El cárdigan es una muy buena idea si lo llevas así

No es algo que extrañe puesto que resulta mucho más sencillo combinar una sola prenda con un pantalón en lugar de tener que pensar en otra más que unir al estilismo. La cuestión es que complicar un poco más la tarea a la hora de vestirse puede dar a looks mucho más interesantes y la prueba está en el juego que da el arte del layering.

El cárdigan es una pieza fundamental cuando el objetivo es vestir a capas ya que puede ir tanto sobre una camisa como sobre un polo o una simple camiseta. Es más, permite incluso mezclar todas esas piezas juntas logrando un buen resultado. En esta capacidad de adaptación es en la que radica su éxito porque de la experimentación pueden salir ideas realmente sorprendentes. En eso y en cómo ha sabido transformarse a lo largo de los años.

Todavía hay quienes conciben estas chaquetas de punto como un elemento propio del armario de nuestros abuelos. Y no les falta razón puesto que no son nuevas. Han formado parte del vestuario habitual de muchas generaciones a lo largo de los años y es gracias a ese indudable toque retro que destilan a lo que han logrado sumar tantos adeptos en los últimos tiempos.

Ahora el cárdigan no se concibe en absoluto como una prenda de estilo clásico sino todo lo contrario. Por supuesto puede llevarse de un modo tradicional sobre una camisa y más esta temporada que la tendencia preppy vuelve a estar de moda –con unas zapatillas blancas y una gorra beisbolera, por ejemplo, es como coronan el look muchos expertos– , pero ahora como mejor funciona es en clave más urbana.

Una de las principales causas que han provocado la modernización del cardigan está en que ahora este se encuentra en declinaciones hasta ahora inexploradas. Ahora las proporciones en las que aparecen son completamente renovadas –la silueta oversize se impone– y se tejen en tonalidades más potentes o incluso atrevidos estampados para proporcionar una inyección de energía a cualquier estilismo.

Aun así, para acertar en su modo de uso, lo mejor sigue siendo recurrir a la gama de grises, beiges y azules marino que nunca fallan. Ya sabemos del poder de los neutros a la hora de vestir y aquí se confirma que nada como el minimalismo para crear un conjunto inteligente. Son colores fáciles de combinar, prácticos y tremendamente elegantes a los que podrás sacar mucho partido.

A partir de aquí ya solo hay que elegir el resto de piezas del puzzle estilístico. Estas son algunas reglas que puedes memorizar:

- Cuida las proporciones: si vas a llevar pantalones anchos opta por un cardigan menos amplio y viceversa. Puedes obviar esta teoría y animarte con todo XXL, pero nuestra recomendación es que solo lo hagas si es algo que va con tu estilo, de lo contrario no podrás evitar el efecto disfraz.

- Mejor desabrochado: para potenciar el toque 'cool' de una chaqueta de punto lo mejor es que se queden los botones sin poner para mostrar lo que se lleve debajo. Es fundamental para lograr un look relajado. Si prefieres no dejarlo suelto, en ningún caso lo unas solo por uno del medio.

- Vigila la longitud de la manda: asegúrate de que es la correcta y quede perfectamente encajada la costura sobre los hombros. Si vas a llevarlo con camisa, evita que se vea el puño salvo que decidas llevarla remangada.

- Monocromatismo o juego de tonalidades: esto es una cuestión exclusivamente de gustos aunque, si atendemos a lo que más lucen los insiders, lo que mejor queda es optar por ir todo de un mismo color o, en su defecto, moverse en una gama amable y no tirar tanto de contrastes muy marcados.

Un último detalle que puede ser decisivo es que la chaqueta de punto además de caer de manera orgánica sobre los hombros, tenga el largo suficiente como para cubrir la zona del cinturón pero sin llegar hasta los bolsillos.