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LA TRIBU

Retratos

Los retratos, muchas veces, tienen una doble intención, o un doble enfoque

Retrato de Antonio Machado José María Nieto
Antonio García Barbeito

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Aquella mujer hablaba con otra, a la puerta de su casa, y no economizaba adjetivos a la hora de calificar: «Es muy flojísimo, no ha trabajado en su vida. Heredó la finquita de sus padres y se dio modo y trazas para sacar de allí ... para medio vivir, hoy dándola en aparcería, mañana arrendándola por varios años; hasta que acabó vendiéndola el año pasado. Es un descuidado de dos pares, y le da lo mismo salir en la procesión de la patrona con una camisa manchada o con una chaqueta viejísima, que con unos zapatos rotos y con barba de tres días. Es un abandonado. La ropa le apesta a tabaco, y el pelo, y las manos… No hay quien haga carrera de él.» Lo vistió de limpio. Pero, claro, hay que decir que la mujer que así hablaba de él era… su mujer. Y aquel retrato exterior no se correspondía con la imagen interior del individuo, al que, una vez puesto de vuelta y media por fuera, se dedicó a alabar, que si es un santo, que si no tiene nada suyo, que tiene un billete y está deseando gastárselo con los amigos… Los retratos, muchas veces, tienen una doble intención, o un doble enfoque. Vamos a hablar de otro retrato.

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