Los secretos del CNI, al descubierto: anatomía del espía español
'El centro', de Movistar Plus+, es la primera serie sobre espías en España; también es la primera vez que el CNI abre sus puertas a la ficción
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Tiene problemas con el alcohol, pero no toma Martini, ni agitado ni mezclado. Está solo como Tom Cruise en su misión imposible, pero no cuelga de un hilo sobre veinte metros de láseres. Debe pasar inadvertido, pero no necesita un disfraz como Mortadelo... Se debe ... a lo extraordinario, pero sobrevive en lo ordinario. Y, al otro lado del pinganillo, coordinándolo, apoyándolo o protegiéndolo, está el resto del equipo en la sala de máquinas. Cualquier parecido de los agentes de 'El centro', la nueva serie de Movistar Plus+, con la realidad es pura realidad. O casi. «Nada es cien por cien real pero todo es totalmente verosímil», explicó durante una visita exclusiva al rodaje el creador David Moreno. Y ahora, en la previa de su estreno el día 9, lo mantiene: «Intentamos que las tramas fueran lo menos peliculeras posibles. En mi cerebro tenía el dogma de «si no ha ocurrido ya, puede ocurrir»».
A los espías de 'El centro' no se les llama en clave por números, sino de forma más personal, con apodos que responden a sus aficiones, como pasa con el Michelín de Juan Diego Botto, al que le encanta cocinar. Hay muertes, infiltrados y topos: la mentira como base de la pirámide de un oficio que les obliga a mentir, muchas veces incluso a su familia. Hay luchas cuerpo a cuerpo, redes clandestinas, operativos a distancia, pero sobre todo hay mucha cotidianeidad: barra de bar y tupper en el trabajo en lugar de coctelería sofisticada. «No hay un plan maestro detrás, simplemente se trata de intentar hacer lo más realistas posible a los personajes», enfatiza el 'showrunner'.
'El centro' es la primera serie española sobre espías. Hasta ahora, los agentes de inteligencia aparecían de forma colateral en la ficción patria, del mismo modo que trabajan, siempre en las sombras. Es también la primera vez que el CNI se ha prestado a colaborar para una serie. La CIA, por poner en contexto, lo hace de forma habitual al otro lado del charco. Quien domina el relato controla el mundo, dicen. Aquí, sin embargo, se ha evitado idealizar el oficio, más allá de las obvias licencias dramáticas. No se buscaba averiguar «sus procedimientos» ni imitar sus operativos, sino conocer qué perfiles encajan con ese trabajo. «¿Cómo es esta gente? ¿Dónde viven? ¿De dónde viene su vocación, si es que existe? Es un trabajo bastante complejo y complicado, a nivel profesional pero también a nivel personal, con unos sacrificios importantes», cuenta Moreno.
La idea era «bajar a la tierra» un trabajo muy romantizado por la ficción, abono para la imaginación, repleto de estereotipos. Para desnudar a los espías de los clichés habituales, el equipo de 'El centro' estuvo en contacto permanente y directo con el Centro Nacional de Inteligencia, a través de entrevistas, en persona y por WhatsApp, para resolver dudas. Para entenderlos, más que para replicar su trabajo en la pantalla. No han estado en el día a día conviviendo con ellos. «Nos hemos acercado lo máximo que hemos podido y lo máximo que nos han dejado», explica David Moreno.
El esfuerzo por acercarse a la dimensión de su trabajo es absoluto, también por visibilizar un oficio invisible, inapreciable, pero ineludible. España también necesita lavar sus trapos sucios y tener agentes con licencia para matar. «Gracias a ellos se anulan un montón de amenazas, se detectan problemas, etcétera. Es un trabajo que no está del todo recompensado, no es como otros en donde si triunfas, te dan una medalla, sales en los medios. Aquí no. Eso va en el ADN de la serie: es un retrato muy alejado de lo superheroico porque no suelen contar con un superego. Si tienes un superego, no es un buen trabajo para ti», explica el creador de 'El centro'.
'El centro', protagonizada por Botto, Tristán Ulloa, Elena Martín, Israel Elejalde, Elisabet Casanovas, Nacho Sánchez o Clara Segura, es un thriller con estructura clásica. «La serie no tiene trampa ni cartón, es como una gota malaya, cada acción tiene su consecuencia y esa consecuencia, a su vez, tiene otra acción. Es tan clásica que a veces resulta inusual, porque estamos más acostumbrados a otro tipo de thriller más tramposo, más espectacular a nivel narrativo, donde la suspensión de la credibilidad está más alta», reconoce el guionista.
Mitología patria
En 'El centro' también hay tópicos, los rusos siguen siendo los malos. Pero es que la realidad manda en esta ficción, en la que hay mucho trabajo de oficina, tarjetas de memoria escondidas en condones y duelo por los hombres o mujeres caídos en combate. Las heridas no son muescas en una culata, sino cicatrices invisibles que duelen más que los golpes imposibles de justificar de estos espías. Se intenta crear una mitología propia, diseñar el traje de los espías patrios, que ni llevan gabardina y sombrero ni un Dior intachable pero sí miran siempre a la cara.
«En España suele tener mucho peso la inteligencia humana, el trato con fuentes es más importante que la tecnología, que también existe y se utiliza y es una herramienta fundamental pero no más que la empatía. Eso es algo muy español, la manera de hablar, de establecer conversaciones… Probablemente la inteligencia americana y de otros lugares cuenta con medios infinitos y va aplastando con tecnología y con dinero pero mi percepción es que en España no es así: es más importante mirar a la cara de una persona que escuchar una transcripción de su móvil».