Así será el juicio al mayordomo del Papa
El Vaticano promete un «juicio justo»
JUAN VICENTE BOO
El próximo sábado 29 de septiembre, el mayordomo del Papa asistirá en silencio a la apertura de su juicio por «robo con agravantes» de centenares de documentos confidenciales, que puede llevar a una condena de hasta cuatro años de cárcel . Aunque Paolo Gabriele ... se ha declarado ya culpable, el código penal del Estado del Vaticano no prevé preguntarle si se declara culpable o inocente. Habrá juicio en todo caso pues alguien que se confiesa culpable puede estar, en realidad, encubriendo a otras personas.
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El fiscal del Tribunal de Apelación del Vaticano (al que llegaría un hipotético recurso) aseguró hoy que el Tribunal del Vaticano que juzgará al mayordomo «disfruta de la máxima independencia. Nunca ha habido presiones. Será un juicio justo». Giovanni Giacobbe precisó que el Papa tiene, como todos los jefes de Estado, la prerrogativa de gracia, que puede ejercer en cualquier momento. Por eso, «si no la ha ejercido significa que desea que se celebre el juicio». Su mayordomo, «Paoletto», le ha pedido perdón en una carta privada, que no forma parte de los documentos del juicio.
La estrella, Paolo Gabriele
La Sala de Audiencias del Tribunal del Vaticano es un espacio austero, casi inhóspito, con paneles tristes de madera oscura y sillones de color marrón. Los tres jueces que componen el tribunal son destacados juristas , profesores de Derecho en universidades italianas. Por eso el juicio da comienzo un sábado. A diferencia de los tribunales americanos, el del Vaticano se comporta con gran sobriedad . No habrá «arengas» ni «moralinas» por parte del juez-presidente, Giuseppe Dalla Torre, rector de la LUMSA, una prestigiosa universidad católica privada, situada muy cerca del Vaticano.
El estilo del juicio será poco «televisivo». Ni el fiscal ni la defensa dirigen sus preguntas a los imputados ni a los testigos s ino al president e que, a su vez, las desestima o bien ordena contestar.
La «estrella» del juicio es Paolo Gabriele, el «mayordomo infiel» que llevaba dos años fotocopiando documentos del Papa en la oficina de su secretario, Georg Gaenswein, cuando ambos salían a pasear por los Jardines Vaticanos a primera hora de la tarde.
Primero, juicio por «robo con agravantes»
Este primer juicio es tan sólo por «robo con agravantes», pues la fiscalía y la Gendarmería Vaticana no han cerrado la investigación de los delitos más graves asociados a la entrega de los documentos al periodista que los publicó en un libro el pasado mes de mayo: atentado contra la seguridad del Estado, difamación (de las personas que quedan en mal lugar) y divulgación de información reservada.
El segundo imputado es Claudio Sciarpelletti, técnico informático de la secretaría de Estado, a quien se acusa de un delito de «favorecimiento» por haber entregado al mayordomo sobres con documentos que le pasaban otros «filtradores», cuya identidad se mantiene oculta bajo siglas «W» y «X» en las actas del proceso de instrucción. Sciarpelletti no es un «cómplice» ni un «encubridor» s ino tan sólo una persona que ha favorecido el delito de robo, lo cual puede costarle una pena máxima de hasta un año de prisión.
Tanto Paolo Gabriele como Claudio Sciarpelletti cumplirán su eventual condena en prisiones italianas pues el Vaticano no dispone de una cárcel sino tan sólo de cuatro celdas muy espartanas para detención preventiva en el edificio de la Gendarmería. El mayordomo del Papa se pasó dos meses en una de ellas hasta que el juez instructor le concedió el arresto domiciliario el pasado 21 de julio. Como vive con su esposa y sus tres hijos en un apartamento dentro del Vaticano, podrá acudir sencillamente a pie hasta el Tribunal.
Desde el punto de vista legal no tiene la obligación de hace rlo, y bastaría con que acuda su abogada, Cristiana Arrú, pero al imputado le conviene mostrar respeto al Tribunal y, por lo tanto, ser puntual a la cita.
Incidentes en el Vaticano
Entre las curiosidades típicas del Estado del Vaticano (el más pequeño del mundo pero el más fascinante), figura la vetustez de su código de Derecho Procesal: es el código italiano de 1913, conservado aquí como una de tantas reliquias del pasado. Más antiguo todavía es el Código Penal: se sigue aplicando el que promulgó promulgo Humberto I de Italia en 1889. Como tiene 122 años y es difícil encontrar volúmenes , abogados y fiscales suelen trabajar con fotocopias. Es un texto anticuado pero al menos es «benévolo», pues da prioridad a la defensa de las personas en lugar de la defensa del Estado como hicieron los sucesivos códigos italianos.
En la práctica, los procesos penales en el Estado del Vaticano son muy pocos . Unos treinta cada año, la mayoría a carteristas o descuideros que «trabajan» el rico filón que ofrecen 18 millones de turistas anuales en la basílica de San Pedro o en los Museos Vaticanos. La plaza de San Pedro también es territorio vaticano, pero la seguridad y la jurisdicción penal en ese espacio están encomendadas a Italia por un acuerdo internacional.
Los últimos incidentes famosos en el Vaticano ni siquiera terminaron en juicio. El asalto de la joven ítalo-suiza Susanna Maiolo, quien echó por tierra a Benedicto XVI al comienzo de la Misa de Navidad del 2009, no terminó en juicio ya que fue declarada incapaz mental. Tampoco hubo juicio por el asesinato del comandante de la Guardia Suiza, Alois Estermann y su esposa en mayo de 1998, pues el cabo primero que les disparó a bocajarro, Cedric Tornay, se suicidó a continuación. El proceso por el intento de asesinato de Juan Pablo II en 1981 se celebró en tribunales italianos. El último proceso «interesante» en el Tribunal del Vaticano había sido uno por tráfico de drogas hace aproximadamente una década , pero sólo fue seguido en Italia. El del mayordomo, en cambio, interesa al mundo entero.
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