nada menos que uno de los orígenes del románico, con su perfil mozárabe, y el tejo plantado allí hace más de mil años.

Rincones acogedores

Sí, el tejo de los mil años, junto al olivo, el norte y el sur en una iglesia que aún impone el aura de un tiempo de penumbras y augurios. Y la peregrinación: Santo Toribio de Liébana. Bueno será recordar que Umberto Eco se inspiró en el Beato de Liébana surgido en estos parajes , en la sombra de la biblioteca del Monasterio, entre manuscritos y sentencias, entre sombrías condenas, con el viento del norte soplando las largas tardes de invierno, para escribir «El nombre de la Rosa».

Hoy el recinto respira la gracia de buscar entre sus recoletos rincones la acogedora sombra de Guillermo de Baskerville. Aquí se respira silencio, y es un silencio grato, añorado, agradecido. Fuente Dé es la gloria del silencio.

Fuente Dé, la gloria del silencio

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