El Papa reaparece en público en buena forma en su primera audiencia general después de la operación

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Javier Martínez-Brocal

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Francisco ha recorrido la plaza de San Pedro con el papamóvil, y se ha detenido varias veces para bendecir a bebés y tomar el mate que le han traído varios argentinos. «Hoy debemos tener paciencia con el calor… Gracias por haber venido, con el calor que hace», ha bromeado nada más comenzar.

En su catequesis, el Papa ha propuesto algunas claves sobre la labor educativa, al hilo de las hazañas de una santa que en vida fue excomulgada, la australiana Mary MacKillop. Esta mujer del siglo XIX es una heroína nacional de su país, pues abrió escuelas para miles de niños pobres, y se ocupó de dar dignidad a enfermos y ancianos abandonados en las zonas rurales, «donde otros no podían o no querían ir», ha destacado Francisco.

El Papa ha dicho que «educar no consiste en llenar la cabeza de ideas, sino en acompañar y animar a los alumnos en el camino del crecimiento humano y espiritual, mostrándoles cómo la amistad con Jesús resucitado ensancha el corazón y hace la vida más humana». Para conseguirlo, ha propuesto una de las ideas de Mary MacKillop, quien sugería «sabiduría, paciencia y caridad por parte de cada profesor».

Francisco ha mencionado el «pacto educativo» que lleva años impulsando entre familias, colegios y otras instituciones de la sociedad, y ha dicho que «educar es ayudar a los alumnos a pensar bien -el lenguaje de la inteligencia-, a sentir bien, -el lenguaje del corazón-, y a hacer bien, -el lenguaje de las manos-».

Como MacKillop se empeñó en dar formación a los niños que no tenían recursos, el Papa se ha apartado del texto que tenía preparado para recordar que «el cuidado de los pobres no es secundario en la propuesta cristiana. No hay santidad si de un modo u otro no se preocupa de ellos. Los mendigos son protagonistas pues atraen la atención hacia esa enorme injusticia de la pobreza, ante la cual la sociedad gasta dinero en armas y no en comida».

También el Papa ha recordado que «mañana celebraremos la solemnidad de los santos Pedro y Pablo», y ha dicho que rezará especialmente por «el querido pueblo ucraniano, para que pronto encuentre de nuevo la paz». «Hay mucho sufrimiento en Ucrania, no lo olvidemos», ha concluido.

Entre los quince mil peregrinos que había en la plaza, le escuchaban en primera fila el nuevo arzobispo de Madrid, Jesús Cobo, y el de Granada, José María Gil Tamayo, con quienes el Papa Francisco se ha detenido muy cordialmente. El Papa les entregará mañana, fiesta de San Pedro y San Pablo, el «palio» durante una ceremonia en la basílica de San Pedro. Se trata de una cinta de lana que los arzobispos metropolitanos llevan en las ceremonias litúrgicas.

En el Vaticano este miércoles había también una representación de la «escolanía de los Seises», el coro de cincuenta niños y jóvenes de la catedral de Toledo. Aunque han cantado esta mañana mientras el Pontífice recorría la plaza con el papamóvil, se han reservado para mañana el «Tu es Petrus» a cinco voces de Cristóbal de Morales.

Esa misa en la basílica será la última gran ceremonia del Papa Francisco antes de las vacaciones que comenzará el sábado 1 de julio, y que se prolongarán hasta el 2 de agosto, cuando emprenderá una visita de seis días a Portugal para participar en la Jornada Mundial de la Juventud de Lisboa.