La maldición de Pompeya acecha a sus saqueadores
El director del Parque Arqueológico ha desvelado que cada mes reciben piezas expoliadas por gente que, desde que las robó, sufre infortunios. Hasta 1970 era habitual que los turistas se las llevaran
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Una turista devuelve unas piedras robadas en Pompeya: «No conocía la maldición»
Corresponsal en Roma
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Iniciar sesiónDesde hace décadas circula la leyenda de que hacerse con objetos de la antigua ciudad romana de Pompeya puede conllevar mala suerte o desgracias, aparte de constituir un delito. Cada mes llegan a la dirección del parque paquetes que contienen trozos de roca ... de lava, fragmentos o partes de mosaicos que algunos visitantes del yacimiento se llevaron en sus bolsillos o mochilas. Con el paso del tiempo, algunas veces meses e incluso años, muchos se arrepienten porque la pieza se convierte en una pesadilla. Esos paquetes suelen ir acompañados de una nota o carta que explican los motivos de esa devolución, y la mayoría son desgracias que, aseguran, les han sobrevenido tras expoliar los restos romanos.
El director del Parque Arqueológico, Gabriel Zuchtriegel, contó ayer en X (el viejo Twitter) que recibió unas piedras pómez junto a una carta de una chica en la que escribía. «No conocía la maldición. No sabía que no podía llevarme las piedras. En un año, he sido diagnosticada con cáncer de mama. Soy una mujer joven y sana, los doctores dicen que fue 'mala suerte'. Por favor, acepte mis disculpas y estas piezas». Concluye la nota de la joven con dos palabras en italiano: «Mi dispiace» (lo siento). El director del Parque de Pompeya le desea «buena fortuna en el futuro».
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Zuchtriegel cuenta otro ejemplo, aportando la carta recibida en el verano del 2022: «Estimado director: colecciono piedras y en todos los sitios donde voy cojo una, ya sea grande o pequeña. En el 2012 visité Pompeya y cogí una, junto a un fragmento de cerámica que encontré en el suelo. Hace tiempo leí un artículo en CNN y en 'Lonely Planet' donde se hablaba de personas que restituyen las cosas que cogieron porque les trajeron mala suerte. Desde entonces, aquella historia no me ha dejado en paz. Repensando el pasado, veo claramente que, desde el 2012, las cosas no me han ido bien. He tenido incluso que afrontar una serie de complicados problemas de salud. Yo no sé si la 'maldición' será cierta o no, pero he decidido devolver estos objetos allí donde deben estar…».
La citada misiva aparece en el libro 'Pompeya, la ciudad encantada', escrito por el propio director del Parque Arqueológico. Es solo un ejemplo. Desgraciadamente, el yacimiento fue saqueado durante décadas de modo sistemático, ante la falta de vigilancia y cierta desidia de las autoridades.
Dear anonymous sender of this letter … the pumice stones arrived in Pompeii… now good luck for your future & in bocca al lupo, as we say in Italy pic.twitter.com/vaYlqUudke
— Gabriel Zuchtriegel (@GZuchtriegel) January 9, 2024
Hay más casos, como el del turista español que en su carta –junto al trozo de yeso decorado que había robado– contó que lo devolvía porque fue «el causante de desventuras y desgracias familiares». Lo mismo ocurrió con una señora inglesa que en 2015 envió un trozo de mosaico robado en los 70 por sus padres: «Les devuelvo lo cogido indebidamente y que sólo me trajo desgracias». Una historia similar sucedió con la estatuilla de terracota robada por una canadiense durante su luna de miel: mientras la pareja regresaba a casa, el marido murió de un infarto. En su maleta estaba la estatuilla. La viuda la devolvió de inmediato. Es lo que siguen haciendo los turistas que piensan que, ante una desgracia, el único remedio para volver a vivir en paz es devolver a Pompeya lo robado. Pero si todos los que se llevaron indebidamente algún pequeño resto lo restituyeran, en el Parque Arqueológico de Pompeya deberían habilitar un inmenso espacio para acoger miles y miles de piezas arrancadas del lecho de la antigua ciudad romana.
