¿Y si gana Susana?

La presión del sanchismo ha subido tantos enteros como el empeño de Susana Díaz por demostrar que el partido está con ella. Con el relevo de la delegada del Gobierno y la presión a Rodríguez Villalobos, bastión susanista en la Diputación de Sevilla, para que cruce el puente hacia la jubilación, ya no hay sutileza. Díaz sabe lo que le espera.

La propuesta de Jaén insta a sacar a la superficie la lucha soterrada que tanto está debilitando al partido. Es también una oportunidad para evitar que la alternativa a Susana Díaz, apoyada por el sanchismo, que encarna Juan Espadas se desgaste en un quiero y no debo, recibiendo a ministros para demostrar músculo e inventando una pintoresca agenda de exteriores para dejarse ver, mientras la secretaria general amplía su gira de pueblo en pueblo en busca de adhesiones inquebrantables de la militancia de base, porque hace ya tiempo que vio la jugada y porque nadie le va a descubrir nada sobre la fontanería de un partido en el que echó los dientes y los afiló, en la carne del adversario y en la piedra de la derrota.

Sin embargo, este primer cohete parece haber metido el miedo en el cuerpo a Espadas como el clarín al novillero. El nerviosismo demostrado en su defensa de la indefendible feria sin feria de Sevilla y la citación de su mujer en la comisión de investigación de la Faffe, en otra demostración de la zafia utilización política de este mecanismo parlamentario, demuestran que el camino se vuelve rocoso y ni siquiera ha comenzado. No valen ya las medias tintas. Espadas ha tenido una más que tranquila vida política en el Ayuntamiento dedicándose a la práctica tarea de no pisar charcos. Ahora le han colocado al borde de la piscina y parece como si en ese momento en el que le van a dar el empujón le asaltara la duda: ¿Y si gana Susana?