La respuesta de los jóvenes rompió el prejuicio contra su generación
Tres sociólogos analizan para ABC el movimiento solidario de los más jóvenes en la dana. Cargados con escobas y palas, empujados por la emoción, se remangaron para ayudar a las víctimas sin que nadie se lo pidiera
Dana: la vida y la muerte en cien metros
Paiporta (Comunidad Valenciana). El 2 de noviembre de 2024. Dos jóvenes limpian hogares y calles y ayudan a los afectados tras la devastación de la DANA.
Cientos de jóvenes de Valencia y todas partes de España se desplazaron a los pueblos devastados por la dana hace un año con genuina generosidad y sin esperar órdenes de las autoridades. Se coordinaron a través de las redes sociales sin experiencia en voluntariado ... y cargaron con material de limpieza durante kilómetros para recuperar hogares y calles inundadas de agua y barro.
Fueron espontáneos e incontrolables, pero, a pesar del caos de aquella respuesta masiva, su papel fue fundamental para aliviar el dolor de muchas familias que se vieron con la vida rota. Con sus palas y escobas al hombro, los jóvenes demostraron ser nuestra mejor España. Y ayudaron a derribar el viejo prejuicio de que las nuevas generaciones son indiferentes al dolor ajeno.
El sociólogo Mariano Urraco, profesor de la Universidad Complutense de Madrid y especializado en juventud, lo tiene claro: lo que movilizó a los chavales no fue una tendencia ni un cambio generacional, sino un valor muy español visto en anteriores tragedias.
«Fue fundamentalmente la solidaridad, lo vimos en el chapapote y lo vimos en la dana», dice Urraco, que continúa con que, a pesar de que se hable tanto de «polarización» y «de lo que nos divide», en realidad, «nuestra sociedad está más cohesionada de lo que pensamos, y nos olvidamos de las cosas que nos unen, que son muchas; y esto es una prueba».
Urraco no cree que un descontento ante lo político y social entre la población más joven fuera el elemento determinante para movilizarse. «Puede haber algún tipo de molestia respecto a las instituciones y gobiernos, y que los jóvenes consideren que si no lo arreglan ellos, no lo hará nadie, pero no creo que sea lo fundamental a la hora de coger un pico y una pala y ayudar», sostiene.
Esa creencia de que cada vez la juventud mira más para su ombligo es errónea para este sociólogo: «No creo que haya una crisis de valores ni que los jóvenes sean individualistas ni estén obsesionados con su móvil». Y añade que el viejo tópico del joven vago es una «ficción» que responde a una mirada sesgada: «Es una distorsión, una visión muy poco inocente, porque obedece a intereses muy claros: estigmatizar a los jóvenes y presentarlos como inútiles».
Este sociólogo de la Complutense duda de que lo vivido en la dana acabe con este prejuicio, pero sí cree que servirá para dejar de «generalizar»: «Entre los jóvenes hay muchas diferencias, no se puede meter a todos en el mismo saco y no podemos pensar siempre mal de ellos como si fuera una generación ensimismada e indiferente a lo que pasa a su alrededor». Al contrario, Urraco celebra que la solidaridad sigue siendo un valor predominante entre la juventud frente a esos discursos individualistas y muy ruidosos de los que se hacen eco tantos otros en redes sociales.
«Es una ficción, una distorsión, presentar a los jóvenes como vagos e indiferentes»
Mariano Urraco
Profesor de la Universidad Complutense de Madrid y especializado en juventud
«Los jóvenes no son idiotas, aunque en YouTube haya cretinos diciendo: 'Lo que tienes que hacer es buscar tu éxito individual, olvidarte de los débiles e ir a lo tuyo', y la gente diga: 'Eso es lo que consumen los jóvenes'. Pues, en realidad, ellos saben en qué situaciones hacer A o B, y también consumen otros contenidos y casi siempre eligen hacer lo correcto», asegura Urraco.
Por su parte, el sociólogo Sebastián Mora, miembro de la Cátedra de la Cultura del Encuentro de la Universidad Pontificia de Comillas, considera que la respuesta espontánea de la chavalería se apoya «en la sensación de que nos puede tocar a cualquiera» y eso «incrementa el sentido de responsabilidad comunitaria» en los jóvenes. Estos, abunda, tienen una conciencia social «novedosa». Así lo explica Mora: «Están más atentos a la emergencia que a lo sistémico y a lo espontáneo que a lo institucionalizado».
