Bayona, la luz del Atlántico
Angostas y estrechas calles alfombradas de piedras, y el granito de las casas nobles rezumando olor a mar; olor a vida y a historia en cada recuncho
Abel Veiga
Bayona mística y guerrera. Historia en estado puro. Esencia de Galicia y alma de dos mundos unidos por un mismo mar. Belicosa y feudal, romana y renacentista . Esplendor y ocaso. Perla bañada por un atlántico susurrador y suave, desprovisto ya de su ... bravura y osadía, acariciador y embriagador. Cada piedra una historia en sí misma. Cada arenal un remanso de paz y ecos de presente y del ayer. Un retazo de otros tiempos que van y vienen en el imaginario. Diomedes, Viriato, César, Recaredo, Almanzor, Alfonso IX, Pezaña, Lancaster, Motuax, Madruga, Drake. Oro y plata, hierro y ardor guerrero que templaron gentes y caracteres. Templos y fortalezas. Señores feudales y cartas pueblas. Guerras e invasiones. Historias de piratas y armadas. Privilegios y fueros. La muy noble y leal villa de Bayona. La mística Abobriga según la tradición, primer nombre de Bayona. La villa embrujada de estética cristalina y mágica atravesada de viejas leyendas. La villa en que se avistó y arribó la carabela del Nuevo mundo, la Arribada, un primero de marzo de 1493 comandada por Alonso Pinzón y al mando de Sarmiento. Perla apacible del atlántico. Punto de encuentro y hermanamiento . «A “Pinta” bicoute con ledicia, descansando da inxente gloria, quedou para sempre na historia a Bayona de Galicia», como reza su himno.
Epopeyas de otros tiempos entre Portugal y Castilla se esconden bajo el envolvente de un municipio bello y sutil, lábil y suave donde la armonía con la naturaleza y la mar es total. Duerme recostada entre Nigrán y Oia , otras dos joyas y caprichos de la naturaleza en la Galicia atlántica , al abrigo de una hermosa y sugerente bahía que es pura sensibilidad de emociones y sueños.
Silenciosos cañones de Monterreal, hoy majestuoso y granítico parador que otea el horizonte y la fachada omnipresente de una bahía hecha poro y belleza, sutileza y luz límpida y cristalina. Viejo Monte Boi. Bueyes heráldicos y cruces sobre carabelas de pasados efímeros que ondean en su coqueto y excelso puerto marítimo. Capilla de Santa Liberata, Virgen del Carmen, y sobre todo su patrona, la Virgen de la Anunciada.
Eternos paseos contemplando la inmensidad azul de un mar vivo y penetrante, apacible y delicado. Montañas que fortifican su esencia y su alma peregrina. Cumbres de profunda mirada y horizontes infinitos. Angostas y estrechas calles alfombradas de piedras entre el Burgo y Sabarís, y el granito de casas nobles rezumando olor a mar, olor a vida y a historia en cada recuncho. Escondidas plazas serpenteadas de sencillos soportales que abrigan cantos y leyendas remotas. Susurros torrentianos en añejas tertulias literarias de ecos nunca apagados. Casas marineras . Bayona antigua, mística y guerrera, nobleza e historia. Bayona más moderna, puerto y ocio. Reencuentro y tradición, cosmopolitismo veraniego. Reposo y alegría. Paz y tranquilidad. Silencio paseando y uniendo A Ramallosa y Santa Marta con el puerto pesquero. Embrujo cálido desde la sierra de A Groba, miradores de Cortelliño y Chan da Lagoa o Arquiñas. Rías Baixas, corazón y latido vivo, inmensidad de sentidos que se subliman ante la retina y el alma gallega.
Bayona, la luz del Atlántico
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