La Iglesia y los orgasmos
«Prefiero dedicar el tiempo a san Juan de la Cruz o Hildegarda de Bingen»
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Iniciar sesiónEl argentino cardenal Víctor Manuel Fernández, Prefecto del Dicasterio para la Doctrina de la fe, ha sido, una semana más, el centro de atención mediática mundial de la información sobre la Iglesia. Ahora a propósito de un libro que escribió con 36 años, « ... La Pasión Mística, espiritualidad y sensualidad», que esta descatalogado y que no aparecía en su biografía oficial. Un texto en el que explica las diferencias entre el orgasmo masculino y el femenino, entre otras cuestiones que no voy a describir. Esta polémica tiene el antecedente de otro trabajo suyo, también de época lejana, «Sáname con tu boca. El arte de besar». Tengo que confesar que he leído ambos libros y prefiero dedicar el tiempo a san Juan de la Cruz, a Hildegarda de Bingen o a alguno de la descatalogada colección «La sonrisa vertical».
Al margen de que hay una evidente campaña internacional que pretende desprestigiar al cardenal argentino, y por tanto a quien le nombró, de fondo también está el debate sobre el contenido doctrinal de este pontificado y el papel del cardenal Fernández, autor no sólo in fábula, de los más importantes textos firmados por el Papa Francisco. Permítaseme que ejemplifique la cuestión. San Juan Pablo II escribió, cuando tenía 40 años, «Amor y responsabilidad», un libro para jóvenes y matrimonios jóvenes en el que también se hablaba, en varias ocasiones, del orgasmo. Este libro es la referencia de sus catequesis sobre el cuerpo de 1979 a 1984. La teología del cuerpo de Juan Pablo II, y sus implicaciones en la concepción cristiana de la sexualidad y en el matrimonio, aplicando allí la nueva filosofía personalista, supuso un evidente avance no propiamente en el contenido de la teología moral sino en la forma de abordar y hablar en la Iglesia sobre esta materia. No es necesario, creo, que diga más, ni que haga comparaciones. Antes se pensaba que la Iglesia estaba obsesionada con el sexo, incluso en la predicación. En una sociedad hipersexualizada, no parece que ésta sea una prioridad de la propuesta cristiana aunque, semana tras semana, parezca ser el tema de nuestro tiempo.
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