Nuevos hallazgos
Desde su descubrimiento hasta la década de los años 70, llevarse restos de Pompeya era demasiado frecuente. Por eso, no es extraño encontrar viejas y valiosas piezas por el mundo. Y no todos los que las devuelven lo hacen por miedo a la supuesta maldición: algunos también lo hacen por responsabilidad. Es el caso de un caso ocurrido hace unas semanas en Bélgica, donde una pequeña losa de mármol fue encontrado en la casa de una familia de Tongeren, un pueblo belga de 30.000 habitantes. Una pieza en la que se representaba una escena del terremoto del año 62 d.C. (la erupción del Vesubio se produjo en el 79 d.C.), acontecimiento descrito por Séneca que causó diversos daños en las ciudades próximas al volcán (Pompeya, Herculano y Estabia).
Un vecino de Tongeren puso a la venta la casa de su padre, cayendo en la cuenta de la presencia de la rara pieza incrustada en una pared de mármol de la vivienda. El hijo del propietario, Geert Detemmerman, declaró a la cadena de televisión VRT News que, según sus recuerdos, la pieza fue vendida a su padre durante unas vacaciones en Italia en 1970. Geert era aún un niño, pero recuerda que un hombre se acercó a su padre con el trozo de mármol y, por una suma definida como «considerable», le propuso comprarlo como recuerdo. El padre aceptó y se llevó el objeto a Bélgica, sin pensar en su procedencia ilícita. Luego la colocó, como recuerdo y adorno, en una de las paredes de la casa, donde ha permanecido unos cincuenta años, sin que nadie le prestara más atención.
Ahora, al proponerse vender la casa, el hijo del señor Detemmerman, quien hoy tiene 85 años, consideró oportuno comprobar si el objeto de mármol tenía algún valor. Para ello se puso en contacto con el Museo Galo-Romano de Tongeren, dedicado a la prehistoria y a la época romana. Creado en 1954, se ha convertido en uno de los museos arqueológicos más importantes del país. En el Galo-Romano se escuchó con atención la versión de Geert Detemmerman, decidiendo enviar a dos expertos para que echaran un vistazo al resto arqueológico. Pronto se dieron cuenta de que el objeto tiene casi 2.000 años y proviene de Pompeya. Comprobaron también que era importante y que fue sacado ilegalmente de Italia, hasta el punto de que su desaparición había sido denunciada, por lo que era una pieza buscada por las autoridades italianas.
Acción policial
En efecto, la pieza está registrada en la base de datos de la Unidad de Protección del Patrimonio Cultural de los Carabineros sobre bienes robados. «Tenemos alguna información sobre cómo fue robado el objeto en ese momento», dijo el arqueólogo Bart Demarsin, del Museo Galo-Romano. «Se parece mucho a la pieza original que reconocemos por las fotos. Hay otra pieza similar que también representa edificios que se derrumbaron durante el terremoto del año 62 d.C.», concluyó el experto Demarsin. Las pequeñas losas de mármol procedían originalmente de la casa de un rico banquero romano en el centro de Pompeya. Ambas piezas fueron retiradas de la residencia y permanecieron expuestas en el Parque Arqueológico de Pompeya durante mucho tiempo.
Hoy en día una de la dos piezas de mármol todavía se exhibe en el Antiquarium de Pompeya (el museo arqueológico del Parque), la otra fue robada en los años 1970 y es precisamente la encontrada en Bélgica. Tras el sorprendente hallazgo, el Museo Galo-Romano avisó a la policía belga, que se presentó en la casa de Detemmerman para realizar las investigaciones necesarias. Igualmente, se informó de inmediato al director del Parque Arqueológico de Pompeya. Se espera que una delegación del Parque de Pompeya viaje a Bélgica para confirmar que se trata de la losa de mármol original y proceder a los trámites burocráticos para su devolución a Italia. La familia Detemmerman declaró a Vrt que confía en recibir una compensación económica por haber preservado la obra. «La Policía nos aseguró que tal vez podamos obtenerla», dijo Detemmerman.
Más allá de la leyenda y de los oscuros años donde se expolió a pequeña escala restos del yacimiento, la situación en el Parque arqueológico es hoy radicalmente distinta. Pompeya cuenta con una vigilancia adecuada y recursos para su conservación. Además, queda aún mucho por excavar, casi 20 hectáreas, un tercio de la extensión que ocupó la antigua urbe. Pompeya seguirá ofreciendo sorpresas y maravillas. Por fortuna, ya no están al alcance de coleccionistas y turistas convertidos en ladrones , aunque siempre habrá alguno dispuesto a llevarse una piedrecita de lava del Vesubio.
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