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Cormac McCarthy: todo lo demás

Dio tan pocas entrevistas que daba gusto escucharlo. Vivió sin darse importancia, pero para dársela a todo lo demás

Meridiano de McCarthy

Cormac McCarthy, en The Origins Podcast, donde conversó con el físico Lawrence M. Krauss

Cormac McCarthy dio tan pocas entrevistas que daba gusto escucharlo. Para promocionar su última obra, 'El pasajero / Stella Maris', que publicó tras dieciséis años de silencio, se sentó a charlar con un físico teórico del MIT: era un genio del marketing. La ... conversación dura una hora y está en Youtube. «La ciencia es una forma de entender el mundo (...) La literatura es una forma de explorar lo que significa ser humano», dice ahí. Hacía mucho que el hombre vivía en el Santa Fe Institute, un centro que reúne a genios de muy diversas disciplinas, no muy literarias pero sí poéticas. Allí recibió la visita de Oprah en 2007, poco después de ganar el Pulitzer con 'La carretera'. «Prefiero la compañía de científicos que de escritores», le soltó. Por qué sería. Le daba pereza esa letanía del proceso creativo, de las rutinas del autor: lo que le gustaba era escribir. Así que acabaron hablando del subconsciente, con ella escuchándolo como se escucha a un profeta. Con esa mirada. «La conciencia es anterior al lenguaje». Un versículo.

Era muy elegante su forma de estar en el mundo, de estar sin estar. No la forzó como Pynchon o Salinger, hasta convertirse en personaje, simplemente no le interesaba el foco, tal vez porque él no le interesó a nadie hasta casi cumplidos los sesenta. Para cuando le llenaron los bolsillos con su best seller ya era demasiado suyo para ser de alguien más. Gozaba de la libertad de haber conquistado algo a base de intuición, de amor propio, de fe. No tuvo que gastarse la imagen por las pantallas como un vendedor ambulante, no tuvo que dar titulares sobre polémicas de actualidad, no tuvo que firmar manifiestos ni que posar en posturas extrañas ni que fingir que era un prodigio de la absorción anal. No necesitó nada de eso para triunfar. Desde esa paz dijo: «Soy pesimista, pero no infeliz». Dan ganas de cincelar la frase en mármol. Qué lujo.

En 'The Young Pope', de Sorrentino, que entre otras cosas es un tratado sobre el misterio, Pío XII explica su estrategia para convertirse en santo: consiste en no dejarse ver, en asomarse apenas entre las sombras, un acto de rebeldía en este mundo tan expuesto, tan cansino, donde hasta las estrellas del pop van al baño. Pero McCarthy ni siquiera hizo eso, lo suyo no parecía un plan. Vivió sin darse importancia, pero para dársela a todo lo demás.

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