La copaternidad o cómo tener un hijo sin ataduras sentimentales
Un hombre y una mujer se comprometen a cuidar de un bebé concebido por ella sin tener relaciones
Esta fórmula extendida en EE.UU., Francia, Reino Unido y Canadá choca con algunas mentalidades
«La crianza de los hijos es también una oportunidad para que los padres sean más felices y mejores personas»

No es un banco de esperma ni un 'Tinder de la paternidad'. La antropóloga catalana Carmen Balaguer Montalvo rechaza ser la creadora de ambas cosas. Abomina de esa idea y justifica que no todas las familias son iguales, que surgen nuevos modelos y ... modos para tener hijos que, tal vez, no son los convencionales, pero que funcionan en otros países y que pueden hacerlo aquí una vez vencidas ciertas resistencias. De hecho, tras el último alumbramiento hace pocas semanas por parte de una pareja que se conoció por mediación de su equipo en Copaternidad, Balaguer reivindica que lo está haciendo. «Se han formado más de treinta parejas en España desde que hice una página en Facebook (en 2018)». La agencia se constituyó formalmente en 2021.
A Balaguer le llueven diariamente los mensajes de mujeres que quieren ser madres solteras pidiéndole información. Otros han hallado en su agencia el nombre a lo que un día se propusieron: ser padres aunque fuesen solo amigos. La realidad es que en España, solo en 2022, se produjeron más de 80.000 rupturas matrimoniales (hubo 179.107 enlaces) y hay parecidos –al menos en la parte logística– entre el modelo de la copaternidad y compartir la custodia de los hijos tras la ruptura de la unión.
No obstante, el sistema también recibe críticas. Algunos psicólogos lo han llamado «cosificación de la paternidad» y el Comité de Bioética de España tampoco se ha mostrado partidario. La antropóloga social y CEO de Copaternidad asume que «de primeras sí que puede sorprender, porque hemos naturalizado un estilo único de vida». Pero hay más formas de crear y criar a un hijo, defiende. Esta idea fue importada de países como EE.UU., Francia, Reino Unido y Canadá, donde está en boga.

«De primeras puede sorprender, porque hemos naturalizado un estilo único de vida»
Carmen Balaguer Montalvo
Antropóloga social y cultural, CEO de Copaternidad
El punto de partida es el que constatan terapeutas y el florecimiento de cada vez más aplicaciones de citas. El mundo de la pareja está cada vez peor. Las cifras de separaciones y divorcios lo avalan, también los abogados de familia por el número creciente de convenios reguladores para solventar la pensión y manutención de los hijos. Es difícil encontrar a una media naranja para compartir una vida, más si cabe para tener un hijo y educarlo juntos. Porque los lazos emocionales y la paciencia en una relación de amor ahora son más frágiles. Balaguer, que hoy tiene 38 años y pareja estable, pensó un día que sería un método viable si no encontraba a nadie con quien ser madre.
El perfil general de quien se inscribe en Copaternidad es el de una mujer de 37 a 41 años o un hombre de 37 a 45 años de media, hay más hombres y heterosexuales que mujeres, si bien también muchos gais que desean ser padres y a los que la adopción les resulta una auténtica carrera de obstáculos y no creen en la gestación subrogada. También se da el caso, aunque es menos numeroso, de que él o ella tengan pareja, pero sus respectivos compañeros no deseen traer un niño al mundo.
El estilo de vida que tienen estas personas que acceden a Copaternidad es parecido. Han encontrado la estabilidad económica, tienen un gran deseo de ser padres y no hallan a quién entregar su corazón. O esa ofrenda no dura. «Ahora, con las APP de citas, las parejas son fugaces, no se mantienen en el tiempo, así que no te planteas tener un hijo con esa cita pasajera», atestigua Balaguer. También hay personas divorciadas que quieren tener otro bebé, dice.
Sobre todo las mujeres ven que se va agotando el tiempo de vida fértil. Sienten que el reloj apremia y algunas se deciden a vitrificar sus óvulos. A la espera de un hombre con el que fecundarlos. De hecho, el paso último del proceso suele ser acudir a una clínica de reproducción asistida y tener un embrión válido para que esas dos personas tengan un bebé. Pero esto es 'espoilear' el final.
Abordar la crianza de futuro
Yendo al principio, Carmen es la guía. Antes de nada, ¿qué es? La copaternidad es el hecho de que dos personas, sin tener una relación sexo-afectiva, deciden tener un hijo. También se la conoce como coparentalidad o paternidad platónica. Antes de la concepción firman un acuerdo con todo lo que se haya pactado previamente sobre el proceso y la crianza del bebé.
El primer paso, en el sistema Copaternidad, es telefonear y apuntarse. Ésta no es una APP de copaternidad al uso, hay algunas registradas (en Canarias y Galicia, por ejemplo) que son anteriores a Copaternidad en España, pero, según destaca su creadora, «nuestro sistema no pide la donación de esperma, ni lo donas y te desentiendes de la criatura, no. En muchas web eres un donante, no un padre. Aquí vas a serlo. Nuestro sistema une a los dos miembros a través de una entrevista extensa. Con un equipo psicosocial que los acompaña, se les hace entregar unos documentos médicos, de vida laboral, se pide que sean solventes, que vivan o cerca o en la misma ciudad o que estén dispuestos a desplazarse y compartir vida en otro lugar, se conoce a alguien que pueda ser compatible, por ideología de vida...». «Se tienen en cuenta numerosas cosas», no es un tuntún. «En ese tiempo se habla sobre temas personales y sobre la crianza del futuro y se crea una intimidad que va más allá de la relación de amistad». Después, tienen citas y mantienen durante un año periodos juntos de vacaciones, comparten tiempo con sus respectivas familias... Como si fuesen pareja pero sin sexo ni sentimiento amoroso.
