Las paradas imprescindibles en un crucero por el Egeo y las islas griegas
Ruta entre historia y leyendas por Creta, Santorini, Patmos, Miconos o Éfeso
La Acrópolis de Atenas también pondrá límites al número de visitas por día
Elena Ortega
Al sur de la Grecia continental, incontables islas sagradas surcan la inmensidad del Egeo. Gracias a ellas los griegos desarrollaron la navegación y con ella, el comercio marítimo, gran motor del desarrollo de este territorio. Las condiciones, a veces extremas, del mar hacían que ... las expediciones tuvieran una gran carga supersticiosa, por los que los marineros realizaban sacrificios ahogando a caballos y encomendándose a los dioses en templos como el de Poseidón. Situado en el cabo Sunio, a aproximadamente sesenta kilómetros al sureste de Atenas, este templo fue construido en el año 449 a. C. sobre las ruinas de uno anterior destrozado por los persas. Sus columnas dóricas se muestran imponentes ante el azul cobalto del mar. Ese mar al que se arrojó por error el noveno rey de Atenas, Egeo, al pensar que su hijo Teseo había muerto en manos del Minotauro. Desde entonces el mar recibe su nombre.
Actualmente son los veleros y barcos turísticos los que principalmente navegan por estas aguas en busca de la seductora mitología de las islas helenas. Desde el cercano puerto de Lavrion parte la naviera griega Celestyal Cruises, ofreciendo una legendaria incursión en la cultura e historia del país a través de pueblos de pescadores, sitios arqueológicos, poderosos monumentos y playas que se funden con el cielo.
Rumbo a Creta
Siguiendo la estela de espuma marina, tal y como Teseo siguió el hilo que Ariadna le dejó para que pudiera salir del laberinto del Minotauro, el barco pone rumbo a Creta, la ínsula más grande de Grecia y la quinta del Mediterráneo, ubicada al sur del Egeo. En Heraklion, la capital de la isla que debe su nombre a Heracles o Hércules, el puerto está vigilado por la fortaleza Roca al Mar y el centro adornado por bellas fuentes venecianas y bulliciosos mercados y tabernas.
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El Museo Arqueológico expone la mayor colección de objetos de la civilización minoica, aunque para hacerse una idea del lugar donde nació la primera gran civilización europea, desarrollada en la Edad de Bronce, será fundamental dirigirse al palacio de Cnosos, importante referente religioso, político y económico levantado en el año 2000 a. C. y reconstruido en el 1900, cuando fue descubierto por el arqueólogo británico Arthur Evans. Muros decorados con representaciones de la época, salas interconectadas y tres emblemáticas columnas rojas hacen imaginar el trazado laberíntico que dio origen a la leyenda del Minotauro, el ser mitológico, mitad toro mitad hombre, al que venció Teseo.
Kusadasi: hacia Éfeso
Grecia comparte aguas de historia con Turquía, por lo que en un crucero por el Egeo será interesante abordar la ciudad antigua mejor conservada del país vecino. Tras pasar por el estrecho de Mícala, los viajeros avistan desde la cubierta del barco la 'isla del pájaro', una península frente al puerto de Kusadasi que da nombre a esta localidad balnearia de la Turquía continental. El imparable ritmo del puerto, con tiendas especializadas en alfombras y cazadoras de piel, se extiende hasta los bazares del centro, donde se unen otras de falsificación de bolsos y relojes.
Kusadasi es la puerta de entrada a Éfeso, histórico centro comercial del Mediterráneo donde han confluido varias civilizaciones de las que aún quedan reliquias inmortales. Situada a siete kilómetros mar adentro y protegida por montañas pétreas, fue fundada en el año 3000 a. C. De su extenso patrimonio aún permanece bajo tierra el 80%, aunque saliendo a escena en el Gran Teatro, con capacidad para 24.000 espectadores, o situándose entre las altísimas columnas de la biblioteca de Celso, la tercera más grande del mundo antiguo, uno puede hacerse a la idea del esplendor de sus días.
