COMENTARIOS REALES

¿Cismáticas o independentistas?

Ni Sánchez, ni Feijóo, ni Puigdemont: donde se ponga una monja, no me vengan con pellizquitos de diputado

A fines del siglo XV nació en el pueblo castellano de Azaña la célebre madre sor Juana de la Cruz (1481-1534), una de las mujeres más influyentes de la historia de España, pues sus visiones y revelaciones la convirtieron en confidente de Carlos V ... y el poderoso cardenal Cisneros la protegió hasta el punto de nombrarla párroco de Sagras, sin ser hombre ni ser cura. Por no ser, sor Juana de la Cruz ni siquiera era monja, pues huyó de su casa a los 15 años para escaquearse de un matrimonio concertado por sus padres e invadió un edificio en compañía de otras jóvenes beatas que decidieron vivir sin clausura bajo la regla de la Tercera Orden de San Francisco.

Una vez nombrada párroco, sor Juana se animó a escribir sus sermones y de paso su autobiografía, donde descubrimos que en el vientre de su madre era hombre y que por la gracia de Dios nació mujer, aunque conservó la barba y la nuez del pescuezo como señales de aquel milagro uterino. ¿Cómo no la iban a buscar reyes, cardenales y aristócratas, si según el manuscrito de su vida ayunó desde que era niña de pecho, a los cuatro años tuvo visiones celestiales, rescataba almas del purgatorio, combatió a los demonios, sufrió las llagas de la crucifixión, sostuvo coloquios con los ángeles y recibió coruscantes revelaciones durante sus éxtasis? La santidad de Sor Juana era tan indiscutible, que un fraile llamado Pedro Ruiz de Alcaraz se vino arriba y le propuso mantener relaciones sexuales para engendrar juntos un hijo santo. Sor Juana lo denunció y el fraile acabó en los calabozos. Todos estos pormenores se encuentran en las obras de Menéndez Pelayo, Bataillon, Caro Baroja, Huerga Teruelo y sobre todo en 'La guitarra de Dios' (1997) de Ronald E. Surtz, de modo que podríamos decir que sor Juana de la Cruz se adelantó a su tiempo por trans, empoderada, okupa y precursora del #MeToo.

No he podido dejar de pensar en la madre sor Juana de la Cruz, desde que ha trascendido que las monjas clarisas de Orduña (Guipúzcoa) y Belorado (Burgos) han renegado del Papa de Roma para ponerse bajo la protección de un obispo apócrifo que ha comprado ambos conventos a tocateja. El falso prelado tiene vínculos con la fraternidad del cismático monseñor Lefebvre y la rocambolesca secta del Palmar de Troya, pero ni con todo el dinero del mundo habría podido consumar su nocturna operación inmobiliaria, de no ser por la maquiavélica maniobra de la madre superiora, quien debía abandonar el poder a fines del presente mes de mayo, aunque después de este «18 del Brumario» conventual podría seguir siendo abadesa otra década más. Cabe añadir que las federaciones de monjas sólo rinden cuentas ante el Papa de Roma y que esta declaración unilateral de separación del Vaticano, con OPA hostil urbanística y asalto al poder incluidos, me llevan a poner en duda la soledad de la clausura, porque las clarisas de Orduña no me parecen cismáticas sino independentistas.

Ni Sánchez, ni Feijóo, ni Puigdemont: donde se ponga una monja, no me vengan con pellizquitos de diputado.

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