pásalo
Más observatorios
Un observatorio es lo más parecido a una comisión de las que creaba Romanones
Se hacen la foto muy serios, circunspectos, severo el rictus, grave la mirada, dibujando o tratando de dibujar, la importancia de lo que van a comunicarnos. Y pese al lenguaje corporal con el que interpretan la escena fotográfica, tan cercana a la de un bróker ... que anuncia un batacazo en bolsa, por el cuerpo nos entra una enorme risa floja que no somos capaces de ocultar. Me refiero a las fotos que han plasmado el histórico momento en el que el consejero de Cultura y acompañantes en la reunión malagueña sobre la tasa turística, se publicaron en este periódico. Véanlas. Repásenlas. Y pongan en diálogo, como dicen los novísimos del lenguaje a la última, la escena y el mensaje que nos dieron. Y si no se ríe, vaya a vérselo, porque, una de dos, o está hasta la corcha de cuentos chinos o ha perdido el sentido del humor, única herramienta que nos salva de estos tiempos tan observadores...
Se reúnen, hablan y salen para comunicarnos que la tasa turística puede esperar. Que hay que hacer un estudio del sector (¿otro más?) y barajar posibilidades. Que hasta que no se hagan esas cábalas lo mejor es inaugurar un observatorio… Un observatorio, en la mayoría de los casos, es un chiringuito para marear la perdiz y camuflar de humo una patata caliente. Les seré más breve y claro: entre un observatorio y una comisión de las del tiempo de Romanones o Churchill no hay diferencia alguna. Ambas se crean para retardar eternamente un problema, una cuestión. Un observatorio es la cámara frigorífica de Makro: pone a punto polar lo que haga falta. Lo congela. Lo mata de frío. Bueno, pues a la tasa turística, Cultura, que es el alter ego del lobby turístico, acaba de congelar la tasa del sector. Dentro de mil años la encontrarán como un mamut bajo los hielos siberianos.
A veces uno piensa que el gobierno de Juanma Moreno anda como loco por encontrar un jardín y meterlo en plantilla. Antier les tocó a las nóminas de los médicos. Hoy le cabe el honor a la tasa turística. Parece que le temen a lo fácil. Y es muy fácil llegar a un acuerdo marco para que cada provincia tome la decisión que crea oportuna y eficaz con la tasa. Las habrá que la apliquen y otras no. Pero apagar un fuego propio con un observatorio es echarle gasolina al bosque. Porque la realidad es tan pesada que siempre impone sus leyes. ¿Hay algo nuevo que aprender? Se sabe que es una carga que beneficia a las ciudades abrasadas de visitantes y que no resta al empresariado. ¿Ha reducido el flujo de visitantes la tasa en Paris, Roma o Atenas? Qué graves y serios se pusieron para contarnos lo que nos contaron: un chiste de Chiquito sobre la tasa turística… Hasta luego, Lucas.
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