Una disculpa a Rajoy

Lo que Sánchez reprochó al entonces gobierno del Partido Popular palidece ante los ERE y Koldo, entre otros casos. El PSOE no sólo es el partido con más casos de corrupción, y más graves, de España, sino porque es el que más crudamente ha encarnado, desde la recuperación de la democracia, la facilidad con que sobre todo los que más lecciones de ética dan, más frecuentemente ven su virtud doblegada por la tentación del dinero fácil. Hay una relación de sórdida hermandad entre los moralistas y la inmoralidad, como igualmente Jordi Pujol se encargó de demostrar.

Se puede ser honesto y cometer errores o confiar en la persona equivocada, y cada vez que un político se ensaña señalando las miserias del oponente, pretendiendo que él habita en una suerte de existencia superior, nos está engañando mucho más que el supuesto ladrón. La cara B de la moción de censura de Pedro Sánchez es Ábalos y es Koldo y los billetes de 500 y la Barbie superestar que «con sus 20 minutos de fama retiró su mamá». Si Pedro Sánchez fuera honesto se disculparía con el presidente Rajoy y nuestro debate público despegaría un poco de la mezquindad total.

Vivimos demasiado pendientes de los defectos de los demás y no hay vida de persona ni de partido que sobreviva a la lupa. Vivimos de la destrucción de lo ajeno y un error tiene más peso que un logro o un mérito. En esto consistió la nueva política de Ciudadanos y Podemos, que felizmente han quedado reducidos al escombro que siempre fueron, pero nos han dejado en herencia ese deje populista de no asumir la naturaleza de nuestras vidas de imperfección.

Ábalos es mucho peor que Bárcenas, que por lo menos tenía el pretexto de financiar la causa noble de un partido. No sirve de eximente, ni es una forma adecuada de conducirse en política, pero no es tan bajo como el espectáculo de vulgaridad que dan los socialistas cada vez que vemos en qué gastan el dinero cuando meten mano en la caja.

Sánchez y el resto de la izquierda tendrían que explicar en qué se sienten ahora moralmente superiores al gobierno de Rajoy; y los que desde la derecha denostaron al expresidente también por los casos de corrupción de su partido, o por blando con los independentistas, me gustaría que me dijeran si tras todos sus desvelos por derrocarlo han quedado satisfechos con el premio.