Crítica lope de vega
Intimidad con el clásico
El texto soberano de 'La vida es sueño' adquiere una versión funcional y ágil en las manos del director Declan Donnellan

La primera medida que salta a la vista antes incluso de que empiece la obra —la escena se ha corrido, ha engullido el proscenio— ya nos ofrece pistas de cómo Donnellan y Ormerod han atacado el clásico: se trata, en cierta medida, de echárnoslo encima, lo que tiene que ver con una búsqueda de intimidad. El texto soberano de 'La vida es sueño', como se sabe, sigue hablándole a cualquiera; seguimos iluminados por la luz de esta extinta estrella— y de versatilidad —la vida como teatro de apariencias, la porosidad de los estatutos de real e imaginario— que propone, como principal efecto, que el patio de butacas se incorpore con naturalidad a la obra y que el público, finalmente, ocupe el lugar del único —del último— soberano, el que dicta sentencia sobre estas sombras que tanto nos han hecho pensar.
El Calderón de Donnellan es funcional y ágil, como la propia propuesta escénica de Ormerod, que siembra un frontal de puertas donde las continuas apariciones y desapariciones metaforizan con sencillez esa poética de los umbrales y las dimensiones enfrentadas que late en el corazón del drama barroco. Más arriesgada —y en ocasiones fallida— es la opción por convertir esa pasarela constante en una suerte de 'sitcom' de (demasiadas) risas enlatadas, un guiño algo facilón, un peaje evitable, que proviene de una obligación autoimpuesta, la de salpicar de anacronismos la escena para acercarla al presente (se recoge aquí ese 'look' operístico, posmoderno y algo quirúrgico que lleva años enseñoreándose de los teatros del mundo).
Igualmente atrevido, pero con resultados mucho más interesantes, es la precisa modulación —una bajada de intensidad y una neutralización del gesto dramático, a veces un decalaje entre verso y entonación— con la que Donnellan ha sintonizado a sus actores. Es lo que promulga ya el balbuceo inaugural de Segismundo, quien, del mismo modo, en los parlamentos más justamente famosos de la obra, parece saborear cada palabra, pero también refrenarla, cambiarle el ritmo, la música interna, quizás para que notemos su verdadero potencial, quizás para que suspendamos la tentación colegial de recitado interno y atendamos al verdadero eco —al sentido— de las palabras desde las que se invoca aquí la interminable pregunta metafísica calderoniana.
La vida es sueño ***
CNTC, Lazona, Cheek by Jowl. Autor: Calderón de la Barca. Dirección: Declan Donnellan. Adaptación: Declan Donnellan y Nick Ormerod. Espacio escénico y vesturario: Nick Ormerod. Iluminación: Ganecha Gil. Intérpretes: Ernesto Arias, Prince Ezeanym, David Luque, Rebeca Matellán, Manuel Moya, Alfredo Noval, Goizalde Núñez, Antonio Prieto, Irene Serrano.
Fecha: Viernes 14 de octubre.
Lugar: Teatro
Lope de Vega.
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