La cárcel real cacereña del siglo XVII que se convirtió en museo
En funcionamiento hasta 1981, esta prisión conserva su distribución original ofreciendo tres espacios expositivos, entre los que se incluyen las diferentes celdas en las que permanecieron los presos más temidos de la zona
Cáceres a través de cinco de sus castillos más icónicos
Ubicado en la provincia de Cáceres, Coria es un bello enclave histórico y monumental con más de dos milenios de historia, una ciudad para recorrer sin prisas, pero sin pausa porque los imprescindibles son muchos. Desde las murallas romanas que la cercan y ... sus cuatro puertas de entrada –San Pedro, de la Guía, de San Francisco y del Carmen–, pasando por el castillo de los Duques de Alba (siglo XV), cuya torre del homenaje destaca como emblema del dominio señorial, el convento de la Madre de Dios y el puente romano al que el río Alagón dejó huérfano tras el terremoto de Lisboa de 1755 –el cauce cambio de rumbo alejándose de la villa–, hasta la catedral de Santa María de la Asunción de Coria, donde se encuentra una de las reliquias más importantes de la cristiandad: el Sagrado Mantel.
Entre tanta monumentalidad también hay espacio para curiosos edificios como el de la Cárcel Real, cuyo título le viene por la condición de realengo, pues esta fue una ciudad regia durante la Edad Media y no porque acogiera a presos de alta estirpe.
Por encargo real
Al final de la calle Monjas se levantó durante años una prisión tras otra. A principios del siglo XVI los Reyes Católicos dictaminaron la obligatoriedad de levantar casas concejos y cárceles a todas las villas relevantes del reino de Castilla. El que ha llegado hasta nuestros días fue construido por el arquitecto Alonso Hernández de Garrovillas en 1686, tal y como indica la inscripción labrada en piedra sobre la puerta de acceso, y se financió por los fondos de la ciudad y su partido. Desde sus inicios fue un juzgado con calabozo.
De estilo barroco y planta rectangular, el edificio está realizado en ladrillo cocido, capa de mortero –visible en algunas partes– y rematado con sillería en esquinazos, vanos y alero. Sobre la puerta se puede ver el escudo de la ciudad en cuyo centro se destaca un león, animal que refleja el reino cristiano al que perteneció la villa. Un poco más arriba está labrado el escudo heráldico del Duque de Alba, marqués de Coria.
Este dispone de dos plantas: la baja acogía la sala de audiencias, la sala de carceleros, dos celdas destinadas a presos comunes y celdas de castigo, una de ellas soterrada. Todas tienen los techos abovedados de ladrillo lo que hace que sea más oscuro y húmedo. Algunas de estas celdas conservan hoy día marcas o garabatos que los presos hacían para dejar constancia de su estancia. Por su parte, el piso superior contaba con la sala del alcaide, una cocina y celdas en las que se encerraba a los presos más importantes y peligrosos, algunas de las cuales presentan techos de madera con artesonados. Además, se sabe que también hubo una mazmorra, pero desapareció en torno al 1690. Esta cárcel y sus fríos calabozos albergaron presos hasta octubre de 1981 acogiendo así durante unos 400 años a los peores maleantes de la zona.
Un museo entre calabozos
Una vez dejó de cumplir dicha función fue rehabilitado y acondicionado para acoger el Museo de historia, arqueología y etnografía de la ciudad de Coria, que abrió sus puertas en 1999. Actualmente, ofrece tres espacios museográficos diferentes. En primer lugar, está el arqueológico que, ubicado en la planta baja, cuenta con piezas que recorren un amplio período de la historia cauriense –desde la Prehistoria hasta su época medieval– y que han sido obtenidas tanto de intervenciones arqueológicas efectuadas en el término municipal como de donaciones de particulares.
Se pueden ver restos de industria Achelense, localizados en las terrazas fluviales del río Alagón, una escultura zoomorfa en granito (verraco) emblema del mundo céltico peninsular, una rarísima lucerna broncínea antropomorfa de posible procedencia norteafricana y un osulatum o instrumento médico de bronce de época imperial, entre otras cosas. En la segunda planta está el apartado etnográfico, donde se representa las Fiestas de San Juan, cuyos orígenes se remontan a los ancestrales tiempos de la cultura vetona. Por último, está la propia cárcel del siglo XVII.
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