FESTIVAL DE VENECIA
Olivier Assayas y su juventud sin red
Henry Alex Rubin presenta «Disconnect», un estado de alerta sobre el riesgo de la ligereza y la fe en internet

Dos películas muy distintas y lejanas remarcaban ayer el proceso evolutivo de la «juventud» en tan solo cuarenta años, el paso de la estulta rebeldía a la rebelde estulticia, del ser contestatario al ser refractario, sordo, impedido, embebido o ahogado en el océano de la Red que hemos tejido a su alrededor. Olivier Assayas presentaba a concurso «Après Mai» , un retrato juvenil sin duda autobiográfico y muy preciso en su descripción de ese grumo de sentimientos que siguieron tras el mayo francés, mientras que la gran esperanza blanca del cine americano, Henry Alex Rubin , exprimía en «Disconnect» ese limón de la «pantalla» amiga, del ordenador como confesionario y de la red como una hamaca en la que reposar tranquilo.
Tópicos de la época
Siempre ha existido una brecha , una trinchera, entre padres e hijos, y estas dos películas hablan de la juventud y de ese armamento pesado con el que se acaba disparando a sí misma. «Après Mai» usa con seriedad los tópicos de la época, desde la cita cutre de Mao al viaje al interior, al Nepal, o en globo, abundan las consignas y los fritos y refritos del postsesentayochismo, un buen termómetro generacional y una historia de fondo de aprendizaje, descubrimientos e ilusiones perdidas, y sobre todo hay «mirada» y calidez en la narración a pesar de la frescura de los tipos y la gelidez de la utopía vista hoy, y esto ocurre probablemente por la coincidencia de Assayas en tiempo y obra con su personaje protagonista, Gilles, un joven a principios de los setenta que aspira a ser artista y que nos muestra aquel mundo y aquella edad a través de sus ojos.
Jóvenes rebeldes
La historia de «Disconnect» es más compleja, en absoluto nostálgica, y solamente al final se acuerda de que puede disimular que es feliz... Aunque la mayor diferencia es el cambio de ética: cualquiera entiende ahora a un joven rebelde, contestatario, bronca y hasta «fumeta», pero nadie comprende al joven actual, a ese que asiste a la confesión trágica de un amigo tecleando en su móvil..., y la sala le regaló un aplauso a la joven que le escupe en la cara a su amiga por eso... Henry Alex Rubin descubre el tapete de nuestro mundo, ese territorio ya inexistente que separa lo real de lo virtual, la broma de la tragedia, lo íntimo de lo público, la confidencia de la traición..., volcamos nuestra vida, ilusiones y secretos en las yemas de los dedos y lo lanzamos, como dados, a la ruleta de la red social o antisocial.
En fin, una película que te obliga a ponerte alerta y que cierra las tres historias entrelazadas que cuenta con la mejor de las intenciones, que no suele ser lo que trae la realidad. Y se ha quedado en la rama la película del japonés Takeshi Kitano «Outrage Beyond», pero no tiene gran importancia: sirve para hablar de ella la crónica de media docena de títulos estrenados en festivales anteriores. No es que se repita, es que es lo mismo pero con peluca.
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