Dejando atrás los campos de melocotones y olivos que rodean Éfeso y adentrándose entre las montañas de la provincia de Izmir es posible descubrir pintorescos pueblos como Sirince. Sobre sus empinadas callejuelas de piedra, tatuadas con los típicos ojos de protección, se levantan blancas casas repletas de ventanas. En sus bajos, los habitantes venden joyas, vinos con sabor a fruta, café elaborado sobre arena y otros productos típicos.
Pistas
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Cómo llegar. Las aerolíneas Iberia y Aegean cuentan con vuelos directos a Atenas.
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Cómo moverse. Para conocer los destinos más codiciados del Egeo, una naviera como Celestyal Cruises puede resultar muy práctica gracias a su tamaño mediano y a la posibilidad de tener todo incluido.
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Dónde comprar. En Sirince, la joyería Demetrius Taki se ha hecho popular gracias a que sus joyas aparecieron en la película Troya.
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Dónde comer. La taberna Sarandauga es la más antigua de la ciudad cretense de Heraklio y uno de los lugares con más encanto para degustar tapas locales y brindar con ouzo.
Patmos y el abismo marino
De regreso al barco, el Egeo se empapa de nuevo en leyendas que continúan en la cercana isla de Patmos, una de las doce que conforman el archipiélago del Dodecaneso. Según la mitología, la diosa Artemisa hizo emerger Patmos del abismo marino. Nada más atracar en el pequeño puerto de Scala, la religiosidad invade a los pasajeros conduciéndoles hasta la sobrecogedora Gruta del Apocalipsis, donde San Juan escribió su Evangelio y el libro del Apocalipsis tras recibir la voz de Dios. Actualmente, en esta cueva tan solo vive un monje que ofrece tres misas diarias. El punto más alto de la isla lo corona el monasterio de San Juan, fundado en el siglo X en el pueblo de Chora y convertido en centro de peregrinación. El incienso no sólo impregna este fabuloso conjunto monástico, sino también sus calles de autenticidad y tradición.
Miconos
En Miconos es Eolos, el dios del viento, quien esculpe sus paisajes rocosos. Así lo atestiguan los seis molinos cuyas aspas, a veces inmóviles, acarician el cielo de Chora, la capital. El intrincado laberinto del barrio de Alefkandra, merece un tranquilo paseo entre restaurantes y coquetas tiendas. Sus casas níveas, de puertas y ventanas azules, rojas y verdes, se bañan en el agua, dándole el sobrenombre de 'la pequeña Venecia'. Alrededor, las cúpulas rojas, pintadas con este color para honrar la sangre de Cristo, envuelven bonitas iglesias, como la capilla de Santa Ana o la de Panachra. El sonido de sus campanas se pierde entre el oleaje mientras el sol despide el día.
Santorini
Entre resplandecientes blancos y azules, el dios Helios también está presente en la isla más ensalzada de Grecia, Santorini. Tal vez gracias a esa luz que gobierna sus días, los atardeceres de Oia se han convertido en un multitudinario ritual ineludible. Sus edificios, algunos con diminutas piscinas que parecen desembocar en el mar, hacen equilibrios en la vertiginosa cresta del rojizo cráter de Santorini, configurado en forma de media luna por una brutal erupción acontecida en el año 1646 a.C. . También las de Fira, a 335 metros, desafían la gravedad aferradas al cráter. Menos conocidos, y por lo tanto más auténticos, son los pueblecitos de Megalochori o Pyrgos. En la costa sur, los restos de la ciudad minoica de Akrotiri, estupendamente conservados gracias a la ceniza volcánica que la sepultó, atestiguan sus 4.000 años de antigüedad. Junto a ella, el dios Poseidón zarpa entre los rojizos de la Red Beach hacia nuevas leyendas del Egeo.
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