Así es Ángel Boza, el «cachorro» de 'La Manada' obsesionado con robar gafas de sol que se ha beneficiado de la ley 'sí es sí'
El joven, que ha conseguido una rebaja de pena de un año, tiene un largo historial de robos y conducción bajo los efectos del alcohol y las drogas
Rebajan en un año la pena a uno de los condenados por el caso de la Manada por la ley del 'sí es sí'

Se llama Ángel Boza y es uno de los cinco integrantes de 'La Manada', el grupo de jóvenes condenado por la violación grupal de una joven en los Sanfermines de Pamplona 2016 que ha conseguido una rebaja de pena de Tribunal Superior de Justicia de ... Navarra.
Boza, que cumple condena en la cárcel de Albolote (Málaga), es uno de los más jóvenes de los miembros del grupo ya que nació en el año 1991 y por tanto ahora debe tener 32 años. Tiene un historial lleno de reincidencias en la delincuencia, pero sobre todo fue el último en incorporarse a la panda. 'El Cachorro', como era denominado por sus compañeros, era miembro de los Biris, el grupo ultra sevillista, y fue el último que llegó y por ello sus compañeros le sometían a algunas pruebas de fuego para poder ser un integrante más de 'La Manada'.
Aunque Boza no fue acusado en el caso de la violación de Pozoblanco ocurrida durante la feria de Torrecampo, tiene un historial también muy amplio. Fue pillado más de una vez conduciendo bajos los efectos del alcohol y las drogas. También fue fichado por delitos de robo con fuerza.
Durante el juicio por la violación grupal, se supo que Boza fue el primero que en los sucesos de Pamplona se encargó de empezar el abuso a la joven, ya que fue el que besó a la chica mientras el resto del grupo caminaba por la calle.
Una «gilipollez»
Boza fue detenido en más de una ocasión, como el caso de un robo de unas gafas de sol. Su afición por robar esta prenda le llevó a hacerlo otra vez en un centro comercial de Sevilla en agosto de 2018. En aquella ocasión no sólo protagonizó el hurto. Su conducta, huyendo con el coche y obligando al guardia de seguridad a apartarse para no ser atropellado, también le valió que fuera acusado de un delito leve de lesiones a los guardas jurados del mismo centro comercial. «Robar unas gafas fue una gilipollez», llegó a decir cuando fue juzgado por este robo tras lo cual pidió perdón por ello. Durante su estancia en prisión, se centró en obtener el certificado escolar.
Su obsesión por las gafas es conocida ya que el robo de éstas, que solía lucir siempre en sus apariciones en público, es algo en lo que también era reincidente pues había ya lo había hecho en otras ocasiones. Como junto a sus compañeros José Ángel Prenda y Antonio Manuel Guerrero, con los que también hurtó otras gafas de sol en Pamplona, días antes de cometer los abusos sexuales por los que fueron condenados.
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