Hola, soy asexual: «Los besos y abrazos, sí, pero no me interesa lo que viene después»
No es celibato, baja libido ni tampoco ningún tipo de trastorno. La asexualidad, que no termina de resultar cómoda para la comunidad LGTBI, la vive en torno a un 1% de la población que en su vida cotidiana no experimenta deseo sexual
Poliamor, poligamia, asexual... Diccionario para entender el 'nuevo' amor
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónEn todo grupo de adolescentes, universitarios o jubilados con solteros en sus filas se ha colado alguna vez la pregunta más indiscreta de los cuestionarios post cita: «Bueno, pero, ¿al final pasó algo más?«. Incomoda a cualquiera, pero hay un 1% de la ... población a quien enfrentarse a la cuestión le puede resultar especialmente molesto. Son las personas asexuales, aquellas que no experimentan atracción sexual por nadie y, en contra de la creencia existente, no se trata de una elección.
Leticia Rey empezó a notar que era diferente a los catorce años, cuando no sabía qué decir si sus amigas le preguntaban quién le gustaba. Lo primero que se le pasó por la cabeza fue convencerse de que ya se le despertaría lo que se le tuviera que despertar pero, ante la insistencia de su entorno y «para que la dejaran en paz», comenzó a inventarse cosas. «Cuando iba a mi pueblo decía que tenía un novio en Toledo. Allá donde fuera contaba romances que eran pura ficción porque para mí lo de los chicos, el amor, era algo muy de princesas Disney, que se solía quedar en el plano platónico. Había gente que pensaba que no había madurado del todo, que era infantil. Pero no, yo era asexual«.
Ahora bien, no sentir atracción sexual no implica no tener sexo o ser célibe, ni tampoco huir de la pareja o no sentir atracción emocional o romántica hacia otras personas. «Ser asexual, no significa ser asexuado«, resume Loola Pérez, que además de estar graduada en Filosofía es sexóloga y psicóloga. De hecho, Rey está casada y deja claro que no siente aversión hacia el sexo. «Lo vivo de otra forma, me encantan los besos y los abrazos, pero no me interesa lo que viene después». Esta toledana de 35 años reconoce que quizá a su marido le apetecería mantener relaciones más a menudo, aunque el placer, dice, tiene muchas formas. «De todos modos, tengo que decir que, a veces, coincidiendo con algún eclipse, me ha apetecido», comenta sin titubeos.
Pero la seguridad que transmite Rey no es tan habitual entre personas asexuales. Según una encuesta realizada este mismo año por 40dB para la Federación Estatal LGTBI, un 36,3% no ha 'salido del armario' de la asexualidad. Y parece que ellos tienen más reticencia que ellas a reconocerse. De hecho, en el curso de este reportaje, ABC conversó con perfiles que finalmente prefirieron que su testimonio no apareciera publicado. La realidad del llamado espectro gris es compleja y ni siquiera están del todo a gusto dentro de la comunidad LGTBI, donde hay algunas voces que prefieren dejarlos al margen. «Parece que en los dos últimos años esto ha ido cambiando, pero los asexuales hemos tenido la sensación de que 'nos acoplábamos' al movimiento», refiere Rey.
La patologización
A lo que hay que añadir que esta forma de vivir la sexualidad, más bien invisible, se confundía hasta hace no mucho con el trastorno deldeseo sexual hipoactivo. Según explica Pérez, se trata de una disfunción sexual que aparece cuando una persona vive una disminución o ausencia de fantasías eróticas, así como de deseos de actividad sexual de forma recurrente y persistente. El deseo sexual hipoactivo provoca malestar y pérdida de autoestima y puede tener causas psicológicas u orgánicas, pues podría venir de la mano de enfermedades como la diabetes, el cáncer o algunos problemas hormonales. Surge entonces otra pregunta: ¿ocurre algo en el organismo de las personas asexuales que explique la falta de deseo? Aparentemente, no.
«Todo era normal, no tenía ningún desajuste hormonal ni ninguna enfermedad»
Leticia Rey
Como relata Rey, cuando cumplió la mayoría de edad se enamoró de un hombre heterosexual con el que inició una relación. Por primera vez no era platónico, pero la falta de atracción, «de ganas», seguía ahí. ¿Y si algo no iba bien? Entonces Rey, que de entrada descartó que aquello fuera consecuencia de un trauma psicológico, optó por acudir al médico a explorarse. «Todo era normal, no tenía ningún desajuste hormonal, ninguna enfermedad de ningún tipo. Así que decidí pausar mi relación y pararme a entender mi asexualidad, me informé y comprendí que no era la única».
