Nordic walking en Sevilla: cuando el andar se hizo deporte

Las manos al alza, la espalda erguida y todo el camino aún por recorrer. Las zonas rurales de la provincia de Sevilla guardan trayectos para tomar contacto con la naturaleza de la única forma posible: entrando en ella. Recorridos de entre tres y veintidós kilómetros de distancia idóneos para disfrutar del paisaje. Unos nos descubren miradores y montañas, como el sendero de la Sierra del Viento, en la Sierra Norte ; algunos arroyo y embalse, como la Ruta del Agua, en Guillena; y otros, como La Dehesa de Abajo, en Isla Menor, o La Corchuela de Dos Hermanas, marisma y pinares de encantadores contrastes. Precisamente en esa última palabra encontramos la riqueza de la provincia de Sevilla: los contrastes.

La búsqueda de la estampa al andar varía en función de la zona en la que nos encontremos, pues nada tiene que ver La Campiña con la Sierra Sur o el Aljarafe con Doñana . Todos manifiestan su patrimonio natural a gritos, pero sus voces se distinguen con facilidad y luz propia. Por supuesto, pasar un día entre pedregales, veredas y lomas, tanto si lo hacemos acompañado como en solitario, nos abrirá el apetito. La propuesta gastronómica que nos ofrecen las rutas también es atractiva y no tiene por qué estar reñida con la salud y el deporte. Si antes mencionamos la Ruta del Agua de Guillena, resulta difícil no pensar en la venta de La Cantina, al principio (o al final) del sendero.

Todos los caminos, si nos informamos antes de asistir, tienen una parada cercana en la que reponer fuerzas y disfrutar de otro aspecto cultural de la zona: la comida. El arroz con pato de la marisma , las carnes de la sierra o los guisos autóctonos son algunos de los platos que podemos degustar según dónde nos encontremos. Los merenderos también son un continuo en el paisaje. Y cualquier llano, árbol o piedra puede servir como tal.

Cuando todo son dietas milagro, productos con los que adelgazar sin esfuerzo y tutoriales para quemar el máximo de calorías en el menor tiempo posible, viene Juan Antonio Corbalán, baloncestista retirado y médico de renombre, y sentencia con un titular: «no existe medicina tan beneficiosa y barata como el deporte» . Y, de entre todas las opciones de las que disponemos para practicar, andar deprisa es una de las más recomendadas. A nivel físico, aumenta la flexibilidad de las piernas y activa el flujo sanguíneo , previniendo así la aparición de varices. Es un ejercicio de tipo aeróbico que nos ayuda a perder peso y fortalecer los músculos sin causar los daños y lesiones que nos podrían ocasionar otras prácticas más extremas. Además, en la marcha nórdica, al utilizar los bastones, también tonificamos los brazos, hombros y la espalda. A nivel psicológico , los expertos aseguran que reduce el estrés y genera bienestar, por lo que estamos ante uno de los deportes más sencillos y beneficiosos.

«En contra de lo que pueda pensarse, la marcha nórdica no consiste simplemente en caminar con dos bastones en la mano, es más bien un conjunto de técnicas que buscan activar la parte superior del cuerpo mientras se camina», explica Javier Ramos , director y entrenador del club Nordic Walking Sevilla , quien insiste además que los bastones no sólo sirven para apoyarse sino para «impulsarse durante la marcha y coger velocidad»

Otro argumento de peso para echarnos a la sierra y caminar es lo poco que necesitamos. El escritor estadounidense Carl Sandburg dijo que «el tiempo es la divisa de la vida, y cada uno decide cómo gastarla». Por eso el propio tiempo es lo único de lo que de verdad debemos disponer para recorrer estas rutas . Ropa cómoda, unos bastones, algunas nociones básicas acerca de la postura y el patrón de marcha y unas cuantas horas en nuestra agenda. ¡Eviten las horas de mayor insolación! Y poco más. El camino nos espera en silencio pero pidiendo que vayamos, que solo es camino si alguien lo decide utilizar.