PÁSALO

Papá, ven en tren

Es tan osado que le dijo a la alcaldesa de Huelva cómo tiene que hacer su trabajo, como si él bordara el suyo

Según el ministro de Transportes, la lengua más suelta del equipo de Sánchez, España vive sus momentos mejores en la historia del ferrocarril. Pese a que, raro es el día, en que no se produce una incidencia grave, con retrasos indecentes y trato bananero hacia ... los clientes. Pese a que la evidencia es tan grosera, Puente no se baja del burro ni del tren barato en el que viaja a los espacios de su fantasía política, y sigue empeñado en demostrar que nuestros trenes viven mejor que nunca y prestan servicios a la altura de su fama preterida. Hace unos días fueron las estaciones de Madrid y Barcelona las protagonistas del numerito. En Andalucía se registra una grave incidencia cada cuarenta y ocho horas. El señor Puente, lejos de hacer un ejercicio de autocrítica, levanta una estatua a su mejor virtud intelectual, la guapería torera, demostrando que Peter llevaba razón: en una jerarquía todo empleado tiende a alcanzar su techo de incompetencia.

Óscar Puente, si ha demostrado algo al frente del ministerio es una inteligencia nada común para alcanzar dicho nivel de incompetencia. Si en vez de ministro de la regeneración sanchista lo fuera del Partido Popular ya se lo habrían comido crudo y desterrado a un oscuro despacho en el anonimato de la vida civil para esconderse del linchamiento. Pero lejos de amilanarse, este ministro, que alcanzó la fama con una alcaldía polémica en Valladolid y un apoyo de perro lobo en el Senado a su jefe durante la sesión de investidura de Feijóo; digo que lejos de modularse en usos y formas, es de los que se agigantan llevándole la contraria a la realidad. Tiene esa facultad que lucen los jugadores de tute con malas cartas y sacan buche de palomo de alta competición cuando pintan bastos. No es el personaje quien se come a la persona. Es la persona la que desborda al personaje. Un artista.

Se ha cargado al jefe de Adif buscando la cabeza del Bautista para presentar al pueblo una víctima responsable de lo que pasa en la ferroviaria española. Y el pasado martes, en el Senado, tuvo la osadía de emprenderla con la alcaldesa de Huelva, Pilar Miranda, que estaba de oyente en la tribuna. Pilar Miranda, cuando Puente dijo que Huelva no iba a tener un AVE porque a Portugal no le cuadraba, le pidió una visita que nunca le concedió. Y fue a Madrid a pelear por lo que le corresponde a Huelva, esa provincia 0.0, como la ha definido alguien. Lo más sorprendente de la osadía del ministro es que le dijo cómo tiene que hacer su trabajo, como si él bordara el suyo. Y que estaba allí de «Miranda» y a costa del erario público. ¿Del erario público vas a acusar a alguien, ministro, con lo que volatiliza en asesores tu presidente? Al final, sin que le temblara una pestaña, el ministro ejerció de Oscar Puente y le prometió un AVE a Huelva. Papá, ven en tren… cuando el ministro quiera.

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