El proceso de conocerse es largo. «Les pasamos cuestionarios que ayudan a conocerse, y otros enfocados al proceso de ser padres, para hablar de aspectos que han de tener en cuenta». De media, desde que llaman hasta que se convierten en padres están dos años. Y en esta especie de «contrato» para ser padres no se dejan flecos al aire. Si las parejas fracasan, pueden repensarlo o adscribirse nuevamente cuando estén preparadas. Se ha dado la circunstancia de que los dos copadres han formado una pareja a lo largo del proceso, tan compatibles eran. Copaternidad los une y Cupido hace el resto. Pero es más usual, reseña Balaguer, el caso de quien ha visto cómo una pareja de años se rompía y mantiene vivo el deseo de ser padres, pero no el de empezar otra relación.
En España el retraso en la edad de la maternidad es un hecho. Esa decisión se pospone y si en ese ínterin las relaciones no prosperan, entonces la probabilidad de no tener hijos o tenerlos solas se multiplica. «Comencé a indagar en esto cuando vi lo que estaba pasando en mi entorno. Parejas de 38 años o más, que salían hace siete-diez y se acaban. O que el número de madres solteras se había disparado un 300%. Entonces crees que no te va a dar tiempo a crear un vínculo fuerte. Pero un niño necesita que le quieran, cuiden y protejan, no necesita necesariamente que sus padres sean pareja o se acuesten, lo que requiere es que se conozcan muy bien y se respeten. Y este sistema lo garantiza, te lo aseguro, el margen de error ha sido escaso hasta el momento», detalla. La prueba de que este nuevo modelo de familia gana adeptos son ellos, casos reales:
David
«Necesitas 3 años de relación para adoptar»
David (41 años) explica las motivaciones que le llevaron a su búsqueda de la copaternidad en Madrid. Tiene pareja, es gay, «con gran vocación paternal» hasta el punto de ofrecerse para una adopción nacional, pero ver «limitadas» sus opciones porque «necesitas tres años de relación estable», amén de muchos requisitos y una «larguísima espera de años. Es un proceso demasiado complejo y solo aceptan a 40-50 familias al año en Madrid». Ahora está conociendo a una chica y siente que es «la persona» por la complicidad y la amistad que han trabado. «Al apuntarme, para mí era esencial desarrollar afecto, compromiso y confianza con la otra persona. También compartir ideales de vida y de forma de crianza, porque al final vas a tener un 'bebito'». Sobre su modelo de familia, comenta que él será el papá de la criatura, su amiga por copaternidad la madre, y su pareja será su pareja, aclara. Ya tienen hablado cómo organizarse, aunque en su caso (y «dadas sus circunstancias») cree que los 'copadres' no vivirán bajo el mismo techo.
Silvia y Álex
Tuvieron una relación, fracasó y como amigos han tenido a su hija
La pareja de Silvia y Álex duró cinco años. Y se fue al traste. «Decidimos ser copadres pero no sabíamos que se llamaba así. Nos conocíamos de una relación anterior. Pero somos un desastre como novios y, sin embargo, somos los mejores amigos, muy cómplices», resume Álex. Al separarse, él, de 37 años ahora, mantuvo un idilio con una mujer que era madre de un bebé de seis meses y la convivencia con el pequeño le «despertó el gusanillo» de la paternidad que no había saltado hasta entonces. «Fue una relación corta e intensa», pero también se truncó, cuenta él. Al quedarse de nuevo en soltería, comprobó que su vieja amiga y expareja Silvia empezaba a tirar la toalla a lo que era su sueño de vida. Silvia tiene 39 años, había congelado sus óvulos y estaba convenciendo a su familia de que iba a ser madre ella sola. «Pero no les hacía ninguna gracia», confiesa ella, quien ya desechaba su deseo de maternidad cuando Álex le planteó compartir crianza. «Como a él ya lo conocían, a mi familia les pareció mucho mejor. Sí se quedaron algo extrañados cuando se lo conté, pero es el proyecto más importante de tu vida y necesitas una relación sólida y de afecto. Es lo que tenemos», afirma.
Héctor y su amiga
«Si llegamos a los 40 sin hijos, los tenemos»
La relación de Héctor y su amiga recuerda la que mantuvieron Julia Roberts y Rupert Everett en 'La boda de mi mejor amigo'. En su momento, en la veintena y tras «liarse un par de veces», decidieron emular la promesa de la película: si llegaban a los 40 años y no habían tenido hijos, serían padres juntos.
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Tener descendencia era su gran ilusión vital. Ambos se casaron con otras personas, se divorciaron y ahora tienen una hija de 10 meses en la capital. El padre se confiesa «encantado» con el secreto del éxito de la copaternidad: «Hacemos vidas separadas, cada uno va por su camino pero en lo referente al bebé no hay dudas, lo hablamos todo. Al no haber amor, tampoco hay las típicas movidas de pareja».
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