Cinco rutas de otoño inolvidables en una de las comarcas más bonitas de España
LIÉBANA, CANTABRIA
Un viaje en pleno Año Jubilar Lebaniego entre sendas de agua, monasterios, bosques y la impactante silueta de los Picos de Europa
El pueblo con vistas al Naranjo al que se llega en un funicular de 2,2 km bajo la montaña
Fran Contreras
Formada por cinco valles de brava naturaleza y abrupta y agreste geografía, amurallada por grandes paredes rocosas, encajada entre la cordillera Cantábrica y el macizo oriental de los Picos de Europa, en el occidente de Cantabria, los quinientos setenta kilómetros cuadrados de la histórica ... comarca de Liébana atesoran una energía especial. Morada para el ser humano desde época paleolítica, aquí perviven creencias, tradiciones y costumbres que se remontan a tiempos ancestrales. Sus montañas -que fueron refugio de eremitas, epicentro de peregrinaciones y en las que se escribió el primer libro ilustrado de Europa-, cubiertas por verdes prados y bosques de robles, encinas y castaños, son reserva natural de lobos, osos, corzos, nutrias, águilas reales, urogallos y nutrias. Liébana, con la llegada del otoño, muestra toda su fuerza, belleza y magia, y nos da la oportunidad de recorrer rutas y caminos que aúnan no solo naturaleza, sino también historia, arte, tradiciones y leyendas. Esta son las que les proponemos.
La Senda fluvial del Nansa
Un frondoso bosque de ribera nos espera en la senda fluvial del río Nansa. Comienza en Muñorrodero y termina en Puente Arrudo-Cades. Catorce kilómetros que discurren a orillas del cauce fluvial por las antiguas trochas de pescadores -hoy acondicionadas con pasarelas de madera y metálicas-, entre pinos, fresnos, sauces, alisos o encinas, con la compañía, si somos silenciosos, de nutrias, salmones, cangrejos de río o lampreas marinas. Una ruta -a la vera del río que nace en los macizos de Peña Labra y Peña Sagra, a 1.800 metros de altura, y que tras cuarenta y seis kilómetros termina su vida en el estuario de la ría Tía Menor- acondicionada desde el año 2010, declarada Lugar de Importancia en Cantabria, donde el silencio solo es roto por el murmullo del agua o el de las ramas de los árboles, que mecidas por el viento, parecen hablar entre ellas. Tenemos la posibilidad de dividirla: hacer los siete primeros kilómetros, desde Muñorrodero hasta la Central de Trascudia, o desde aquí, los siete últimos kilómetros hasta Puente Arrudo-Cades. Si le queda tiempo no dude en visitar la torre medieval de Cabanzón y 'La Encinona', declarado Árbol Singular de Cantabria, así como el Ecomuseo Saja-Nansa.
Senda Mitológica del Monte Hozarco y Canal de los Francos
Cicera, al pie del monte Cordancas -coronado por un gran hayedo-, es el punto de partida de una ruta que nos llevará a conocer a los seres de la mitología cántabra. Comienza en la ermita de Santa Catalina y recorre siete kilómetros hasta la cima del monte Hozarco y el Mirador de Santa Catalina. La senda se adentra en un robledal y continúa entre encinas, tilos, castaños y acebos donde nos recibe el 'Robledón', viejo y gran roble, de mirada penetrante, que cuida el que es hogar de los legendarios habitantes de estas montañas. Paso a paso irán saliendo a nuestro encuentro figuras de personajes mitológicos como el temido 'Ojáncano', hombre bestia con dientes de jabalí, que ataca a pastores y caminantes y rapta niños; la 'Anjana', hada protectora; el 'Trenti', duende travieso; el 'Musgoso', quien decidió abandonar la sociedad y vivir en los montes, de largas barbas, que avisa con su flauta de peligros; el 'Culebre', bestia mitad serpiente, mitad dragón, que devora el ganado; el 'Caballuco del Diablo', que avisa de la llegada de las tormentas; la 'Viejuca de Vispieres', anciana bruja protectora que pasea por las noches en su escoba de oro y plata; el 'Ramidejo', singular comadreja que nace cada cien años; el 'Alicornio', el 'Arquetu', el 'Pecu Ave', mitad hombre, mitad pájaro; el 'Tentirujo', que engaña con sus conjuros a todos con los que se cruza, o la 'Osa de Andara', la señora de las montañas, cuya piel es todo pelo y vive en las altas cumbres. La senda mitológica termina en un escarpado acantilado en el que se alzan los restos de la medieval fortaleza 'Bolos de Moro' -del siglo VIII, bastión defensivo en tiempos del rey Alfonso III-, con una de las más espectaculares panorámicas de Liébana, los Picos de Europa y el popular desfiladero de la Hermida, creado por el río Deva.
