Un historiador explica en qué consiste en realidad la fiesta de Halloween: «Tiene dos caras...»

El historiador Ronald Hutton, profesor en la Universidad de Bristol, explica en un vídeo difundido en redes sociales que Halloween es, en realidad, «el nombre inglés de un festival prehistórico que se ha encontrado en Europa del norte».

Esta celebración, conocida en distintos lugares bajo diferentes nombres, siempre ha tenido —según Hutton— una naturaleza doble. Por un lado, representaba un momento de encuentro y de cierre del ciclo agrícola. «Una reunión después de un año de trabajo en un tiempo de abundancia tras las cosechas y se compartían cerveza o sidra elaborada«. Los pastores se reunían para festejos colectivos.

Pero esa alegría tenía su contrapunto. Tal como señala el historiador, el otro aspecto del festival estaba ligado al miedo, al reconocimiento del peligro que implicaba la llegada del invierno. «Se aproximaba la más terrible de todas las estaciones». El fin del otoño marcaba un período de escasez, frío y oscuridad. Las largas noches, la falta de luz y el descenso de las temperaturas no sólo afectaban el ánimo, sino también la supervivencia. El invierno podía ser una época letal: la malnutrición, la hipotermia o las enfermedades epidémicas eran amenazas reales.

«Esa mezcla de celebración y temor, de luz y oscuridad, que quedó grabada en el carácter del festival», afirma Hutton. Y aunque hoy Halloween se asocia sobre todo con la diversión, conserva en su esencia esa tensión ancestral entre lo vital y lo incierto. Las calabazas talladas, las historias de fantasmas o los disfraces de monstruos no son sino ecos simbólicos de un tiempo en que la frontera entre los vivos y los muertos se creía más delgada.

A lo largo de los siglos, la tradición se fue transformando. En el mundo anglosajón, especialmente en Irlanda y Escocia, la festividad de Samhain —celebrada a finales de octubre— mantuvo viva la idea de un tránsito entre estaciones y entre mundos. La sección de Historia de ABC explicaba que era una tradición celta en la que los hechiceros de la antigua Britania (los míticos druidas) danzaban alrededor de una fogata con el objetivo de ahuyentar a los malos espíritus y protagonizaban tristes sacrificios humanos para convertirse en una suerte de oráculos.

«El pueblo céltico vivió en el norte de Francia y las islas británicas. Practicaba las artes ocultas y adoraba a la naturaleza, a la que atribuía cualidades animísticas o sobrenaturales», explican los autores John Ankerberg y John Weldon en su libro 'Facts on Halloween'.

Hoy, la fiesta sigue transformándose. Aunque para la mayoría es una ocasión lúdica, su trasfondo histórico recuerda que Halloween no nació como una noche de máscaras y caramelos. Entre la celebración y la oscuridad, esta antigua herencia europea continúa resonando cada 31 de octubre.