Irlanda: juego y ocio en la isla verde de moda

El éxito de McIlroy en el Masters junto al 'British' de Royal Portrush de julio ponen el foco aquí

Cinco experiencias que no pueden faltar en una visita a París

El hoyo 13 de Dunfanaghy tiene un 'green' en isla sobre el Atlántico que es todo un reto para los golfistas ABC

Miguel Ángel Barbero

IRLANDA DEL NORTE

No cabe duda de que Irlanda es un lugar donde el golf se vive de manera especial. Aunque la paternidad de este deporte se le atribuya a los escoceses, en la isla esmeralda se juega desde 1852 y eso le da un poso ... suficiente como para considerarse un referente en el mundo. El 16% de sus habitantes lo practica (en España, solo el 0,6 %) y tienen 494 campos para 4,9 millones de irlandeses (la población aproximada de Madrid, que cuenta con 30). De ahí que surjan grandes jugadores (Rory McIlroy es su principal estandarte, más aún después de su reciente victoria en el Masters de Augusta) y que entre tanta cantidad de recorridos haya aunténticas joyas que cualquier aficionado que tenga la posibilidad debe conocer.

Otra de las peculiaridades que tiene la isla es que su federación masculina se creó en 1891 y la femenina en 1893, mucho antes de la división política que provocó la guerra con los británicos y se consumó en 1921. Y, curiosamente, a pesar que desde entonces son dos países independientes, a efectos de este deporte son uno solo. Por eso, a la hora de promocionar sus destinos se alían con total naturalidad.

De cara al próximo Open Británico en Royal Portrush (Irlanda del Norte, Reino Unido), toda la zona insular septentrional está revolucionada, y esto incluye también a sus vecinos de la República de Irlanda. Por ello, los dos países colaboran en lo que llaman «descubrir el golf en el norte de Irlanda», por el que dan a conocer campos y lugares de interés que poder visitar antes, durante o después del 'major' más antiguo. Lo bueno que tienen estos diseños es que se pueden jugar en cualquier época del año, pues al drenar muy bien la lluvia no les afecta.

Campos de Irlanda del Norte

En una visita rápida por el entorno más cercano al británico Royal Portrush, que estará abierto al público hasta poco antes del torneo y que será mejor jugarlo lo más alejado posible de julio, se puede comenzar en Portstwart. Se trata de un 'links' de auténtico nivel, en el que se han jugado torneos profesionales (aquí ganó Jon Rahm el Open de Irlanda de 2917) y que destaca por unos primeros nueve hoyos de infarto. Están flanqueados por unas enormes dunas que hacen que la precisión por dejarla en calle sea fundamental para hacer una buena tarjeta.

 

El puente de la Paz en Derry

Luego, ya en la zona de Derry (o Londonderry, si se prefiere la nomenclatura más británica) hay campos de interior ('parklands') con otro tipo de sabor. El de City of Derry transcurre junto al río Foyle y es el preferido por los jugadores de la ciudad amurallada. Cuenta con una amplia arboleda que también exige finura en las salidas y la longitud y los 'greens' obligan a esmerarse para cumplir las expectativas. Mientras, el de Strabane tiene dos partes bien diferenciadas, una inicial bastante llana y facilona y otra totalmente diferente, con grandes cambios de altura en los tiros cercano a la montaña Sperrin y un hoyo 9 que quita el aliento y que discurre paralelo al río Mourne. Ambos clubes son centenarios y en la tradición que se respira por doquier reside su encanto.

De vuelta a la ciudad amurallada, conviene dedicarle un tiempo al turismo y a imbuirse de su ambiente e historia. Allí se vivió el 'lunes sangriento' de 1972, cuando paracaidistas británicos ametrallaron a trece personas durante una manifestación pacífica de activistas católicos. Numerosos murales decoran sus calles y hay que contemplarlos para entender una personalidad que no solo va de unionistas y realistas, sino también de protestantes y católicos.

Campos irlandeses

Más al oeste, sin una frontera que los delimite, se pueden jugar unos 'links' de primera en tres clubes muy distintos. Desde el exclusivo Portsalon, con un diseño muy cuidado y complicado que discurre siempre azotado por el Atlántico, al peculiar Greencastle, con el faro que marca el paso a unos segundos nueve hoyos más abiertos que los inciales, con el agua más cercana. Y, para sensaciones fuertes, el sorprendente Dunfanaghy, que de primeras puede parecer poca cosa por una casa club modesta y un dibujo plano, pero que en cuanto se sale y hay que lidiar con el vendaval constante todo cambia. Un auténtico reto para el golfista.

Vistas de Greencastle ABC

Después, para descansar, Donegal y el entorno. Cultura, gastronomía y Guiness para terminar de saborear un viaje inolvidable.

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