Felipe Benítez Reyes: «Hay que escribir con un poco de miedo»

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Contó González las divertidas vicisitudes de la reedición, «me dí cuenta de que Felipe estaba muy motivado porque me llamaba y me decía: creo que podríamos incluir un texto que me hizo Caballero Bonald; otro día me habló de unos collages que había hecho y van en el libro; otro, sobre un epílogo en el que explica las vicisitudes iniciales de la obra, y cuando ya estábamos corrigiendo, me dijo que quería añadir unos poemas relacionados con la novela a modo de pequeña antología. Y le dije que sí a todo. Al final, parece una reedición remasterizada», bromeó González, quien añadió que le gusta romper las lógicas del mercado del libro.

El escritor Fernando Iwasaki hizo de presentador de Benítez Reyes, «es mi amigo, pero yo lo conocí mucho antes que personalmente, por sus libros», y añadió que, «esta colección se debe llamar 'Opera prima de riesgo', en relación con los libros y escritores que rescata«.

Iwasaki destacó la labor del escritor roteño, «porque Felipe es poeta, y es capaz de decir en un sólo verso lo que los narradores hacen en muchas líneas». Habló sobre la 'rara avis' que es Benítez Reyes por haberse quedado en Rota, «y no en Madrid o Barcelona donde están los grandes agentes literarios. El sigue escribiendo desde un lugar que de ninguna manera es la perferia» aseguró.

Calificó la prosa de Benítez Reyes como 'deslumbrante', y dijo que 'La propiedad del paraíso', «no es un libro sobre la infancia, sino sobre la construcción de esa infancia. Felipe está en todo este libro», dijo mencionando la inclusión y autoría de los collages que lo ilustran y contó, algo que luego amplió el propio autor, cómo la novela fue rechazada en sus inicios por dos importantes editoriales nacionales.

Benítez Reyes hizo gala de su fino humor cuando explicó porqué vivía en Rota, «ya tengo la respuesta perfecta: porque allí no hay paparazzis», y añadió que sus ocho años en Sevilla, «fueron mi cupo de cosmopolitismo».

Reconoce que cuando termina un libro se olvida de el, «tengo mala memoria y a veces me olvido de los personajes. Y es que no puedo convivir con los datos de mi vida real y los de la imaginación. Tengo que hacer limpieza». Reconoció, sin embargo, que sí tiene buena memoria sensorial y que quiso construir una infancia a partir de esas sensaciones.

Habló sobre la infancia, «un período aterrador porque tienes el pensamiento a medio hacer y no sabes interpretar lo que te pasa». Recordó el cine Playa de Rota, «donde echaban películas de anomalías, como vampiros, extraterrestres y hombres lobo», con quienes rompió su fijación cuando vio en una película de vampiros con Anita Ekberg cómo éstos bebían champán a pleno sol, «entonces sí me dieron miedo. Se me rompieron los códigos vampíricos».

Para el escritor, «la gente desconfía de que tengamos imaginación y cree que todas las novelas son autobiográficas. Seguro que a Bram Stoker cuando escribió 'Drácula' no le preguntaban si tenía un problema hematológico».

Contó que el mayor enemigo del escritor es la seguridad en sí mismo, «hay que tener un poco miedo para escribir. A tí te interesa escribir, pero ¿gustará a los lectores? Aprendí pronto que los editores arriesgan su dinero y los autores creemos que somos genios de la literatura. Y no, te va mejor si piensas que eres un don nadie».

Se refirió al epílogo de la novela, donde cuenta como Pere Gimferrer y Herralde rechazaron el manuscrito de 'La propiedad del paraíso'. «Yo había publicado en Seix-Barral. Llamé a Gimferrer y le mandé la novela. Me llamó y me dijo: es una obra maestra. Y yo me eché a temblar. Esto no se publica, pensé. Luego se la mandé a Anagrama y me llamó Jorge Herralde. Igual, me dijo que le había gustado pero que tenía overbooking, Años después en una entrevista Herralde dijo que había sido 'especialmente doloroso' rechazar mi novela. El mundo es así, el editor está dolido y el autor ni siente ni padece», bromeó Benítez Reyes quien califica en el epílogo del libro el 'overbooking' de Herralde como un «extranjerismo que interpreté como un eufemismo». Finalmente la obra fue publicada por Planeta, «cuando me llamaron, no me dijeron que era una obra maestra, sólo una obra», dijo el escritor que tras su intervención tenía una larga fila de lectores para la firma de libros.