Desde Cicera, también tenemos la posibilidad de recorrer la ruta del Canal de los Francos por una escarpada ascensión envueltos por la naturaleza, hasta Lebeña y la iglesia de Santa María, templo mozárabe, en cuya entrada encontraremos el mágico sagrado Tejo -árbol sagrado por los cántabros, donde se reunía el Concejo-, y en su interior, un singular altar pagano con motivos solares y estelares grabados.
El camino del Castañar milenario El Habario
En Cabañes, en el municipio de Cillorigo de Liébana, comienza una singular ruta que nos llevará primero a Pendes y finalmente a Potes. Es el Camino de los castaños milenarios, declarado Lugar de Interés de Cantabria. Una senda de diez kilómetros de distancia que transita por una zona de pastos y un frondoso bosque formado por más de trescientos castaños centenarios, cuyos troncos superan los diez metros de diámetro, que han sido, y siguen siendo, uno de los grandes recursos para el ser humano -por sus frutos y madera- de un alto valor ecológico y etnológico. En el recorrido es parada obligatoria la quesería de las Brañas de Pendes, en la que podrá degustar y conocer el tradicional queso picón de Treviso, elaborado en las cuevas lebaniegas, donde se cura con hongos, entre ellos el penicillium. Si aún le queda tiempo, no debe dejar de visitar la Cueva de los Lacios y el Corral de los Moros, baluarte defensivo desde el siglo V, ubicados bajo el cordal del Pico Paña.
Camino Lebaniego
Potes, la 'Villa de los Puentes', ubicada en el centro geográfico de Liébana, donde es obligatorio degustar el cocido lebaniego en Casa 'A Guela' y descubrir su mágico orujo, en la Orujoteca de la Sierra del Oso, es el punto de partida de esta ruta de cuatro kilómetros por el valle Camaleño, siguiendo el Camino Lebaniego, que nos llevará por las faldas del monte Viorna hasta el Monasterio de Santo Toribio. Es uno de los cenobios más antiguos de España, uno de los cinco que tienen carácter jubilar, y sus orígenes están marcados por la leyenda, que cuenta que fue fundado por el monje Turieno, obispo de Palencia, en el siglo VI, quien lanzó su báculo para elegir la ubicación y fue ayudado por un oso y un lobo en su construcción. Escenario, testigo y protagonista de episodios de nuestro pasado que han conformado nuestro presente, en pleno Año Jubilar Lebaniego, es un buen momento para caminar con peregrinos/crucenos, atravesar la Puerta del Perdón, y descubrir o venerar la reliquia de La Santa Cruz, el Lignum Crucis, el mayor fragmento del madero en que fue crucificado Jesús de Nazaret que se conserva en el mundo, que llegó de la mano del obispo Santo Toribio desde Astorga. Un cenobio, además, marcado por la figura del Beato de Liébana, monje, político y escritor, creador del primer libro ilustrado de Europa y de un género en sí mismo, los llamados Beatos, declarados Patrimonio de la Humanidad. Su vida y obra se podrán descubrir en la Torre del Infantado de Potes, en el museo-exposición permanente 'El Beato de Liébana y sus Beatos'.
La ruta de las ermitas
En torno al Monasterio de Santo Toribio tenemos la posibilidad de realizar la llamada 'Ruta de las Ermitas'. Liébana fue territorio de eremitas y anacoretas que vivieron escondidos en las montañas en plena dominación musulmana. Con el avance de la Reconquista se fueron agrupando en pequeñas comunidades, cada una con su templo que, tras la fundación del monasterio, sirvieron para que los monjes hicieran sus penitencias. La senda recorre cinco kilómetros por la falda del monte Viorna, en el valle del Deva, y llega hasta las poblaciones de Mieses y Ojedo. Esta formada por la Cueva Santa, del siglo IX, excavada en la roca, prerrománica, según la tradición morada del obispo palentino Santo Toribio, y donde estuvo escondida la Santa Cruz, el Lignum Crucis; Santa Catalina, de estilo gótico, siglo XIII; San Miguel, del siglo XIII, y panorámicas espectaculares del valle; San Juan de la Casería, del siglo XIV, con portada de arco de medio punto y ábside cuadrangular; Santa María de los Ángeles, cuya talla del siglo XVI se venera hoy en el monasterio; la ermita de Tirso, de estilo gótico; y la iglesia de San Sebastián, prerrománica, con portada gótica, del siglo IX.
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