Compra un avión de carga en desuso y lo reconvierte en un lujoso Airbnb con jacuzzi incluido

Jon, un instructor de vuelo de Alaska, se encargó de la transformación para dar cobijo a sus alumnos y ahora pretende abrir otro alojamiento similar

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La sala de estar de este curioso Airbnb ABC

A. Cabeza

Barcelona

Cuando uno reserva alojamiento turístico siempre mira, en base al presupuesto que se tiene, la opción mejor situada, más bucólica, mejor conectada o aquella que tiene más servicios o la bañera con hidromasaje que muchos querrían en su casa. y es que cada ... uno tiene sus preferencias pero está claro que casi todos acaban decidiendo en base al impacto visual de la habitación.

Por esta misma razón, seguro que muchos se animarían a pasar una noche en un Airbnb que está ni más ni menos que en un avión en desuso. Y esto es lo que ya se puede hacer gracias a Jon Kotwicki, un instructor de vuelo de 32 años que compró una aeronave abandonada y ha ido transformándola hasta convertirla en un hogar para sus alumnos. Cuando lo tiene vacío la alquila a través de Airbnb y su alojamiento, en el corazón de Alaska, está despertando mucho interés.

El avión cuenta con espacio con dos habitaciones, un salón con sofá cama y una terraza, en una ala, con barbacoa. Son unos 60 metros cuadrados con capacidad para seis personas. Ahora Jon acaba de explicar su historia al portal Bussiness Insider y ha dejado a muchos sin palabras por la idea que emprendió hace cinco años, cuando se mudó de Florida a Alaska y empezó a hacer realidad su sueño.

Montaje y desmontaje

«Tenía la idea de abrir una escuela de vuelo en la que mis alumnos pudieran subirse a una avioneta y aprender a volar», reconoce. A partir de aquí pensó que sería «divertido» que también pudieran dormir allí, teniendo en cuenta que la aeronave podría ser también un interesante Airbnb. Con todas estas ideas en la cabeza, hace un año pudo comprar un Douglas DC-6, un avión comercial de 1956 que históricamente se había usado para transportar carga y combustible.

El primer de los grandes obstáculos a los que se enfrentó fue el traslado de algo de casi 36 metros de ancho hasta Wasilla, la ciudad en la que reside. Tenía unas dimensiones bastante grandes así que con la ayuda de su novia y de un amigo consiguieron desmontarlo. Dedicaron unas 16 horas diarias durante cuatro días y decidieron cortarle las alas. Con grúas, carretillas y remolques pudieron llevar las piezas hasta la finca que tenía y allí, como si de un puzzle se tratara, lo volvió a montar.

No fue algo rápido. Estuvo cinco meses con la transformación del avión porque inicialmente era «una lata de aluminio, por lo que tuvimos que encontrar diferentes maneras de aislar el avión y controlar la humedad y el flujo de aire». Para calentar las instalaciones, instaló una caldera de gasóleo en la cola y también montó un suministro de agua y sistema séptico.

El baño no es el típico lavabo de avión, «con un chorrito de agua». «Nos aseguramos de que tuviera su propio depósito a presión para que nuestros huéspedes pudiesen ducharse con normalidad», explica Jon a 'Bussiness Insider'. Las habitaciones, eso sí, son estrechas y el avión cuenta con baño con ducha y cocina con todo lo básico.

A 500 euros la noche

La estancia, inicialmente pensada para los alumnos, ha tenido una segunda vida como alojamiento de Airbnb. Jon lo alquilaba inicialmente por unos 200 dólares (o unos 189 euros) la noche, aunque consultado en el portal de reservas la noche suele salir por unos 500 o 600 euros. Además, la casa tiene, en una de sus alas, un jacuzzi: en invierno, a una zona a 20 grados bajo cero, no es necesario pero en verano es una de los grandes atractivos del alojamiento.

La entrada a la casa es, como no podía ser de otra manera, a través de las típicas escaleras de avión y por una de las puertas de carga. Una suite principal, con baño completo y dormitorio de invitados, una cocina y sala de estar y comedor, además de lavadora, secadora y todo tipo de enseres hacen de la estancia una grata experiencia. DC-6, como explica su anuncio en Airbnb, se encuentra junto a una pista de aterrizaje privada y tiene mucho espacio para tu aparcamiento para el coche, el camión y el autobús.

«Cuando la gente llega por primera vez a la casa del avión, me encanta ver las reacciones que tienen. Siempre se quedan alucinados», destaca Jon en declaraciones a 'Bussiness Insider'. Si alguien todavía tiene dudas, solo hace falta leer los comentarios en Airbnb. Con esta estancia ya con lista de espera, este emprendedor quiere ahora montar una segunda casa-avión, pero un poco más grande.

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