Llevado y sostenido por todo el pueblo de Dios
«Los tiempos que un Papa transcurre en el hospital no son 'tiempos muertos' desde el punto de vista de su guía»
Con gratitud y con esperanza (25/02/2025)
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Iniciar sesión«Concédenos padecer en nuestro cuerpo lo que faltó en tu Cruz», canta un antiguo himno de la tradición cristiana. Este domingo el Papa Francisco hacía llegar su mensaje para el rezo del Ángelus desde su habitación en el Policlínico Gemelli, y se refería ... a la «bendición» que se esconde dentro de la fragilidad, porque esta condición nos permite aprender aún más a confiar en el Señor, y daba las gracias a Dios «porque me da la oportunidad de compartir en el cuerpo y en el espíritu la condición de tantos enfermos y personas que sufren».
Efectivamente, la forma de afrontar la fragilidad en sus múltiples facetas, y específicamente el sufrimiento ligado a la enfermedad, forma parte esencial del testimonio cristiano y del testimonio apostólico. Existe una cátedra de la cruz, como diría San Juan Pablo II, que pertenece sustancialmente a la enseñanza que el pueblo cristiano puede esperar de quienes han sido llamados a ser sus pastores. Por eso los tiempos que un Papa transcurre en el hospital no son «tiempos muertos» desde el punto de vista de su guía. Naturalmente, cada circunstancia impone sus condicionantes y la de la enfermedad no va a dejar de imponérselos al Papa: hay decisiones que pueden retrasarse, hay presencias que deben anularse, se hace más complicada la relación con los colaboradores, en el límite, muchos aspectos del gobierno pueden quedar temporalmente en suspenso, es algo que ya hemos visto muchas veces en la historia. Sin embargo, el testimonio de que sólo Cristo es quien nos salva, y de que Él permite vivir con esperanza cualquier dolor, cobra un realce enorme.
Recuerdo con una pizca de ironía algunas viñetas que, en 2013, presentaban a Francisco como un superhéroe con capa (blanca, naturalmente), capaz de vencer cualquier dificultad con sus superpoderes. No muy distinto, por cierto, de aquel «Huracán Wojtyla» que sirvió para que algunos medios dibujasen un momento esplendoroso del pontificado de Juan Pablo II. Este domingo, Francisco decía sentirse «como llevado y sostenido por todo el Pueblo de Dios», refiriéndose al cariño, la cercanía y, sobre todo, la oración de miles y miles de católicos en todo el mundo. No es una reflexión piadosa de manual, es la conciencia aguda de una verdad que a veces se nos olvida. También el Papa, «siervo de los siervos de Dios», es un pobre hombre que necesita ser sostenido por Cristo en cada momento, y eso se hace más evidente en la enfermedad. Mientras prosiguen las quinielas (algunas manifiestamente catatónicas) y desde diversas trincheras se intercambian análisis como pedradas, Francisco, el hombre, el cristiano, el Papa, se mide con la magnitud del Misterio, se confía al dulce nombre de Jesús y al consuelo de su Madre santísima, y se siente sostenido por la multitud de los santos, de arriba y de abajo. Toda una catequesis.
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