El pueblo español que está 'maldito' y excomulgado por la Iglesia

La historia de este misterioso enclave se teje alrededor de un conflicto aparentemente trivial pero que tuvo consecuencias monumentales

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Este pequeño rincón de España ha cautivado la imaginación de quienes se aventuran a explorar sus enigmáticos rincones ABC

Enclavado a los pies del imponente Moncayo, en la provincia de Zaragoza, se encuentra el pintoresco y misterioso pueblo de Trasmoz. Con una historia marcada por la excomunión y una maldición lanzada por un miembro de la iglesia en 1255, este pequeño ... rincón de España ha cautivado la imaginación de quienes se aventuran a explorar sus callejones empedrados y sus rincones enigmáticos.

El conflicto que marcó el destino del pueblo

La trama de la historia de Trasmoz se teje alrededor de un conflicto aparentemente trivial pero que tuvo consecuencias monumentales. En 1255, la disputa entre los habitantes locales y el Monasterio de Veruela por la leña del Monte de la Mata llevó al abad del monasterio a buscar intervención eclesiástica. Aprovechando los rumores sobre brujería en Trasmoz, el abad solicitó al arzobispo de Tarragona la excomunión del pueblo entero y su deseo fue concedido.

La excomunión, un castigo de gran importancia en aquellos tiempos, dejó a Trasmoz al margen de la iglesia, marcándolo como un pueblo al que se le negaba la gracia divina. Sin embargo, lo más peculiar es que, a lo largo de los años, nadie ha buscado revocar esta situación, lo que ha dejado a Trasmoz bajo la sombra de la excomunión hasta nuestros días.

Las leyendas y la maldición

No obstante, la excomunión solo fue el comienzo de la historia de Trasmoz. Las tensiones persistieron entre el pueblo y el monasterio, especialmente cuando este último desvió el suministro de agua de los montes, desencadenando una guerra que atrajo incluso la atención del rey Fernando II de Aragón. En respuesta, el abad, insatisfecho con la situación, pronunció una maldición que, según cuentan, cayó sobre Trasmoz y sus habitantes.

La maldición no tardó en manifestarse en forma de infortunios. El castillo de Trasmoz, una vez imponente, ardió y quedó reducido a ruinas en pocos años.

Por otro lado, la famosa leyenda de Gustavo Adolfo Bécquer también se entrelaza con la historia de Trasmoz. Mientras buscaba cura para la tuberculosis en el Monasterio de Veruela, Bécquer contempló las ruinas del castillo desde la distancia, inspirándose para escribir sobre torres oscuras y patios sombríos en sus obras. La figura central de las leyendas es la Tía Casca, descrita por Bécquer como una mujer con greñas blancuzcas y formas extravagantes. Se rumorea que fue una bruja linchada públicamente, pero su espíritu, según algunos, aún deambula por las calles de Trasmoz en la actualidad.

Sin embargo, contrario a lo que podría esperarse, los habitantes actuales de Trasmoz no ven la maldición como una carga, sino como una bendición que ha preservado la historia del pueblo. Esta narrativa única ha evitado que Trasmoz caiga en el olvido, convirtiéndolo en un destino que desafía el tiempo y las adversidades.

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