feria de abril de sevilla 2023
Bienvenido, míster Carrier
La Sevilla que roza los cuarenta grados no se acoquina por el solano de las marismas ni se rinde por la polvarea que levanta el encierre del ganado
En el exilio
La Feria sostenible
Guía de la Feria de Sevilla 2025: fechas, casetas, plano, toros y todo lo que tienes que saber
Sevilla
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Iniciar sesiónHabía cierto grado de escepticismo en la peña. Porque, desde antes de Semana Santa, los chamanes que interpretan la climatología que nos asfixia, predijeron designios que jamás se cumplieron. En Cuba, al servicio de meteorología, por sus contumaces patinazos en las previsiones, lo llamaban ... allá por los noventa el servicio de mentirología. No acertaban ni con los huracanes de septiembre, tan fáciles de pronosticar como que aquí la consigna los tanques a la calle la tiene perdida el gobierno de Antonio Muñoz. Desde hace un tiempo, os digo, se nos anunció marejadilla en el estrecho fin de semana del entierro gigantesco: se iba a mojar más que una barra de Cruzcampo. Y fue tan seco como la feria de Sidi Ifni. Para esta que nos bebemos sus calinas recalentadas, colocaban a partir de hoy un sol extenuante y catarí encima del Real. No acertaron con el agua bendita. Pero con la Feria calentita dieron en todo el bebe que, desde que nos derrite las meninges, la gente bebe y bebe y vuelve a beber, como los pececitos de Navidad, espantando una de las ferias más sedientas de su histórico. Las niñas ya no llevan petacas. Llevan cantimploras y un equilibrio de Circo del Sol sobre el trapecio elevadísimo de sus plataformas para los pinreles. La moda maltrata a las mujeres. Esperando estoy una campaña de los pies insumisos…
La Sevilla que roza los cuarenta grados no se acoquina por el solano de las marismas ni se rinde por la polvarea que levanta el encierre del ganado. Todo lo contrario. Le responde con casta beduina y energías renovables en la caseta, más convertidas ya en oasis donde, por culpa de la enajenación del calor, no se ve el paseo de caballos, sino el de camellos. Las casetas son el oasis y su acceso por una multitud en riesgo cierto de insolación, tiene un no sé qué de asalto a la valla del Tarajal, en busca de una vida mejor. El panorama nos hace recordar a Radio Futura cuando cantaba aquello de 37 grados y un montón de huesos con algo de pellejo alrededor. ¿Les suena, verdad? Hoy el pellejo nos suda como a Camacho su axila en Corea y los huesos son más de santos que nunca: los de aquellos que por su fe en la doctrina feriante lo chamuscaron como a San Lorenzo en la parrilla. Hay asados criollos mucho menos infernales que esta Feria que no huele a Feria, huele a choripán…
En uno de los balcones del barrio, donde se celebran con pañoletas y títulos de sevillanas el cincuentenario del adiós al Prado, cabría una que le diera la bienvenida a míster Carrier. Porque con tanta solana hasta los madroños de la carreta de mi prima parecen castañas pilongas. Y la tentación a irse para la bahía y querer ser marinero es tan fuerte y subyacente como la inflación que nos abrasa. Pero algo se muere en el alma cuando un amigo dice que se va para la playa. Me encontré con uno de toda la vida, con baja laboral por enfermedad, que justificó su presencia en la feria diciendo que el médico le recomendó baños de sol. Y allí estaba el tío, como un coloso en llamas en una Feria a la brasa…
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