Ventanas

Ayer el tema del día en ‘El periódico’ era Rocío Carrasco . Tres páginas y media. El lunes, en ‘Sálvame’, a Antonio Montero se le ocurrió decir que para él Rocío Carrasco era una mala madre (con su hija). Y se montó. Carlota Corredera se levantó y dijo que si Antonio Montero se quedaba en el plató, se iba ella. Se fue Montero, claro. “Se acabó, esto no es un juego” (Carlota). Nadie duda de lo que Rocío ha contado de Antonio David. De lo que supone. De ese maltrato con patadas vicarias. Pero ese “No voy a permitir que después de todo lo que hemos contado, de todo lo que hemos explicado, este señor se permita llamar mala madre a Rocío Carrasco”, no sé. Que Carlota Corredera (un beso, Carlota) hace muy bien en defender todo lo de Rocío Carrasco con esa vehemencia. Aunque una ventana en lugar de tanto espejo no estaría mal. Luego ponéis verde a Montero quitándole la razón, pero, vaya. Supongo que el hecho de que Rocío Carrasco cuente cómo su hija le da una paliza puede tener algún comentario. Que en el fondo vamos a lo de siempre, al tabú de la mala madre. ¿Por qué va a ser una mala madre al contarlo si tiene una mala hija? No va a ser mala madre por eso. Ni por no cogerle el teléfono. Ese episodio es demasiado revelador (aunque ya estuviera publicado) para no contarlo.

La artista feminista María Llopis ha llevado a sus alumnos al Museo Picasso con camisetas en las que ponía ‘Picasso maltratador”, ‘Picasso, la sombra de Dora Maar’ y, la mejor, ‘Picasso es Antonio David Flores’. Quiero una de estas.