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Zahara de los Atunes, lo ancho del Estrecho

Este pequeño pueblo blanco de Cádiz presume de unas inmensas playas de arenas níveas y de la almadraba en la que mueren los mejores atunes del mundo

Zahara de los Atunes, lo ancho del Estrecho

Alberto García Reyes

Según el viento de Levante, que escribe con furor sobre la arena de la playa, Zahara es la quietud a la que vienen a morir los atunes en mitad de la batalla que libran el mar y el océano, el Mediterráneo y ... el Atlántico , con el cabo Espartel de testigo y la ventolera silbando melopeas de la morería y estribillos de cantiñas jondas. Este lugar de extrema blancura que se alza ufano frente a la almadraba, entre la breña y la roca, dando dentelladas a la costa y pintando de sol sus arenas, ha sido durante años el edén recóndito de Andalucía. En su linde con Tarifa se ocultaron los alemanes del exilio nazi, zambucando en la montaña grandes casas de descanso desde las que se divisa la ira de los mares y la mano tendida de África. Y en su frontera con Barbate desemboca el arroyo Cachón, origen de la palabra cachondeo, nacida de aquellos tiempos en que los marineros, hartos de agua salada, lograban llegar a la dulce para irse de juerga. Zahara es por eso un lugar de sosiego y paz o de jolgorio. Es el templo de los atunes y de las noches. Un cielo de morrillos a la plancha y de chiringuitos de madrugada en la orilla.

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