El proceso al mayordomo del Papa deja fuera varios cómplices y otros «filtradores»

Pero lo más sorprendente de la sentencia es que, a pesar de que el mayordomo del Papa confiesa haber entregado personalmente los documentos a la prensa , se le va a procesar sólo por haberlos sustraído y no por haberlos difundido, un delito mucho más grave. El tremendo daño causado durante meses al Vaticano y a las personas que escribían al Papa proviene de publicarlos, no de haberlos fotocopiado y conservarlos en su casa.

La explicación más probable de estas omisiones tan clamorosas es que el fiscal del Vaticano, Nicola Picardi, y el juez instructor, Piero Antonio Bonet, cuenten con una «segunda entrega» más adelante, para completar la limpieza de los establos . Entretanto, la sentencia de envío a juicio de Paolo Gabriele permite a divinar parte de las líneas de defensa , que incluyen el deseo de hacer el bien, unido a ciertos elementos de inestabilidad mental que rebajan la responsabilidad. Se trata de presentar a los culpables como víctimas , en un cuadro de melodrama conmovedor.

En su milimetrada confesión, «Paoletto afirma que al ver mal y corrupción por todas partes en la Iglesia, estaba seguro de que un ‘shock’, también en los medios de comunicación, habría sido saludable para devolver la Iglesia al carril justo . (…) En cierto modo pensaba que ese era, en la Iglesia, el papel del Espíritu Santo, de quien me sentía en cierto modo infiltrado ». La pose de «infiltrado del Espíritu Santo» no es tan extravagante como las que fue adoptando Alí Agca. El pistolero turco que intentó asesinar a Juan Pablo II comenzó declarándose ejecutor del tercer secreto de Fátima y termino declarándose Jesucristo.

Tampoco está claro el uso que Paolo Gabriele hace de su director espiritual , identificado en la sentencia como «padre espiritual B», cuyo perfil resulta sospechoso en algunos aspectos. «Paoletto» dice que negó su culpa cuando el secretario del Papa le acuso delante del resto de la familia pontificia el 21 de mayo porque «mi padre espiritual me había dicho que no reconociese mi responsabilidad a menos que el Santo Padre me preguntase personalmente».

«Paoletto» entregóal «padre espiritual B» una copia de los documentos confidenciales que había facilitado al periodista Gian Luigi Nuzzi para el libro publicado el 19 de mayo. El «padre espiritual B» reconoce haberlos recibido «entre febrero y marzo», y afirma haberlos quemado al cabo de unos días pues «yo sabía que eran fruto de una actividad no legítima y no honrada , y temía que se pudiese hacer un uso igualmente no legítimo y no honrado». En resumidas cuentas, estaba al corriente del robo de documentos confidenciales del Papa pero no puso los medios para contener el delito. En cambio, destruyó pruebas .

Por el momento no se sabe si el «padre espiritual B» es la misma persona que realizó (inmediatamente después del arresto del mayordomo) unas declaraciones al vaticanista italiano Andrea Tornielli pidiendo el anonimato. Según Tornielli, se trataba de «un anciano sacerdote que vive en el Vaticano» y que manifestaba haber sido durante algún tiempo director espiritual de Gabriele, por cuya honradez y lealtad al Papa ponía la mano en el fuego.

Ahora, al menos, todo el mundo es ya algo más prudente.

Las dudas sobre el resto del cuadro comenzarán a despejarse a partir del 20 de septiembre, cuando el Tribunal del Vaticano reanude su actividad y fije fecha para la vista oral del caso.