PUNTADAS SIN HILO
Tic, tac
No es que el Gobierno de Sánchez utilice la mentira en su política, es que su política es la mentira
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Iniciar sesiónEs una mera anécdota, un desliz trivial, pero el comentario de la vicepresidenta primera del Gobierno en redes sociales sobre la obra de teatro ‘Una noche sin luna’ denota hasta que punto la mentira es una herramienta cotidiana en el entorno de Pedro Sánchez. Carmen ... Calvo elogió en Twitter la representación de forma entusiasta. «Estupenda obra, fantástica la interpretación de Juan Diego Botto y demás actores y actrices. Lorca, siempre Lorca», escribió. Poco después recibió la vergonzante matización del director de la función, el actor Sergio Peris-Mencheta: «Es un monólogo, ministra». Me resisto a conceder trascendencia al chascarrillo, pero ciertamente revela una pauta de conducta. A la vicepresidenta no le importa mentir —es evidente que no ha visto la obra— y lo hace de forma impúdica, sin el menor reparo. Pero la patraña es una mera excusa para colocar lo que realmente le importa, que es la apostilla de «Lorca, siempre Lorca», con su mensaje subliminal ideológico. A Carmen Calvo, exconsejera de Cultura andaluza, le trae sin cuidado la obra, solo le importa en la medida en que le permite introducir una pequeña cuña de corrección progresista. No hay mejor síntesis del sanchismo: la ideología antes que la verdad. Aunque sea a costa de hacer el ridículo.
La primera semana de vacaciones me ha permitido comenzar la lectura de ‘La mentira en la política’, un libro de Hannah Arendt de apabullante vigencia pese a estar escrito en 1971. Arendt defiende que la mentira es parte de la política porque a los ciudadanos no les gusta que les digan la verdad, pero advierte de que una política basada en la mentira corrompe y el Gobierno acaba vulnerando el Estado de Derecho. Es exactamente la deriva en la que se encuentra España en estos momentos, con un Ejecutivo que no utiliza la mentira en su política, sino que la mentira es su política. La falsedad no es estratégica, sino sistémica. Engaña a cualquier escala, desde la obra de teatro de Calvo a las cifras de muertos del coronavirus. En este Gobierno todo es tan falso como el teatrillo de los aplausos en Moncloa cuando Sánchez volvió de Bruselas o como la descomunal bandera de España que utilizaba en sus mítines antes de pactar con los secesionistas. Las encuestas de Tezanos, el insomnio ante la opción de gobernar con Pablo Iglesias, el «hemos derrotado al Covid», el rechazo a los indultos... Faltan a la verdad constantemente y sin pudor porque han aceptado la mentira como el medio natural de la gobernanza. Pero, más allá de juicios morales —Sánchez es amoral— la falacia del gobernante supone una falta de respeto a los gobernados y un desprecio a las instituciones públicas. El mentiroso sistémico desprecia la naturaleza de las leyes y, como advierte Arendt, está abocado a convertir al Estado en una maquinaria que destruye el Derecho. En España la cuenta atrás ha comenzado. Tic, tac.
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