Con esto el sociólogo de Comillas quiere decir que los ciudadanos más jóvenes reaccionan con mayor sensibilidad a movimientos que surgen de forma natural e improvisada frente a lo oficial: «Los jóvenes -y quiero dejar claro que esta expresión es una generalización porque en realidad hay muchos tipos de jóvenes- tienen menor confianza en las instituciones y una solidaridad no institucionalizada -por ONG o Administraciones- parece que conecta más con su sensibilidad». Y esta idea trasciende también de la conversación de ABC con los sociólogos Urraco y Jiménez Redondo.
«Los jóvenes son mucho más conscientes y comprometidos y sin cargas ideológicas»
Juan Carlos Jiménez Redondo
Catedrático de Historia del Pensamiento y de los Movimientos Sociales de la Universidad CEU San Pablo
Mora recuerda que la respuesta social al Prestige tuvo las mismas características: «Más de 30.000 voluntarios a golpe entonces de SMS». Respecto al uso actual de las redes sociales ante catástrofes, este experto detecta dos problemas. El primero, la «desinformación por saturación y exceso» que conduce a la «simplificación». El segundo, la ya citada desinstitucionalización. «Creemos que con estar conectados por las redes, las instituciones son irrelevantes», advierte Mora, que explica en este contexto el lema 'Solo el pueblo salva al pueblo', que tuvo tanta penetración entre los jóvenes voluntarios durante los días más duros después de la dana.
Mora también rechaza la idea de que los jóvenes son «vagos», pero no cree que lo vivido acabe con el estereotipo. Y lamenta las dificultades que tienen los chavales hoy. «¿Qué más le queremos pedir a los jóvenes?», se pregunta, y añade: «La brecha entre generaciones mayores y jóvenes presenta una sociedad rota y fragmentada en la que los jóvenes son perdedores. Igual la pregunta no es cuánto de solidarios son, sino cómo la sociedad puede ser solidaria con unos jóvenes anclados en la fragilidad vital y vulnerabilidad social».
Juan Carlos Jiménez Redondo, catedrático de Historia del Pensamiento y de los Movimientos Sociales de la Universidad CEU San Pablo, explica que la mayoría de las encuestas de valores coinciden en que «los jóvenes actuales tienen un alto sentido del compromiso social». Y pone sobre la mesa la cuestión ideológica. Según explica, durante décadas se asoció que un joven comprometido era «de izquierdas» y explica que eso terminó generando desconfianza en una parte de la población.
«Los jóvenes están más atentos a lo espontáneo que a lo institucionalizado»
Sebastián Mora
Miembro de la Cátedra de la Cultura del Encuentro de la Universidad Pontificia de Comillas
Jiménez Redondo cree que la dana es «un perfecto ejemplo» de que hoy la juventud es «mucho más consciente y comprometida sin carga ideológica de lo que se piensa». Pero lamenta la «difícil» situación laboral y de vivienda a la que se enfrentan. «Por tanto -argumenta Jiménez Redondo-, no conviene confundir insatisfacción con falta de compromiso. Los jóvenes se comprometen, pero no encuentran ámbitos claros que les permitan tener voz en el espacio público». Y añade: «Intentan encontrar su camino que, en demasiadas ocasiones, lo consideran cerrado».
Destaca como aspecto positivo de las redes sociales que les ayudan a «tejer lazos de solidaridad grupal» como los vividos con la dana, aunque, según admite, también han «sustituido» a la prensa como fuente de información. Eso les da «una sensación de horizontalidad que dota de credibilidad a todos los mensajes» y, muchas veces, sin una mirada crítica sobre ese contenido.
Para Jiménez Redondo la dana sí sirvió para mirar a los chavales de otra manera, aunque también recuerda que ellos deben ser conscientes del riesgo de esa cierta arrogancia que viene de serie con sus edades y trabajar en ello. «O se avanza en un verdadero diálogo intergeneracional -explica el experto del CEU- o los estereotipos generacionales seguirán conformando formas espurias de percibirnos como sociedad».