Un universo velado
También forma parte de ese 1% la profesora de Filosofía Belén, para quien su asexualidad todavía hoy es «un enigma» que ha tratado de acercar a este diario a través de varios audios de Whatsapp que podrían pasar por un pódcast psicoanalítico. "¿Cuál es la línea que me separa a mí de una persona que no se considera asexual, pero a la que no le interesa tanto el sexo?".
Esta filósofa, que ha mantenido relaciones románticas con mujeres, narra que desde siempre ha sentido que existe todo un universo que le ha sido velado, algo que le distancia de las personas y de un lenguaje compartido. ¿Cómo coquetea una persona asexual? ¿Cómo es la intimidad con la pareja? Se describe como una chica muy enamoradiza que vive muy intensamente y dice no haber expulsado del todo las relaciones sexuales de su vida aunque nunca ha conseguido que se le active ese deseo que sí ve en sus novias. «Siento que hay algo del sexo que sí que me gusta y que no he llegado a comprender del todo y es la intimidad que genera, el espacio físico compartido. Claro que disfruto del cariño, de que una persona a la que quiero se aproxime e incluso una vez estuve cerca de tener un orgasmo, pero es algo que a mí no me pasa".
«Una vez estuve cerca de tener un orgasmo pero es algo que a mí no me pasa»
Esta joven cercana a la treintena no se autocompadece y dice que aunque hubo una época en la que «llevó su asexualidad por estandarte» ahora no es algo que 'confiese' en la primera cita. «Hace tiempo pensé que si lo decía en el minuto uno sería menos incómodo para mí, pero no lo es. Cuando conozco a alguien prefiero ser divertida y hacer muchas bromas. Lo digo sin problemas, pero tengo más reservas, porque existe ese miedo al rechazo. Pienso: ¿si me cuesta tanto comprender esto, cómo lo va a hacer alguien que no lo vive? Siempre he tenido la impresión de que la gente lo puede ver como una ficción".
La también sexóloga Norma Ageitos incide en que la sociedad tiene una única idea del deseo, aunque nadie se atreva a verbalizarlo. El sexo está en el centro de la conversación social, sin embargo, la realidad íntima de cada uno muchas veces no coincide con lo que expresa hacia los demás o, incluso, hacia su propia pareja. ¿Vivimos en sociedades donde se le ha otorgado al sexo un papel preeminente? «No podemos olvidar que la salud sexual y reproductiva es, eso, salud. No es que lo erótico y lo sexual estén en el centro, es que las personas somos seres sexuados y sexuales y merecemos vivir nuestra sexualidad de forma libre y placentera», opina Loola Pérez.
Buscar fuera
No opinan lo mismo las personas asexuales con las que ha contactado este periódico. Desde su punto de vista, esa entronización de lo sexual provoca que sea habitual –«por cierta presión social»– que ante la falta de deseo se experimente con otras orientaciones en momentos de confusión. «¿Qué me pasa, a lo mejor es que soy lesbiana?«, se llegó a decir en Bachillerato Leticia Rey, que lleva varios años casada con un hombre.
Todo esto tendría que ver con la ausencia de 'referentes', de personas que, ya fuera de la etiqueta, se atrevan a expresar públicamente que el sexo les causa indiferencia. Los ejemplos, se pueden contar con los dedos de una mano: en la ficción, este año se ha estrenado en nuestro país 'Slow', la primera película romántica que cuenta la relación entre una mujer heterosexual y un hombre asexual. Ya en el mundo real, una de las pocas mujeres que lo hizo fue la ya fallecida escritora de Nueva Zelanda Keri Hulme, que dijo refiriéndose al acto sexual: «Once I got that, it was fine» (con una vez fue suficiente). O el cantante de la banda británica The Smiths, Morrissey, que en una ocasión afirmó: «Lamentablemente, no soy homosexual. Técnicamente, soy humanosexual. Me atraen los humanos, aunque casi ninguno lo hace».
Si Leticia Rey hubiera conocido sus historias quizá nunca hubiera pensado en esas mujeres de las películas que, como ella dice, «piensan en hacer la compra mientras hacen el amor». Ser asexual es, hoy, todavía muy incómodo.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónEsta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete